Comisiones Obreras, en busca del di¨¢logo
EL DESARROLLO de los debates, las alineaciones de fuerzas y las conclusiones finales del III Congreso Confederal de Comisiones Obreras, cuyos trabajos se cerraron el pasado domingo, parecen apuntar hacia cambios significativos en los planteamientos de esa central sindical. Ahora bien, esas tendencias renovadoras y modernizadoras dentro de CC OO no rompen la continuidad con todas las experiencias de la etapa de la transici¨®n democr¨¢tica, sino que toman distancias respecto a la crispaci¨®n -en cierto modo artificial y procedente en gran medida del entorno pol¨ªtico-partidario que rodea al mundo sindical- iniciada con la llegada al poder del Gobierno socialista. Mientras que la figura de Marcelino Camacho, pese a los votos de castigo recibidos, simboliza la continuidad de CC OO, las cr¨ªticas radicales de los sectores derrotados en el congreso parecen expresar las tentativas de introducir en los problemas sindicales los conflictos propiamente pol¨ªticos que desgarran a la familia comunista. No parece arriesgado suponer que los grupos discrepantes dentro de la central sindical est¨¢n desempe?ando el papel de correas de transmisi¨®n al servicio de los objetivos pol¨ªticos defendidos por las fracciones prosovi¨¦ticas o carrillistas.Aunque las resoluciones del congreso pecan de ambig¨¹edad e indeterminaci¨®n, la reuni¨®n puede contribuir a esclarecer la estrategia de CC OO en el futuro. Frente a la corriente minoritaria que defend¨ªa la resistencia y la movilizaci¨®n contra la pol¨ªtica gubernamental, el III Congreso ha votado por la negociaci¨®n y se ha pronunciado a favor de buscar un acuerdo para lograr la modificaci¨®n, al menos parcial, del dise?o de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno.
La resoluci¨®n resulta todav¨ªa m¨¢s importante cuando se recuerda que las negociaciones para el acuerdo social est¨¢n a punto de iniciarse. El propio ministro de Econom¨ªa y Hacienda, Miguel Boyer, recomend¨® ayer en el Senado que las discusiones deber¨ªan comenzar preferentemente a lo largo de julio y, en cualquier caso, antes de la elaboraci¨®n del proyecto de los Presupuestos Generales del Estado para 1985. Cualquier negociaci¨®n es un proceso de toma y daca en el que los interlocutores sociales ceden en determinados puntos para obtener ventajas en otros. La actitud realmente preocupante de las corrientes radicales dentro de CC OO estribaba en su decisi¨®n de prejuzgar la imposibilidad casi metaf¨ªsica de una negociaci¨®n, postura que parec¨ªa m¨¢s pr¨®xima a los c¨¢lculos pol¨ªticos que al ejercicio del pesimismo. Sin duda, la discusi¨®n ser¨¢ ¨¢spera, y los obst¨¢culos para alcanzar un acuerdo ser¨¢n grandes. Mientras la patronal CEOE pide que se destinen 400.000 millones de pesetas para la inversi¨®n privada, CC OO y UGT coinciden sustancialmente en exigir mayores contrapartidas en la creaci¨®n de empleo y en la cobertura a los parados. Es evidente que, si el Gobierno no modifica algunas de sus previsiones en materia econ¨®mica y laboral, cualquier acuerdo ser¨ªa inviable.
El an¨¢lisis que el congreso de CC OO ha realizado de la situaci¨®n laboral del pa¨ªs -dificultades de afiliaci¨®n de las organizaciones obreras, nuevas demandas de las clases trabajadoras, necesidad de instrumentar una alternativa que no s¨®lo se base en la defensa de los que tienen un trabajo, sino en la de todo el conjunto de una clase- ha llevado al sindicato a replantearse sus posiciones en tomo a aspectos tan cruciales como la moderaci¨®n salarial o la pol¨ªtica de acuerdos. La nueva concepci¨®n del salario, entendido como las rentas conjuntas de toda la clase obrera, incluidos los parados y los pensionistas, ampl¨ªa notablemente la perspectiva sindical de CC OO, aunque puede no ser aceptada por aquellos sectores de trabajadores empleados y con aceptables ingresos que luchan exclusivamente por el mantenimiento o el incremento de sus propios salarios reales. La capacidad para aceptar la moderaci¨®n salarial en la negociaci¨®n de los grandes acuerdos tropezar¨¢ con las resistencias de quienes disponen de un puesto de trabajo seguro y de quienes la rentabilidad de las empresas les permita acentuar su presi¨®n reivindicativa particular. CC OO tendr¨¢ probablemente en el futuro serias dificultades, muchas de ellas internas, para aplicar la pol¨ªtica aprobada en su congreso.
El III Congreso de CC OO ofrece tambi¨¦n interesantes conclusiones en terrenos extrasindicales. La batalla pol¨ªtica declarada por las corrientes radicales a lo largo de los debates congresuales -las asignaturas pendientes del PCE, como las definiera Marcelino Camacho- han quedado, si no resueltas, al menos delimitadas. En ese aspecto, la postura defendida por Marcelino Camacho, su opci¨®n clara por una concepci¨®n sindical, ha sido decisiva. Los costes de esa actitud han sido, sin embargo, muy elevados para el secretario general de CC OO, que ha afrontado duros conflictos con sus viejos compa?eros que se pod¨ªa haber ahorrado mediante el procedimiento de aferrarse a su papel de figura incontestada, por encima de las disputas entre las distintas tendencias. Ahora, en CC OO existe una mayor¨ªa definida dispuesta a llevar adelante una pol¨ªtica aut¨¦nticamente sindical, que, incluye la posibilidad concreta de acuerdos negociados como eje de sus relaciones con el Gobierno socialista. Aunque CC OO no renuncie a la movilizac¨ª¨®n, elemento siempre presente en los sistemas de las relaciones industriales de los pa¨ªses democr¨¢ticos, se abren caminos para establecer con el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, con la CEOE y con UGT los mismos acuerdos que fueron propiciados y defendidos por Santiago Carrillo cuando Adolfo Su¨¢rez y Leopoldo Calvo Sotelo ocupaban el poder.
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