Contradicciones en el Este
EL PORTAVOZ del Gobierno polaco, Jeirzy Urban, ha dadola impresi¨®n, en sus declaraciones en Madrid, de que el general Jaruzeiski se prepara para proclamar una amnist¨ªa. Si esta impresi¨®n se confirmase, afectar¨ªa a varios centenares de presos pol¨ªticos, y ser¨ªa, indiscutiblemente, un paso importante para mejorar el clima, ya que las tensiones pol¨ªticas y sociales siguen siendo muy fuertes, y la normalizaci¨®n, m¨¢s bien un lema de la propaganda oficial que una realidad de la calle. Pero, ?c¨®mo compaginar ese anuncio, m¨¢s o menos ambiguo, de una amnist¨ªa con la apertura inminente del proceso contra Jacek Kuron, Adam Michnik y sus compa?eros, los dirigentes del Comit¨¦ de Autodefensa Social (KOR), acusados de compl¨® contra el Estado? Se trata de personalidades de gran prestigio de la izquierda polaca, cuyo papel ha sido esencial en el desarrollo del pensamiento marxista independiente y en el impulso del poderoso movimiento obrero, que se plasm¨®, en 1980, en Solidaridad. Sus delitos son exclusivamente pol¨ªticos. Se les juzga ante un tribunal militar porque tienen una concepci¨®n del socialismo que choca de frente con la realidad de la dictadura militar ejercida por Jaruzelski. Su condena ser¨ªa el ment¨ªs m¨¢s rotundo a todas las afirmaciones sobre una Polonia ya normalizada y en la que progresan los derechos humanos.Por otro lado, es probable que el se?or Urban no reflexion¨® bastante antes de hacer menci¨®n de la amnist¨ªa que fue decretada en Espa?a. Porque aqu¨ª la amnist¨ªa fue parte de un proceso de restablecimiento pleno de las libertades democr¨¢ticas, de reconocimiento del derecho a la libre existencia de partidos pol¨ªticos y sindicatos. Si la actual situaci¨®n polaca no evoluciona -como exige la organizaci¨®n clandestina de Solidaridad- hacia un m¨ªnimo de pluralismo sindical, al menos en las empresas como primer paso, si las diferend¨ªas pol¨ªticas o ideol¨®gicas con el poder se siguen zanjando por m¨¦todos policiacos, es evidente que la amnist¨ªa s¨®lo podr¨ªa tener efectos efimeros. Por otro lado, hace falta rechazar el argumento de que los extranjeros no tienen derecho a opinar sobre tales cuestiones, porque ser¨ªa una injerencia en asuntos internos. El Acta de Helsinski, firmada por todos los pa¨ªses del Este, contiene obligaciones internacionales en orden al respeto de los derechos humanos; es m¨¢s, en la Declaraci¨®n de Madrid hay una referencia especial a la libertad sindical.
No es nuestra intenci¨®n con estos comentarios subestimar el significado que tendr¨ªa en la actualidad una amnist¨ªa en Polonia, sobre todo si significase la puesta en libertad de los dirigentes del KOR. La concepci¨®n simplista de los pa¨ªses del Este como realidades id¨¦nticas y congeladas no ayuda a comprender fen¨®menos complejos, con din¨¢micas internas no siempre homologables. A pesar de un proceso hist¨®rico que ha impuesto en ellos el modelo sovi¨¦tico, con todo lo que ello implica de un sistema pol¨ªtico jer¨¢rquico y autoritario, en la fase actual parecen surgir diferencias interesantes. En Occidente existe una creciente voluntad de autonom¨ªa europea. Las tosas son distintas en el Este; la dominaci¨®n sovi¨¦tica se ejerce de forma mucho m¨¢s directa; pero tambi¨¦n se manifiestan tendencias a una mayor autonom¨ªa en las xelaciones con la superpotencia; tendencias que responden a causas econ¨®micas y, asimismo, pol¨ªticas y culturales.
En estas condiciones, la intensificaci¨®n de las relaciones entre las dos partes de Europa es en s¨ª un fen¨®meno pol¨ªtico positivo, aunque no tenga efectos apreciables a corto plazo. Espa?a est¨¢ participando en este proceso con visitas de Estado de diverso nivel. Es l¨®gico que en estas relaciones un tema central sea la b¨²squeda de nuevas v¨ªas para frenar la carrera de armamentos y asentar en Europa una seguridad colectiva. Si ayudan a desbloquear la con ferencia de Estocolmo, encargada precisamente de crear un clima de confianza, las conversaciones entre pa¨ªses europeos del Este y del Oeste pueden cobrar gran importancia. Pero, en todo caso, la defensa de las libertades y derechos humanos, en todas las condiciones y latitudes, es inherente a una concepci¨®n moderna, y progresista, de la unidad europea.
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