El secuestro de Londres
En una descarada operaci¨®n un exiliado pol¨ªtico en Londres fue secuestrado, drogado y arrojado en una valija diplom¨¢tica. Pero los secuestradores no trabajaban para la Libia del coronel Gadafi, sino que eran agentes del r¨¦gimen militar de Nigeria encabezado por el general Mohamed Duhari, un hombre con reputaci¨®n de moderado. Tuvieron como c¨®mplices a tres ciudadanos de Israel, donde terrorismo es la palabra pol¨ªtica m¨¢s odiosa.Es una amarga evidencia que el terrorismo ya no es la enfermedad de una ideolog¨ªa despreciable, sino que est¨¢ amenazando y extendi¨¦ndose por todo el mundo civilizado. De Rang¨²n a Atenas, Roma, Par¨ªs y Londres, planea la sombra de Chacal. Las normas que las naciones civilizadas han inventado para resolver sus disputas -cortes¨ªa e inmunidades diplom¨¢ticas- se utilizan para ejecutar venganzas primitivas.
Desgraciadamente, pese a todos los gritos de alarma, las naciones civilizadas no han llegado a ponerse de acuerdo ni siquiera sobre las medidas m¨¢s sencillas a adoptar para desterrar a los terroristas y castigar a los Gobiernos que los protegen y acogen. En la reuni¨®n cumbre de Londres del mes pasado, las democracias industriales se asombraron de la facilidad con que los terroristas atraviesan las fronteras y prometieron una mayor coordinaci¨®n de sus servicios de inteligencia, lo que ha quedado s¨®lo como una hip¨®crita aspiraraci¨®n. ( ... ) La declaraci¨®n de Londres tambi¨¦n recomienda la cooperaci¨®n en la expulsi¨®n de terroristas conocidos, incluidos los diplom¨¢ticos disfrazados. ( ... )
No son problemas f¨¢ciles de resolver. Nadie, por ejemplo, puede encontrar una pena satisfactoria que corresponda a este extra?o delito de secuestro de Umaru Dikko, el exiliado nigeriano. Si el r¨¦gimen militar de Nigeria es culpable, debe cerrarse su embajada, pero Londres tendr¨ªa que seguir manteniendo relaciones con el pa¨ªs m¨¢s poblado de ?frica. ( ... )
12 de julio
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