Washington y Mosc¨² pugnan por neutralizarse sin intervenir en la guerra irano-iraqu¨ª
La guerra entre Irak e Ir¨¢n configura un escenario donde los l¨ªmites de la confrontaci¨®n estrat¨¦gica entre Washington y Mosc¨² aparecen muy borrosamente trazados. Tanto a Estados Unidos como a la URSS les interesa aprovechar la hostilidad de los dos beligerantes para debilitarse o neutralizarse mutuamente, evitando al m¨¢ximo verse involucrados de modo directo en una contienda que, con su l¨®gica propia, escapa al control de los dos grandes.
Ambas superpotencias han seguido una pol¨ªtica de dos pistas con cada uno de los contendientes, aunque con sentidos inversos. En Ir¨¢n, la revoluci¨®n isl¨¢mica, si bien supuso la neutralizaci¨®n de los iran¨ªes como aliados incondicionales de Washington, no significo nunca un avance sustancial de las pos?ciones pol¨ªticas, diplom¨¢ticas o militares para la URSS. La hostilidad ideol¨®gica de la mayor parte de los dirigentes isl¨¢micos contra la URSS, que ha conducido al pared¨®n a los l¨ªderes del Partido Comunista Tudeh adem¨¢s de la cuesti¨®n de Afganist¨¢n, envenen¨® las relaciones entre Teher¨¢n y Mosc¨² ya en 1979.Y ello, pese a que fue decisiva la ayuda sovi¨¦tica a Ir¨¢n para, romper el cerco econ¨®mico decretado por Jimmy Carter contra la Rep¨²blica Isl¨¢mica en noviembre de 1979 por el secuestro de los diplom¨¢ticos norteamericanos de la Embajada de EE UU en Teher¨¢n.
Del mismo modo, la hostilidad contra la URSS se da tambi¨¦n en Ir¨¢n pese a la coincidencia entre Teher¨¢n y Mosc¨² en temas de pol¨ªtica exterior tan decisivos como el del rechazo a los acuerdos de Camp David, el pacto israelo-liban¨¦s de mayo de 1983 o la intervenci¨®n norteamericana en L¨ªbano.
Mosc¨² se halla vinculado a los dos contendientes por dos tratados de amistad con traducci¨®n en clave militar. Con Ir¨¢n, desde 1921. En los art¨ªculos 5 y 6 del tratado, no denunciado formalmente por Teher¨¢n, se establece que la URSS intervendr¨¢ militarmente en Ir¨¢n si tiene constancia de que desde el territorio de su vecino meridional, un tercer pa¨ªs prepara un ataque contra la soberan¨ªa sovi¨¦tica. Asimismo, la intervenci¨®n surgir¨¢ si Ir¨¢n lo pide o se convierte en base para agresiones contra la URSS.
Con Irak, la URSS firm¨® un Tratado de Amistad de 1972, que prev¨¦ ayuda militar abundante en tiempos de paz, y que Mosc¨² restringi¨® en distintas ocasiones a consecuencia del comienzo de la guerra irano-iraqu¨ª, el 23 de septiembre de 1980. Irak ha sido, hasta la aproximaci¨®n entre Mosc¨² con Tr¨ªpoli y ahora con Damasco, el ¨²nico pa¨ªs ¨¢rabe donde el arraigo sovi¨¦tico era considerable tras la expulsi¨®n de los consejeros militares y t¨¦cnicos sovi¨¦ticos de Egipto en la ¨²ltima fase nasseriana.
El dilema es muy grave. El P¨¦rsico, hacia donde parece desplazarse el eje de gravedad de esta contienda, es la v¨ªa por la cual los principales aliados occidentales y ¨¢rabes de Estados Unidos, los miembros de la OTAN m¨¢s Jap¨®n, y los Estados ribere?os del Golfo (Arabia Saud¨ª, los Emiratos ?rabes Unidos, Bahrein, Qatar y Kuwait) reciben o env¨ªan a diario ocho millones de barriles de petr¨®leo, la mayor parte del riqu¨ªsimo crudo que la zona produce.
Reagan argumenta estar obligado a atender las llamadas de sus aliados si la guerra llega del todo al Golfo y estrangula el tr¨¢fico petrolero, pero sabe a ciencia cierta que si lo hace, la Uni¨®n Sovi¨¦tica puede invocar, como lo hizo en Afganist¨¢n, el Tratado de Amistad irano-sovi¨¦tico de 1921.
Cabe presumir que Teher¨¢n ha evacuado consultas a Mosc¨² sobre estos riesgos durante el reciente intercambio sovi¨¦tico-iran¨ª de altos funcionarios, Mohamed Sadr, por el Ministerio iran¨ª de Exteriores, y el viceministro sovi¨¦tico de Energ¨ªa, Alexei Makhukin.
Estados Unidos, por su parte, se encuentra forzado a defender a sus aliados ¨¢rabes y parece imposible que lo consiga si no es ayudando al principal enemigo potencial ¨¢rabe de Israel, Irak, con quien ha ido restableciendo h¨¢bilmente sus nexos diplom¨¢ticos. Si la URSS apoyara del todo a Irak contra Ir¨¢n, Estados Unidos se ver¨ªa parad¨®jicamente obligado a alinearse detr¨¢s de Jomeini, enfrente de sus aliados del Golfo. Este embrollo es uno de los m¨¢s formidables de los ¨²ltimos tiempos.
Los sovi¨¦ticos no quieren que Estados Unidos recupere su anterior presencia pol¨ªtica y militar en un Ir¨¢n neutralizado para Washington por el derrocamiento del sha. Mosc¨² podr¨ªa ir a la contienda si Estados Unidos consigue de nuevo aquella presencia, y los norteamericanos podr¨ªan ir a la guerra si la URSS ocupa Ir¨¢n para evitar la reinstalaci¨®n norteamericana.
En medio de este enredo, la pol¨ªtica de Ni con el Este ni con el Oeste preconizada por Jorneini, parece fortalecerse desde el entrecejo enigm¨¢tico del anciano ayatollah.
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