La sorpresa de Mondale
EN V?SPERAS de la apertura de la convenci¨®n dem¨®crata de San Francisco, Mondale, rompiendo su imagen de pol¨ªtico gris, cauto, indeciso, ha causado una gran sorpresa al designar a una mujer, Geraldine Ferraro, para que figure en el ticket del Partido Dem¨®crata como candidata a la vicepresidencia. Entre los elogios que tal designaci¨®n ha provocado en los c¨ªrculos pol¨ªticos destaca la apreciaci¨®n de Edward Kennedy, diciendo que se trata de un acontecimiento "hist¨®rico". No cabe duda de que lo es, porque no tiene antecedente. En los ¨²ltimos a?os, algunas mujeres han ido ocupando cargos de alta responsabilidad en la vida norteamericana, incluso en el Ej¨¦rcito y en el Tribunal Suprem¨®. Pero aspirar a la vicepresidencia es algo cualitativamente diferente, porque se trata de un cargo que, en caso de accidente, atentado, enfermedad o muerte del presidente (y en las ¨²ltimas d¨¦cadas tales casos no han sido muy excepcionales) implica asumir la m¨¢xima direcci¨®n del pa¨ªs y el mando supremo de las fuerzas armadas. El hecho de que una mujer entre en tal elecci¨®n en 1984 representa un avance hist¨®rico en la destrucci¨®n de concepciones a¨²n muy arraigadas, que aceptan, s¨ª, en abstracto, la igualdad de la mujer, pero que son muy reticentes cuando se trata de su promoci¨®n a puestos de direcci¨®n decisivos.Con la designaci¨®n de la se?ora Ferraro, Mondale puede evitar que la convenci¨®n de San Francisco se centre en su enfrentamiento con Hart, el cual no ha renunciado, al menos por ahora, a presentar su propia candidatura. La soluci¨®n que hubiese dado probablemente los mejores resultados a los dem¨®cratas, un acuerdo con Hart para la vicepresidencia, ha fracasado por causas que a¨²n no est¨¢n claras. Mondale quiere provocar ahora un movimiento de unidad y de entusiasmo entre los delegados de San Francisco hacia el ticket Mondale-Ferraro, en un esfuerzo por superar su propia falta de carisma. Geraldine Ferraro puede dar a la,campa?a presidencial un clima de viveza, de excitaci¨®n; algo de esto se ha producido ya en el momento de su designaci¨®n. La candidatura de Mondale aparec¨ªa como un remedo aburrido de la vieja pol¨ªtica maniobrera del Partido Dem¨®crata. Ahora puede adquirir un nuevo brillo, un color de novedad, atractivo no s¨®lo para grandes masas de mujeres -no se puede olvidar que son mayoritarias entre el electorado norteamericano- y para otros sectores, muy diversos, pero inclinados hacia soluciones de cambio.
Ser¨ªa err¨®neo ver en la designaci¨®n de Geraldine Ferraro solamente el hecho de que se trata de una mujer: en su personalidad, en su vida pol¨ªtica se da una serie de factores que tienen una importancia considerable para elevar el voto dem¨®crata: es hija de emigrados italianos, lo que acarrea la simpat¨ªa de las numerosas minor¨ªas ¨¦tnicas y nacionales, que constituyen una parte considerable de la poblaci¨®n de EE UU. Por otro lado, es cat¨®lica, pero partidaria de la legalidad del aborto; demuestra con ello una comprensi¨®n clara (de la que carece la Iglesia espa?ola) de la diferencia entre unas convicciones personales y una legislaci¨®n que necesita tener en cuenta la pluralidad de las opiniones existentes en la sociedad. Frente a las actitudes retr¨®gradas de Reagan sobre el aborto y otras cuestiones de ese g¨¦nero, la candidatura dem¨®crata presentar¨¢ ahora una imagen m¨¢s netamente progresista. Ello puede impulsar a votar a millones de personas que normalmente no lo hacen, porque consideran que no sirve para lograr ninguna mejora. Recordemos que en 1980 Reagan fue elegido con el 51% de los votos; pero s¨®lo vot¨® el 52% del censo. La t¨¢ctica dem¨®crata para modificar las actuales previsiones, seg¨²n las cuales Reagan va a obtener una victoria tranquila, tiene que esforzarse por lograr la participaci¨®n de nuevos millones de electores. Para ello, el apoyo de Jackson a Mondale, despu¨¦s de la campa?a que ha llevado a cabo para movilizar a la poblaci¨®n negra, ser¨¢ sin duda important¨ªsimo. Y en el mismo orden de cosas, la decisi¨®n audaz de designar para la vicepresidencia a Geraldine Ferraro.
Sin embargo, una larga experiencia demuestra que las cuestiones econ¨®micas son las que suelen decidir de modo prioritario las elecciones en EE UU. En ese orden, Reagan se presentar¨¢ en noviembre con triunfos muy fuertes en la mano. Y todo indica que est¨¢ resuelto a evitar, al menos hasta entonces, que graves tensiones en la situacion internacional pudiesen alterar esa prioridad.
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