La g¨¦nesis del conflicto
Cuando ya entrada la noche del jueves 18 de julio de 1974 le preguntaron al entonces primer ministro de Turqu¨ªa, Bulent Ecevit, al pie de la escalerilla del avi¨®n que le tra¨ªa de su infructuoso viaje a Londres, si su pa¨ªs ten¨ªa la intenci¨®n de intervenir militarmente en Chipre, el l¨ªder socialdem¨®crata contest¨®, agobiado: "Es mejor que no me hagan esa pregunta hoy".Los hechos empezaron a dar al d¨ªa siguiente una respuesta a la pregunta de los periodistas cuando, a la ma?ana siguiente, parte de la marina de guerra turca zarp¨® del puerto de Mersin rumbo a las costas chipriotas, distantes solamente 130 kil¨®metros, y el s¨¢bado 20 de julio la comunidad internacional obtuvo una contestaci¨®n definitiva, cuando de las barcazas de desembarco miles de soldados turcos se lanzaron a la conquista de las playas al oeste de Kyrenia, mientras los paracaidistas se apoderaban del barrio turco de Nicosia, la capital.
Con esa operaci¨®n, el Gobierno de Ankara daba su respuesta sobre el terreno al golpe de Estado dado cuatro d¨ªas antes -el 16 de julio- por la Guardia Nacional greco-chipriota, con la colaboraci¨®n de la Junta Militar de los coroneles griegos, que ambicionaban a largo plazo anexionarse la isla, y que llev¨® al poder al efirnero presidente Nicos Sampson, que en su primera alocuci¨®n por radio acus¨® a su predecesor en el cargo, el arzobispo greco-ortodoxo Makarios, de "destruir el esp¨ªritu del helenismo".
"Espiritu del helenismo"
Pero en Una isla con un 18% de poblaci¨®n turca -120.000 personas, contra 550.000 greco-chipriotas- la restauraci¨®n del "esp¨ªritu del helenismo" ten¨ªa pocas probabilidades de ser aprobada por la minor¨ªa musulmana, cuyo jefe, Rauf Dektash, ped¨ªa a gritos la ayuda militar de Turqu¨ªa "si fracasa la diplomacia y ese mu?eco en manos de la Junta Militar logra mantenerse en el poder".
La diplomacia fracas¨® a pesar de que el arzobispo Makarios, que se escap¨® por la puerta trasera de su palacio bombardeado para refugiarse en Paphos, de donde lanz¨® un llamamiento por radio desmintiendo los rumores sobre su muerte e invitando a sus partidarios a la lucha armada contra los g¨®lpistas, fue rescatado por un helic¨®ptero de la fuerza a¨¦rea brit¨¢nica y logr¨® presentarse en Nueva York el mismo d¨ªa del desembarco turco.
Ning¨²n funcionario norteamericano fue a recibir al aeropuerto al depuesto presidente, pero el Consejo de Seguridad de la ONU le reserv¨®, en cambio, una calurosa acogida antes de que hiciese su apasionada denuncia de "la extensi¨®n a mi pa¨ªs de la dictadura de la Junta Militar griega" y aportase pruebas sobre la participaci¨®n en el golpe de oficiales y soldados del contingente militar griego estacionado en la isla, algunos de los cuales, muertos en combate, fueron repatriados a Grecia para ser enterrados.
Mientras el arzobispo hablaba ante el foro internacional, la negativa brit¨¢nica, seg¨²n Ecevit, de tomar cartas en el asunto chipriota como potencia cogarante, junto con Turqu¨ªa y Grecia, de los tratados de Londres y Zurich, incit¨® a Ankara a pasar s¨®lo a la ofensiva en una acci¨®n que el premier turco siempre se obstin¨® en presentar "no como una invasi¨®n, sino como un mero gesto contra el r¨¦gimen de Sampson", que amenazaba a la comunidad turca.
"No pasar¨¢n"
La poblaci¨®n turca recibi¨® al invasor como un liberador, con gritos de bienvenida y aplausos, al tiempo que izaba banderas de Turqu¨ªa sobre los tejados de sus casas, mientras los 10.000 hombres de la Guardia Nacional y los militantes de EOKA-B, el partido derechista favorable a la incorporaci¨®n a Grecia, les acogieron con las armas en la mano, convencidos, seg¨²n rezaban sus esl¨®ganes, de que "los turcos no pasar¨¢n" y de que "la vida de la naci¨®n griega ser¨¢ larga".
Los 35.000 soldados turcos pasaron. Sampson cay¨® ocho d¨ªas
La g¨¦nesis del conflicto
despu¨¦s de haber accedido al poder. Sus seguidores, la Guardia Nacional, el contingente griego, y hasta los miembros de partidos de izquierda, empezando por los comunistas del poderoso Akel, que despu¨¦s de haber luchado contra la derecha pro griega se enfrentaron con las tropas de Ecevit, fueron todos derrotados.Cuando, 48 horas despu¨¦s del desembarco, el entonces secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, consigui¨® un primer alto el fuego, los muertos eran ya varios miles, y los refugiados greco-chipriotas que hu¨ªan del avance turco superaban los 180.000, mientras 40.000 turco-chipriotas se dirig¨ªan a la zona bajo el dominio enemigo.
Cuando a mediados de agosto qued¨® definitivamente consolidada la tregua, las fuerzas armadas de Ankara controlaban el 37% de la superficie de la isla, donde estaban, adem¨¢s, localizados el 70% de sus recursos y el 95% de su industria hotelera.
El golpe con el que los coroneles griegos pretend¨ªan estabilizar su situaci¨®n interna acab¨®, al contrario, precipitando su ca¨ªda, y a petici¨®n de la Junta Militar desamparada, Constantino Caramanlis, regres¨® el 22 de julio de su exilio parisiense para hacerse cargo provisionalmente del poder en Atenas.
Apenas instalado en un hotel cercano al Parlamento, y transformado en cuartel general de su Gobierno de transici¨®n, Caramanlis recibi¨® una carta de su hom¨®logo turco, Ecevit, en la que ¨¦ste se mostraba convencido de que "su nombramiento anuncia el comienzo de una nueva era de democracia y libertad en esta zona", y aseguraba que ten¨ªa "fe en que al abrirse ahora un camino brillante para nuestras dos naciones podremos f¨¢cilmente enterrar los amargos recuerdos del pasado".
Pero 10 a?os despu¨¦s, ni Atenas ni Ankara han enterrado esos "amargos recuerdos", y la cuesti¨®n chipriota sigue envenenando sus relaciones, sobre todo desde que el 15 de noviembre pasado la comunidad turco-chipriota proclam¨®, con la complicidad de Ankara, la "Rep¨²blica Turca de Chipre del Norte".
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