El luto se instala en la r¨ªa de Ald¨¢n
Ald¨¢n es una peque?a localidad costera que da nombre a una breve r¨ªa en el extremo oeste de la pen¨ªnsula del Morrazo. Pertenece al municipio de Cangas, y por fuerza desde cada lugar de su estrecha geograf¨ªa no se ve m¨¢s que oc¨¦ano. Los hombres de esta tierra tienen un destino un¨ªvoco: el mar o la emigraci¨®n. Las mujeres pueden aspirar a ser una de estas dos cosas, como dijo Rosal¨ªa: "viudas de vivos o muertos que nadie consolar¨¢".Carmen Rial Pi?eiro est¨¢ postrada en el lecho de sus padres desde que la televisi¨®n dio la noticia de que un misil iraqu¨ª hab¨ªa ca¨ªdo en el petrolero en que viajaba su marido. "Sab¨ªa que tenia que estar entre los muertos porque trabajaba en la sala de m¨¢quinas". ?l era Jos¨¦ Roberto Rodr¨ªguez Roiti?o, 30 a?os, de profesi¨®n chapista y marinero a la fuerza. "No tuvo m¨¢s remedio que enrolarse, llevaba varios meses en el paro y no encontraba trabajo". Roberto quer¨ªa volver a casa en Navidad para ver a su mujer y a Francisco Javier, su hijo de 11 meses. Carmen y su marido hab¨ªan comprado un piso en Cangas hace dos a?os. Solamente lo utilizaban cuando Roberto estaba en tierra. La viuda ahora se refugia en su casa paterna de MenduI?a (Ald¨¢n).
Carmen est¨¢ tambi¨¦n en el paro, trabaja cuando puede como eventual en la f¨¢brica de conservas Ameixide. Llevaban tres a?os casados. El suegro de Roberto L¨®pez Roiti?o lleg¨® ayer por la ma?ana a su casa procedente de Canarias, adonde hab¨ªa arribado el pesquero en el que trabaja. Toda la vida detr¨¢s como marino para sufrir ahora en su carne la p¨¦rdida del marido de su hija. "Do fogo calquera se escapa" dice Manuel Rial, tal es su nombre, al preguntarle si cree que su yerno sab¨ªa el peligro que corr¨ªa.
La familia de Roberto L¨®pez Roiti?o consolaba su dolor con la esperanza de recibir pronto sus restos, ya que se crey¨® en el primer momento que el cad¨¢ver rescatado era el suyo. Ayer conocieron la noticia de que el cuerpo pertenec¨ªa a Etelvino Duarte. Tambi¨¦n se ha hecho due?o el luto del hogar de Antonio Paz Nerga, de 26 a?os. ?l, L¨®pez Roiti?o y el otro marinero de Aldan fallecido, Luis Olegario Cordeiro, salieron juntos de Cangas el mi¨¦rcoles 20 de junio. "Iban los tres tan contentos", dice Rosa, su hermana. El padre de Antonio a¨²n no sabe la noticia. Se encuentra enrolado en un bacaladero que faena en el Gran Sol.
Loli, su novia, tuvo un mal presentimiento desde el momento en que se fue. La v¨ªspera de conocer la noticia estuvo llorando sentada en su cama toda la noche. Siempre est¨¢ la mar detr¨¢s.
Antonio Paz quer¨ªa estar enrolado durante seis meses o un a?o, lo que fuera posible, para ahorrar m¨¢s dinero. Hab¨ªa estudiado hasta segundo de m¨¢quina en la Escuela N¨¢utica de Vigo, y recientemente rechaz¨® un embarque en un mercante que iba a Centroam¨¦rica esperando volver a trabajar con la consignataria del Tibur¨®n, con la que ya se hab¨ªa enrolado anteriormente y con la que estaba satisfecho.
"Era ayudante engrasador", dice Rosa, "y le gustaba el trabajo junto a los motores". Cuando su madre le aconsej¨® que no fuera en el petrolero por temor a los bombardeos, contest¨®: "No te preocupes, no va a ser todo lo malo para m¨ª".
La impresi¨®n entre los vecinos de este pueblo que han tenido noticia en el breve espacio de una semana de la muerte de los tres maquinistas y de otros dos convecinos fallecidos en accidente laboral en Terranova y Canarias, respectivamente, es de que fue un asesinato. As¨ª lo corrobora Luis Pena, alcalde de Candas, vecino y amigo de todos ellos. "Sentimos toda la rabia contenida que produce no poder hacer nada en casos como ¨¦ste, eran hombres que no supieron por qu¨¦ mor¨ªan ni de qu¨¦ iba esa guerra".
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