Hace 52 a?os, en plena crisis, primera edici¨®n
, Corr¨ªan malos tiempos. El viernes negro de Wall Street, aquel 18 de octubre de 1929, a¨²n estaba muy cerca. Quince millones de parados asolaban el pa¨ªs te¨®ricamente m¨¢s pr¨®spero, que estaba a punto de superar el mal rato con Roosevelt y su new deal. Eran tiempos de crisis. Como ahora. Muchos pa¨ªses renunciaron a viajar a Los ?ngeles. El trayecto era largo y costoso. Desde Europa, m¨¢s de una semana en barco hasta Nueva York y luego otro largo viaje en tren atravesando Estados Unidos de costa costa. Pa¨ªses pobres utilizaron su ingenio: Brasil carg¨® el barco ol¨ªmpico con caf¨¦ y atletas, y en cada puerto importante el barco fondeaba en busca de compradores para su mercanc¨ªa. La crisis impidi¨® el negocio, y en Los ?ngeles s¨®lo hab¨ªa dinero para pagar la tasa portuaria de 58 deportistas Otros 49 se quedaron a bordo.Aun as¨ª, a Los ?ngeles llegaron 1.200 deportistas de 37 pa¨ªses, que disfrutaron de la primera villa ol¨ªmpica de la historia, formada por 550 pabellones de estilo colonial espa?ol. Las mujeres no pisaron la villa ol¨ªmpica y fueron enviadas a hoteles de la ciudad. Para los Juegos Ol¨ªmpicos se construy¨® y ampli¨® el Memorial Coliseum, un estadio de arquitectura inspirada en la Roma antigua y capaz de albergar a 105.000 personas. La financiaci¨®n, como siempre en tiempos de crisis, se reparti¨® entre capital privado y p¨²blico, con una aportaci¨®n municipal de 1,5 millones de d¨®lares.
Inauguraci¨®n y pol¨¦mica
El 31 de julio comenzaron los Juegos Ol¨ªmpicos. Ley¨® el juramento el teniente George Calnan, medalla de bronce en florete en 1928. No le dio suerte: muri¨® nueve meses m¨¢s tarde, cuando el dirigible Akron se hundi¨® en el oc¨¦ano, cerca de New Jersey. Las pruebas se iniciaron inmediatamente, pero en el desfile estuvieron ausentes dos de los mejores atletas de aquellos tiempos: el franc¨¦s Jules Ladoum¨¦gue -medalla de plata en Amsterdam en 1.500 metros y poseedor de seis r¨¦cords del mundo- y el fin¨¦s Paavo Nurmi, que con 35 a?os se hab¨ªa inscrito en la prueba de marat¨®n para intentar conseguir su d¨¦cima medalla de oro ol¨ªmpica. Ambos fueron acusados de profesionalismo por haber recibido dinero por participar en determinadas pruebas. Curiosamente, las federaciones sueca y alemana, que denunciaron a los atletas, se plegaron en su momento a su solicitud econ¨®mica.
Nurmi, sin embargo, tuvo la compensaci¨®n de ver a sus compa?eros fineses imponerse en la pruebas de fondo. Iso Hollo fue segundo en 10.000 metros y oro en 3.000 metros obst¨¢culos, una prueba que se alarg¨® una vuelta m¨¢s de lo previsto porque el sustituto del encargado de contar las vueltas -que estaba enfermo- se hizo un l¨ªo y err¨® en la cuenta. Los jueces propusieron repetir la carrera, pero los atletas, fatigados, se negaron a ello. Otro fin¨¦s, Lehtinen, gan¨® con malas artes la prueba de 5.000 metros. Su rival, el estadounidense Ralph Hill, tuvo que soportar varias obstrucciones antirreglamentarias en la recta final. Los jueces le propusieron la presentaci¨®n de una protesta. Ralph se neg¨®: "No me ha molestado". Eran otros tiempos. El p¨²blico se quej¨® sonoramente, pero call¨® cuando oy¨® por los altavoces al locutor diciendo: "No olviden ustedes, se?ores, que estas personas son nuestros hu¨¦spedes". En marat¨®n surgi¨® la sorpresa con el triunfo del peque?o argentino Zabala, que atac¨® en el kil¨®metro 36, tras sufrir un v¨®mito de sangre el l¨ªder, el finland¨¦s Virtanen.
El atletismo fue sin duda el deporte rey en estos Juegos Ol¨ªmpicos. Se mejoraron nueve r¨¦cords del mundo masculinos y 11 femeninos. Adem¨¢s por primera vez se instal¨® el cronometraje de las cent¨¦simas, el podio de vencedores -con los himnos nacionales y la limitaci¨®n a tres atletas por pa¨ªs y prueba.
En el atletismo masculino, con dominio aplastante de Estados Unidos, la prueba de 100 metros fue especialmente emocionante. Se escap¨® en la salida el japon¨¦s Yoshiocka, que domin¨® durante media carrera. Entonces tom¨® el relevo el norteamericano Tolan, un hombre peque?o -1,68 metros-, pero de gran poder¨ªo en sus piernas cortas y fuertes. Pero su compatriota Metcalfe -1,83 metros, alto y musculoso- se avalanz¨® sobre la l¨ªnea de llegada en los ¨²ltimos metros. Escribieron los comentaristas de la ¨¦poca que Tolan ganaba en los 99 metros, pero Metcalfe era el claro vencedor en los 101 metros. En la foto-finish nadie se atrev¨ªa a tomar partido, y a los dos se les dio un tiempo de 10.38. Al final, Tolan gan¨®, porque seg¨²n el reglamento de la ¨¦poca, hab¨ªa cruzado con cinco cent¨ªmetros de ventaja la l¨ªnea marcada en el suelo. Hoy se les habr¨ªa dado el triunfo a ambos. Tolan y Metcalfe se reencontraron en los 200 metros: Tolan gan¨® con 21.12, y Metcalfe fue tercero, a dos cent¨¦simas. Los jueces se dieron cuenta posteriormente de que Metcalfe hab¨ªa corrido 1,50 metros m¨¢s por un error de c¨¢lculo. Metcalfe no quiso repetir la carrera: "Hoy Tolan es mejor que yo".'
La nataci¨®n, japonesa
Un profesor de Qu¨ªmica, el honorable Matsuwada, estrope¨® la fiesta estadounidense en la nataci¨®n al crear un estilo propio en el que se empezaban a utilizar las piernas por primera vez. Solo Buster Crabbe logr¨® el t¨ªtulo de 400 metros. Crabbe, el sucesor de Johnny Weismuller en la piscina, tambi¨¦n ocup¨® su lugar en las pantallas en el papel de Tarz¨¢n, aunque sus pocas cualidades dram¨¢ticas no le permitieron pasar a la historia del cine.
Los otros deportes estuvieron siempre relegados a un segundo plano y otro espa?ol, Jos¨¦ Gonz¨¢lez Delgado, qued¨® cuarto en tiro le pistola. Tuvo menos suerte que Amat, bronce en la clase solitaria finn, de vela.
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