El p¨²blico abarrot¨® el estadio del Rayo Vallecano en la primera actuaci¨®n de Bob Dylan en Espa?a
Bob Dylan, el cantante norteamericano que por primera vez visita Espa?a, actu¨® anoche en el Estadio del Rayo Vallecano, en Madrid, y ma?ana lo har¨¢ en el miniestadio del Club de F¨²tbol Barcelona, en una gira que le lleva por Europa y en la que le acompa?a el grupo Santana.En la actuaci¨®n de anoche, que prosegu¨ªa al cierre de esta edici¨®n -Dylan comenz¨® a cantar pasada la una de la: madrugada-, el m¨²sico pareci¨® seguir la t¨¢ctica de los encuentros de f¨²tbol que terminan con pr¨®rroga y agotan al contrincante: apareci¨® en el escenario, confundido con el grupo que le acompa?a, una hora despu¨¦s de que Santana terminara su actuaci¨®n previa. Los m¨¢s de 25.000 espectadores que abarrotaron el estadio aplaudieron en principio desconcertados, porque Dylan, vestido con levita negra y blusa blanca, se confund¨ªa con el resto del grupo. En ning¨²n momento se encresparon los ¨¢nimos por la tardanza del ¨ªdolo, que se gan¨® en seguida a la audiencia. Hubo un solo proleg¨®meno a su recital, aparte de la actuaci¨®n musical que le precedi¨®: cuando Dylan se dirigi¨® en castellano a los presentes y les grit¨®: "Sois cojonudos".
La confusi¨®n del p¨²blico ante la presencia de Dylan dur¨® poco, y a¨²n fue menos posible cuando el cantante, despu¨¦s de la cuarta canci¨®n, opt¨® por quedarse solo en el escenario, con su guitarra, para protagonizar un concierto cl¨¢sico del rock que ¨¦l pr¨¢ctica, aunque se inici¨® con canciones poco conocidas de su repertorio.
Los presentes eran gente muy tranquila, que soport¨® estoicamente la tardanza de Dylan. Entre el p¨²blico, muchas calvas incipientes y atuendos normales; no hab¨ªa ni tachuelas ni cueros negros.
Algunos ministros ocuparon lugares preferentes en la presidencia del estadio. El de Defensa, Narc¨ªs Serra, el de Justicia, Fernando Ledesma, y el de Trabajo, Joaqu¨ªn Almunia, acudieron con corbata y con se?ora; muchos m¨¢s deportivo fue Javier Solana, el ministro de Cultura, que apareci¨® vestido para la ocasi¨®n como se hubiera vestido para acudir a un acto de recuerdo de la revoluci¨®n de mayo de 1968.
Hubo pocas luces, y poco movimiento, al menos hasta el momento en que fue posible seguir el espect¨¢culo antes del cierre de la edici¨®n. Ni Santana ni Dylan se mueven mucho en el escenario, y esto da de s¨ª un espect¨¢culo m¨¢s bien est¨¢tico cuya emoci¨®n est¨¢, por ejemplo, en la de las parejas que juntan sus manos evocando lo que las canciones de Dylan llevan a recordar.
Entre los presentes tambi¨¦n hab¨ªa, y pocos se explicaban mucho por qu¨¦, numerosos polic¨ªas a caballo, cuya permanencia en el recinto contrastaba con la tranquilidad de una noche que en un principio amenaz¨® lluvia y que luego discurri¨® tranquilamente, sin que Dylan la perturbara con su larga tardanza, recibida sin angustia y con expectaci¨®n por los que han visto por primera vez en Espa?a a uno de los ¨ªdolos principales de la m¨²sica rock.
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