Movilizaciones contra la reconversi¨®n naval
LA IMPORTANCIA de las manifestaciones y paros registrados anteayer en Galicia, Asturias, Cantabria, Vizcaya, Sevilla, C¨¢diz y Valencia contra los planes del Gobierno para la reconversi¨®n de la industria naval ha estado en funci¨®n del peso relativo de ese sector en la actividad econ¨®mica y la poblaci¨®n laboral de las comunidades y ciudades afectadas. En l¨ªneas generales, la jornada, considerada como un ¨¦xito por los organizadores, se desarroll¨® de forma pac¨ªfica y con brotes s¨®lo aislados de violencia. La actuaci¨®n intimidatoria de piquetes para forzar el cierre de los comercios y las obstaculizaciones del tr¨¢fico en algunas carreteras nacionales y l¨ªneas f¨¦rreas, comportamientos que se sit¨²an al margen de las reglas de convivencia en un sistema democr¨¢tico, son estampas demasiado habituales en este tipo de movilizaciones como para llamarse a sorpresa.A lo largo de los ¨²ltimos meses, y especialmente desde la comparecencia en Televisi¨®n del presidente del Gobierno, ha ido ganando terreno en la sociedad la necesidad o la inevitabilidad de una pol¨ªtica industrial orientada a frenar la terrible sangr¨ªa causada en los presupuestos del Estado por las inversiones a fondo perdido, dirigidas a sectores ruinosos, carentes de futuro por obsolescencia tecnol¨®gica, sobredimensionamiento o ca¨ªda de la demanda en el mercado mundial. No se puede decir, sin embargo, que los socialistas hayan cambiado de opini¨®n o de diagn¨®stico en este terreno. El programa electoral del Partido Socialista Obrero Espa?ol afirmaba que la agudizaci¨®n de la crisis econ¨®mica no hab¨ªa hecho sino aflorar las consecuencias de "la pasividad e improvisaci¨®n de las pol¨ªticas industriales pasadas", de forma tal que la d¨¦cada de los ochenta nos hab¨ªa sorprendido con sectores muy dependientes del exterior, sometidos a un intervencionismo poco transparente, poco o nada competitivos en el exterior y extremadamente fr¨¢giles y vulnerables ante los retos de la econom¨ªa mundial. Ocurre, m¨¢s bien, que no todos los votantes socialistas fueron conscientes de las consecuencias pr¨¢cticas, a la vez impopulares y dolorosas, que implicaba el enunciado te¨®rico de esos planes de reconversi¨®n.
Ahora bien, ser¨ªa un acto de optimismo suponer que la mayor permeabilidad de la opini¨®n p¨²blica para las razones profundas que llevan al Gobierno a adoptar esas medidas y para el car¨¢cter irremediable de su aplicaci¨®n se hiciera tambi¨¦n extensiva a los n¨²cleos de poblaci¨®n directamente afectados por la reconversi¨®n. Desde la serenidad de un despacho se puede constatar fr¨ªamente que las decenas de miles de puestos de trabajo amenazados por esa pol¨ªtica de ajustes constituyen s¨®lo una peque?a fracci¨®n de los dos millones y medio de parados registrados hoy en Espa?a. Tambi¨¦n cabe se?alar que los afectados por las medidas de reconversi¨®n dispondr¨¢n de una cobertura de desempleo mucho m¨¢s favorable que la ordinaria. Siguiendo esa misma l¨ªnea de razonamiento, se puede igualmente recordar que el artificial mantenimiento del empleo en unas emprepas desesperadamente deficitarias, alimentadas por el gota a gota de los fondos presupuestarios y salvadas de la quiebra exclusivamente por su naturaleza p¨²blica, no hace sino mermar posibilidades a la creaci¨®n de puestos de trabajo en nuevos sectores competitivos. Ahora bien, ser¨ªa demasiado pedir a los trabajadores de esos sectores, o a los comerciantes de las ciudades y los pueblos incluidos en los planes de reconversi¨®n, la serenidad, el altruismo y la capacidad de racionalizaci¨®n suficientes para sobreponerse a las emociones y a los intereses negativamente afectados por las medidas de reestructuraci¨®n.
Los trabajadores afectados por los planes de reestructuraci¨®n y los sindicatos y partidos que apoyan sus movilizaciones suelen argumentar, por lo dem¨¢s, que no se oponen a la reconversi¨®n en s¨ª misma, sino a la manera de instrumentalizarla por el Gobierno y a la ausencia de una pol¨ªtica paralela de reindustrializaci¨®n.
Pero as¨ª como ser¨ªa ingenuo tomarse al pie de la letra las propuestas de una reindustralizaci¨®n perfectamente sincronizada con la reconversi¨®n de los sectores en crisis, hay serios motivos para pensar que la pol¨ªtica del Gobierno en este terreno se ha metido en conflictos innecesarios, ha carecido de sentido pr¨¢ctico y ha pecado de arrogancia. Hay empresas que han sido reconvertidas en este pa¨ªs de manera razonable y r¨¢pida, con menor conflictividad y sin el espectacular montaje de leyes, declaraciones y duelos que ha acompa?ado la gesti¨®n de Carlos Solchaga. Porque, para colmo, los ruidos han sobrepasado hasta ahora a las nueces en los planes de reconversi¨®n del Gobierno socialista. Finalmente, las ¨¢reas declaradas en crisis sufren en buena medida las consecuencias de la pol¨ªtica industrial, expansionisa y triunfalista, impulsada durante la d¨¦cada de los sesenta y comienzos de los setenta desde el sector p¨²blico. ?No es hora ya de que el Gobierno exponga con detalle la g¨¦nesis y la historia de esa gesti¨®n cat¨¢strofica, aunque algunos de sus responsables sigan mereciendo hoy la confianza de los socialistas?
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