Dejen a los charnegos quejarse en paz

Hay debates que cada vez que salen a la palestra, cada uno toma las armas para atrincherarse en su postura. El del charnego es uno de ellos, y el guionista Eduard Sola lo volvi¨® a poner sobre la mesa en su discurso de aceptaci¨®n del premio Gaud¨ª a mejor guion. Es una cosa tan molesta y pesada, que cada vez que alguien recuerda que hubo un grupo de personas en Catalu?a se?aladas por ser inmigrantes del resto de Espa?a, otro grupo sale corriendo y gritando: ?Pasad p¨¢gina ya! ?Eso no ocurri¨®! ?No fue tan as¨ª! ?Dejad de hacer bandera! ?En Catalu?a ya hab¨ªa pobres antes de que llegaseis! Solo faltan que nos griten supremacistas por no olvidarlo ya de una vez.

Parec¨ªa que el sufl¨¦ Sola hab¨ªa pasado, hasta que le volvieron a dar un premio, esta vez en los Goya, otra vez al mejor guion por Casa en flames. Sola de nuevo nos obsequi¨® con un discurso brillante, esta vez dedicado a las ¡°supermadres¡±: esas mujeres a las que las educaron para ser amas de casa, y a las que les toc¨® trabajar doble o triple para sacarnos adelante. Pero qu¨¦ m¨¢s dar¨¢ eso, la cosa para algunos en X fue salir de nuevo con la cantinela del charnego, como si el tema les escociese tanto que les es imposible soltarlo.

¡°Eduard Sola como ejemplo de purplewashing. En Catalu?a pone sobre la mesa el conflicto ¨¦tnico porque su visi¨®n coincide con la de los poderosos; En Espa?a habla de feminismo y esconde la opresi¨®n de Catalu?a para gustar a la progres¨ªa espa?ola¡±, escribi¨® la periodista Marta Roqueta. ¡°Charnego orgulloso y, como se ve, chupaculos. En Madrid, todo tiene otro tono¡±, se sum¨® el escritor y columnista Enric Vila. Ambos comentarios resumen la filosof¨ªa de quienes no soportan ni pueden aguantar que alguien recuerde que en Catalu?a se menospreci¨® a toda una generaci¨®n de currantes venidos de fuera.

Comentarios que en realidad deja entrever lo que de verdad molesta: que un mont¨®n de personas de Andaluc¨ªa o Murcia se instalasen en Catalu?a para buscarse la vida. Lo entienden como una colonizaci¨®n propiciada por el franquismo para borrar las se?as de identidad propias catalanas, que han quedado diluidas en los Mart¨ªnez, los Garc¨ªa y los dem¨¢s apellidos que ya ni siquiera resuenan a otras latitudes y que encima casi siempre votan mal. Recordemos que Catalu?a tuvo un presidente Montilla, un origen indudable de poca monta.

La negaci¨®n del charnego resulta insultante para todos aquellos que vimos a nuestros abuelos instalarse como pudieron en chabolas, y vivir en muchos sitios en una especie de separaci¨®n f¨ªsica, alejados por seguridad. Viv¨ªan en las afueras y los hijos de los del pueblo de toda la vida no pod¨ªan pasar por ah¨ª por si les ocurr¨ªa algo. No era seguro, dec¨ªan. Que ahora vengan a recontarnos nuestra realidad es una broma de mal gusto.

No es victimismo, es respetar la memoria viva de much¨ªsimas personas. ?Significa eso que alguien piense que Catalu?a era una tierra de ricos donde los ¨²nicos pobres fueron los migrantes internos? Por favor, ni siquiera en tiempos de reels y de res¨²menes de 20 segundos alguien puede pensar que solo exist¨ªan pobres fuera de Catalu?a. Un argumento ruin para desenfocar de manera simplista, como si el pobre fuese un ser de luz que no discrimina. ?O acaso no escuchamos en demasiadas ocasiones a nuestros propios abuelos practicar la misma segregaci¨®n contra quienes vienen de fuera de Espa?a a buscarse la vida?

Ser¨ªa el colmo que cuando algunas de esas nuevas generaciones de migrantes escriban sus historias y ganen premios y se quejen de la discriminaci¨®n que sufrieron, salgamos a gritarles que pasen p¨¢gina ya, y que aqu¨ª ya hab¨ªa pobres antes que ellos y una naci¨®n que contribuyeron a diluir. Un poco de contenci¨®n, y dejen a los hijos de charnegos y a los charnegos que est¨¢n por llegar quejarse en paz.