Los problemas de la CNT
La CNT, desde su fundaci¨®n, en el congreso de 1910, no ha cesado de tener problemas. Unos, naturales, originados por el choque de corrientes diversas, perfectamente l¨®gicas en una organizaci¨®n donde la libertad del individuo es siempre inalienable y tiene derecho a expresarse en asambleas, plenos y congresos. Otros, menos naturales, por cuanto han sido introducidos y provocados, muchas veces, por agentes ajenos a la organizaci¨®n misma, m¨¢s o menos teledirigidos por fuerzas pol¨ªticas exteriores.Desde siempre se ha perseguido el objetivo de destruir o, por lo menos, anular o disminuir la fuerza y la influencia de la CNT entre la clase trabajadora. Para el capitalismo y para el Estado, adjet¨ªvese como sea, un movimiento incontrolado que no responde al encuadramiento y a los l¨ªmites prefijados por las mismas fuerzas pol¨ªticas y econ¨®micas que monopolizan el poder es siempre inquietante, y ni por un momento se deja de desvirtuarlo.
Hemos pasado a lo largo de los a?os por diferentes etapas. Despu¨¦s de la revoluci¨®n de 1917 en Rusia, los comunistas consiguieron ser fuerzas hegem¨®nicas dentro de la CNT, sobre todo en Catalu?a, a trav¨¦s del llamado Bloc Obrer i Camperol (Bloque Obrero y Campesino), que m¨¢s tarde se convirti¨® en el embri¨®n del movimiento trotskista. Hubo luego el per¨ªodo de discusiones apasionadas entre las dos corrientes dominantes en la CNT, cuando, al regreso de Pesta?a de Rusia, la ilusi¨®n en torno a la revoluci¨®n sovi¨¦tica se fue desmoronando a consecuencia de lo que hab¨ªan sido experiencias vividas por las diversas delegaciones all¨ª enviadas. Hab¨ªa una corriente libertar¨ªa, mayoritaria, que consigui¨® que en 1919, en su congreso, la CNT declarase que iba "hacia el comunismo libertario". Y hab¨ªa la corriente sindicalista, que consideraba que el sindicalismo deb¨ªa bastarse a s¨ª mismo.Presiones internas
El per¨ªodo de represi¨®n de Anido y Arlegui en Catalu?a, de Regueral en Vizcaya, de Maestre Laborde en Valencia, no permiti¨® luchas de corrientes internas, porque el imperativo categ¨®rico de la defensa individual y colectiva pasaba por encima de todo. Pero cuando se restableci¨® la normalidad, empezaron a proyectarse sobre una CNT que renac¨ªa con m¨¢s ¨ªmpetu e influencia que nunca las diversas intromisiones de personajes y de personajillos que pretend¨ªan ejercer determinadas presiones internas y que estuvieron en el origen de algunas divisiones, ya entonces producidas. Todo ¨¦sto se agrav¨® durante los siete a?os de dictadura de Primo de Rivera, durante los cuales hubo ciertas corrientes reformistas que pretendieron secundar los esfuerzos realizados por Largo Caballero, consejero de Trabajo de la dictadura, creando los llamados Jurados Mixtos, que deb¨ªan arbitrar los conflictos entre el capital y el trabajo.
El fin de la dictadura y la proclamaci¨®n de la Il Rep¨²blica, pasada la euforia de los primeros meses, empezaron a crear nuevos conflictos internos dentro de la CNT, la mayor parte provocados desde el exterior. Fue el per¨ªodo de las luchas entre los que podemos llamar moderados y extremistas, o, dicho de otra manera, treintistas y fa¨ªstas. La diferencia que les separaba era que los primeros consideraban que deb¨ªa concederse un cierto cr¨¦dito a la Rep¨²blica para que realizase las reformas prometidas, mientras que los segundos consideraban que no pod¨ªa concederse este cr¨¦dito sin correr el riesgo de abortar toda posibilidad revolucionaria. Hubo entonces las mayores escisiones, Pesta?a se separ¨® y fund¨® el Partido Sindicalista. Los sindicatos de Matar¨®, de Sabadell y alguno de Valencia constituyeron los llamados sindicatos de oposici¨®n. Sin embargo, aparte la decisi¨®n de Pesta?a, estos sindicatos no osaron jam¨¢s constituir otra CNT, diferente de la CNT fundada en 1910.
En el congreso confederal de Zaragoza, de 1936, todos estos problemas fueron resueltos suprimiendo la denominaci¨®n de sindicatos de oposici¨®n para reintegrarse sin reservas al grueso de la organizaci¨®n. Porque en la CNT ha existido y debe existir un principio que regule la vida y el funcionamiento de la organizaci¨®n. Este principio es el del respeto a los acuerdos de los congresos. Y es tambi¨¦n el principio del respeto a los acuerdos mayoritarios, lo que no supone que las minor¨ªas no puedan defender sus puntos de vista dentro de la organizaci¨®n hasta conseguir que ellos pasen a ser mayoritarios.Los derechos de la l¨ªnea minoritaria
Para nosotros, militancia confederal educada por esta constante proyecci¨®n de hombres y de ideas, no hay ni puede haber m¨¢s CNT que aquella que sigue las l¨ªneas trazadas por los sucesivos congresos: el de 1910, el de 1919, el de 1931, el de 1936. Y, despu¨¦s del interregno de la dictadura franquista, por el V Congreso, de 1979, en Madrid, y por el VI Congreso, de 1983, en Barcelona, con su prolongaci¨®n en Torrej¨®n de Ardoz.
Aquellos que resultaron minoritarios en no importa cu¨¢l de estos congresos ten¨ªan el derecho y el deber de defender sus puntos de vista dentro de la propia organizaci¨®n, procurando que, en un pr¨®ximo comicio, sus ideas prevalecieran. Como ejemplo diremos que en el congreso de 1931 no se consigui¨® aprobar la constituci¨®n de federaciones de industria, que defend¨ªa hombre tan prestigioso como era Orob¨®n Fern¨¢ndez. Sin embargo, vuelto a plantear el problema en el congreso de 1936, las federaciones de industria fueron aprobadas. Lo que no puede hacerse es crear escisiones porque no se est¨¢ conforme con un acuerdo o porque no consigue imponerse un punto de vista. Si siempre se hubiese hecho esto, no hubiera existido la CNT.
Lo grave del caso que hoy vivimos es que muchos de los problemas -m¨¢s artificiales que reales- que tiene la CNT son provocados y alimentados por fuerzas ajenas a la CNT misma, porque nunca como ahora ha habido tanto inter¨¦s en encuadrar a nuestra organizaci¨®n dentro de marcos, de normas y de leyes. Pero sepan todos cuantos giran en tomo a esta situaci¨®n, que la CNT ha digerido y seguir¨¢ digiriendo todas las escisiones. Porque ninguna escisi¨®n puede sobrevivir a s¨ª misma, y, a la postre, tiene que volver a integrarse a la CNT y a formar de nuevo cuerpo con ella.
Escribimos estas l¨ªneas deseando que todos los que sinceramente amen a la CNT y no sirvan a m¨¢s intereses que a los de la organizaci¨®n, a la que dicen pertenecer, reflexionen y se den cuenta del error cometido y de la necesidad de rectificarlo, si no quieren quedar definitivamente excluidos de una historia social y obrera a la CNT vinculada.
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