La c¨¢mara era el ¨¢rbitro
No s¨¦ qu¨¦ hubiera dicho Juan Cueto, que mira el f¨²tbol televisado comiendo espaguetis de Carrara, pero la jugada mejor filmada del encuentro Francia-Espa?a fue la que protagoniz¨® el seleccionador espa?ol, Miguel Mu?oz, cuando abofete¨® levemente a su hom¨®nimo franc¨¦s, Michel Hidalgo, para significarle, como hac¨ªan los obispos, que confirmaba su victoria.La TV ofreci¨® esa imagen fugazmente, porque el m¨²ltiple ojo galo estaba fijado en la dichosa botella de champa?a descorchada junto a la porter¨ªa en la que Arconada fue baluarte expugnable despu¨¦s de haber sido la gran esperanza roja y gualda.
El ojo galo fue parcial, como el ¨¢rbitro, supongo. El locutor televisivo Jos¨¦ ?ngel de la Casa fue m¨¢s comedido en sus denuestos contra el ¨¢rbitro que sus colegas de la radio pero hubo un momento en que no se pudo contener y vio el rostro del verdadero enemigo: la c¨¢mara era el ¨¢rbitro.
La c¨¢mara era francesa,como el ¨¢rbitro, y nos condujo a los telespectadores cansados, hartos ya de los espaguetis de Carrara, a ver con un solo ojo un partido que debi¨® haberse visto desde los dos sitios. De la Casa percibi¨® el defecto, y en el momento final de la retransmisi¨®n denunci¨® el desaguisado: la c¨¢mara s¨®lo m¨ªraba la victoria, se ense?oreaba con ella, y nos ocultaba el verdadero rostro del fracaso, que era el de los futbolistas espa?oles, agotados y recompensados con una medallita que siendo Francia el lugar del luto deb¨ªa haber sido de la Virgen de Lourdes.
Advert¨ª que a Jos¨¦ ?ngel de laCasa le perturbaba la realidad y deseaba otra distinta, hasta el punto que fue capaz de hacer maniobras de anticipaci¨®n literaria a las intenciones del alevoso ¨¢rbitro checoslovaco de nombre criptocristiano. La t¨¢ctica del locutor era pr¨¢cticamente la del fuera de Juego: cuando predec¨ªa que el ¨¢rbitro iba a dejar de pitar una falta favorable a Espa?a y el trencilla le contradec¨ªa, De la Casa advert¨ªa con gravedad que el hombre de luto hab¨ªa interrumpido la natural fluidez del juego hispano. No lleg¨® De la Casa a las maniobras de disuasi¨®n televisiva de su compa?ero Azuara, que en su circunstancial retransmisi¨®n del victorioso Espa?a-Dinarnarca- qued¨® tan horrorizado ante la perspectiva de que Espa?a encajara un gol que evit¨® decir lo que dicen hasta los ni?os de pecho cuando ven entrar un bal¨®n en cualquier porter¨ªa: ¨¦l evit¨® astutamente cantar el primitivo gol dan¨¦s. Daba anteayer la impresi¨®n de que la c¨¢mara, en contubernio con el ¨¢rbitro, hab¨ªa ganado el partido para los franceses; hilando m¨¢s fino a¨²n, los ingenuos seguidores pod¨ªan pensar que los dos goles fueron de ficci¨®n y que el encuentro hubiera terminado siendo victorioso si no hubiera mediado la primavera de Praga de la televisi¨®n francesa, mucho m¨¢s p¨¦rfida y distorsionadora que nuestra TV entusiasta y nacional. El jugador n¨²mero doce se qued¨® af¨®nico detr¨¢s del micr¨®fono l¨ªvido del Ente P¨²blico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.