Despu¨¦s de Berlinguer
LA REACCI?N provocada por la muerte de Enrico Berlinguer probablemente no tiene antecedentes. Ha sido m¨¢s impresionante, m¨¢s grandiosa que la que se produjo en los funerales de Palmiro Togliatti. No s¨®lo se han producido manifestaciones de cari?o, admiraci¨®n, respeto, que han abarcado a la casi totalidad de la poblaci¨®n italiana, sino que, en un terreno m¨¢s directamente pol¨ªtico, todos los partidos, incluso los m¨¢s opuestos al comunista, han querido asociarse al homenaje a la figura de Berlinguer. En el plano europeo e internacional han coincidido en el entierro delegaciones de la m¨¢xima relevancia. Quiz¨¢ el hecho m¨¢s notable haya sido la presencia de delegaciones de casi todos los partidos socialistas europeos, y el discurso pronunciado por Dankert, presidente del Parlamento Europeo.Berlinguer ha sido un innovador; cuando llega a la m¨¢xima direcci¨®n del PCI, ¨¦ste, y otros partidos comunistas occidentales, han condenado ya la intervenci¨®n sovi¨¦tica en Checoslovaquia en 1968. Pero se hab¨ªa creado as¨ª una situaci¨®n contradictoria: la identidad comunista se basaba en preconizar para todo el mundo los cambios revolucionarios realizados en la URSS; a la vez, la realidad demostraba que la URSS pisoteaba los principios en nombre de los cuales hab¨ªa hecho la revoluci¨®n. Dos presiones se ejerc¨ªan sobre los partidos comunistas: volver a la fidelidad tradicional hacia la URSS, considerando errores secundarios lo que era indefendible en la conducta sovi¨¦tica, o ir rompiendo los lazos ideol¨®gicos, que les ataban desde su fundaci¨®n con la II Internacional, a la experiencia sovi¨¦tica. Ello implicaba, sin renunciar a tradiciones gloriosas, en particular de la lucha contra el fascismo, buscar, inventar una nueva identidad comunista a partir de las necesidades objetivas de transformaci¨®n y progreso que dimanaban de las sociedades occidentales. Berlinguer ha conducido al PCI con inteligencia y audacia por este segundo camino. Esto quedar¨¢ como su obra hist¨®rica. Lo ha hecho conservando y ampliando la fuerza electoral del PCI, manteniendo su unidad. En los a?os setenta, este nuevo camino que emprend¨ªa el PCI fue decisivo para despertar en diversos partidos comunistas de Europa occidental una tendencia, un proyecto al que se dio el nombre de eurocomunismo, que fue introduciendo concepciones que romp¨ªan con la tradici¨®n: independencia de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, aceptaci¨®n de las formas democr¨¢ticas para la lucha por el socialismo y de un modelo de socialismo pluralista. En cuestiones internacionales, las diferencias con la URSS se agrandaban, ya que los partidos eurocomunistas se pronunciaban contra los dos bloques militares, por la construcci¨®n de Europa y por un papel aut¨®nomo de ¨¦sta que la permita contribuir a la paz y al desarme. Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s acusadas de la personalidad de Berlinguer era la de que nunca se doblegaba a las exigencias de la t¨¢ctica pol¨ªtica. Era, sin duda, un parlamentario eficaz. Pero siempre conservaba una perspectiva a largo plazo. Eso se puso de relieve en su actividad internacional. Por encima de las diferencias con los socialistas italianos, muy fuertes en diversos momentos, Berlinguer consideraba siempre esencial el acuerdo en un plano europeo con los socialistas.
Ya en los a?os setenta se empez¨® a abrir un abismo entre un PCI que lograba avanzar en su proceso renovador, consolidando con ello sus fuerzas, y lo que ocurr¨ªa en otros partidos comunistas europeos, que hab¨ªan aceptado el eurocomunismo m¨¢s bien en el terreno de la propaganda, pero que no pod¨ªan plasmarlo en algo capaz de ocupar un espacio en la vida pol¨ªtica y cultural de sus pa¨ªses. Se hac¨ªa sentir la fuerza de las viejas tradiciones, del mito de la URSS como modelo universal; actitud estimulada por la persistente actividad del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS), con diversas formas en unos y otros pa¨ªses, por aislar y derrotar las posiciones heterodoxas. Como fen¨®meno europeo, el eurocomunismo ha dejado de existir. El PCI se ha convertido en un caso excepcional. Pero quiz¨¢ lo haya sido siempre. En realidad, Berlinguer ha podido realizar una profunda renovaci¨®n, sin ruptura interna, porque el PCI estaba, en cierto modo, preparado para ello. Gramsci fue el primer pensador marxista que ha tenido la concepci¨®n de un camino diferente para ir al socialismo en el occidente de Europa. Las ra¨ªces dejadas por sus ideas han sido esenciales. Cuando el PCUS denunci¨®, en su XX Congreso, los cr¨ªmenes del stalinismo, Togliatti fue el ¨²nico dirigente comunista que se atrevi¨® a hablar de "degeneraci¨®n del socialismo".
Los funerales de Berlinguer han demostrado la enorme simpat¨ªa que sienten grandes masas humanas, no s¨®lo por la persona del dirigente, sino por las ideas que encamaba. Ello confirma que, en las condiciones de Italia, ser¨¢ cada vez m¨¢s dif¨ªcil gobernar, sobre todo en una etapa de crisis, sin alguna forma de participaci¨®n de los comunistas. Por otra parte, no parece dudoso que la sucesi¨®n de Berlinguer se har¨¢ en un sentido de plena continuidad. El estilo de ¨¦ste era particularmente dialogante; necesitaba tener en tomo suyo a un equipo para discutir antes de tomar la decisi¨®n. Su obra de renovaci¨®n no ha sido personal, sino de equipo. Por eso parece seguro que ser¨¢ continuada. En el plano europeo, por el contrario, no se ven actualmente otros partidos comunistas capaces de convertir en factor pol¨ªtico efectivo esas ideas nuevas del comunismo que Berlinguer ha representado en una etapa de Europa.
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