Detr¨¢s del baile
Una larga carrera de sacrificios que suele comenzar con una infancia 'diferente'
En la hora del triunfo, su desfile por el escenario es una exhibici¨®n de belleza y armon¨ªa tras la que hay horas y horas de dura dedicaci¨®n nunca justamente reconocida. En un retrato robot apresurado, Mar¨ªa de ?vila, directora del Ballet Nacional, dice que la vida profesional de cualquiera de estos chicos suele -o debe, puntualiza- empezar en torno a los 10 a?os de edad. "Si la familia est¨¢ a favor, fenomenal, porque, en caso contrario, ser¨¢ imposible que el ni?o salga adelante. Las clases son caras porque la ense?anza es privada, y la mayor¨ªa de ellos acabar¨¢n prescindiendo de todos aquellos estudios que no est¨¦n relacionados con la danza".Esa dedicaci¨®n les obligar¨¢ a prescindir de todos aquellos entretenimientos y vivencias t¨ªpicas de la infancia y de la juventud, una plena dedicaci¨®n en la que no siempre encontrar¨¢n la respuesta que esperan. La vida profesional del bailar¨ªn es corta. En general, no pasa de los 45 a?os, salvo conocidas excepciones, como las de Margot Fontaine, de 60 a?os, o Alicia Alonso, de 64. Algunos montan una academia de baile, como hizo V¨ªctor Ullate, pero la inmensa mayor¨ªa se queda sin hacer nada, rnalviviendo de los escasos ahorros conseguidos en a?os y a?os de dedicaci¨®n.
Pero en el momento del triunfo son pocos los protagonistas que recuerdan la parte negativa de su entrega art¨ªstica. Es el caso de Aida G¨®mez, una madrile?a de 17 a?os reci¨¦n cumplidos, siete de ellos dedicados a la danza. Aida es la peque?a de una familia de clase media, con un hermano militar. Hace s¨®lo tres a?os que baila como profesional, y ahora act¨²a en dos de las coreografias reci¨¦n estrenadas por el Ballet Nacional.
Es una chica que cuando habla rebosa sensatez, y un amor casi religioso por la danza que le ha hecho olvidar su renuncia fundamental: disfrutar de una infancia como las dem¨¢s ni?as. "Siempre cont¨¦ con el apoyo de mi madre", cuenta Aida, "y ella me buscaba las ac¨¢demias, me consegu¨ªa becas para que nos resultara menos costoso. Cuando consegu¨ª entrar en la escuela de cl¨¢sico, una de las profesoras se enter¨® de que Antonio buscaba chicas para el Ballet Espa?ol. Me hizo unas pruebas y me acept¨®".
De la mesa al escenario
Desde entonces todo le result¨® mucho m¨¢s f¨¢cil. "?El mayor coste? Pues que no he podido jugar con mu?equitas, ni ir al cine, ni ir con otras ni?as. No hab¨ªa tiempo. M¨¢s de ocho horas al d¨ªa las dedicaba al baile. Cuando te acostumbras no es demasiado sacrificio. Yo me cuido mucho. No bebo ni fumo, y ahora, que estoy en una edad en la que tiendo al ensanchamiento, tengo mucho cuidado con lo que como. Pero insisto en que nada.de esto me importa. Quiero llegar a ser una primera bailarina. La mejor, y este es un mundo muy competitivo en el que tienes que prepararte a fondo".
Antonio Alonso, madrile?o, de 28 a?os, interviene en Danza y tron¨ªo, coreograf¨ªa creada por Mariemma. Lleva bailando 21 a?os, desde que a los siete viera bailar a Antonio Ruiz en un programa de televisi¨®n. "Recuerdo que me sub¨ª a una mesa, me at¨¦ una camisa a la cintura y decid¨ª que quer¨ªa ser bailar¨ªn".
Empez¨® entonces la ronda de academias, hasta que un d¨ªa le hizo una prueba Antonio. "Un compa?ero de la academia me hab¨ªa dicho que Antonio buscaba bailarines. Me vio y me qued¨¦. Es una forma muy habitual de entrar, aunque no la ¨²nica. Con Antonio estuve un a?o. Estuve en el ballet Antolog¨ªa. Hice la mili. Despu¨¦s me integr¨¦ en el Ballet Nacional, bajo la direcci¨®n de Gades; me march¨¦ cuando entr¨® Antonio, por discrepancias personales, y ahora he vuelto de nuevo con Mar¨ªa de ?vila".
Siempre ha tenido una dedicaci¨®n total al baile. "Hago siete horas diarias, inamovibles, de trabajo. No tengo cuidados especiales. Yo fumo, me tomo mis cubatas.
Aunque he renunciado a una Juventud. No he tenido amigos, no he ido a discotecas. He carecido de ese n¨²cleo de juventud que se Vive de los 16 a los 20 a?os. No lo he vivido, pero es una renuncia que me ha compensado".
De lo que no est¨¢ contento Antonio -que gana 122.000 pesetas mensuales, sin pagas- es de los pasos finales de la carrera del bailar¨ªn. "Yo ahora puedo hacer lo que quiera; pero la vida profesional suele acabar a los 45 a?os, aunque la jubilaci¨®n sea a los 55. El bailar¨ªn dedica toda su vida a la danza, y al final es lo ¨²nico que sabe hacer. No ha habido tiempo para estudios, ni para hacer una carrera, ni para ninguna otra cosa. Y cuando deja de poder bailar, no puede hacer nada. Algunos se dedican a dar clases, o si tienes un dinerito ahorrado te puedes buscar la vida; pero es muy dificil , lo normal es quedarse sin hacer nada".
El colegio, imposible
En Medea tienen peque?as intervenciones dos ni?os que ahora est¨¢n felices de pisar cada d¨ªa un escenario tan importante. Uno es Mario Barba, madrile?o, de 12 a?os; el otro, Manuel Reyes Amaya, de 10. Mario es un ni?o rubio y guapo que cuenta que a su corta edad ya lleva cuatro a?os dedicados al baile. Estudia en el Taller de Danza del Ballet Cl¨¢sico, "porque a m¨ª me gusta el cl¨¢sico m¨¢s que el espa?ol", aclara. "Ahora voy a pasar a s¨¦ptimo de EGB, pero es muy dificil seguir los estudios porque no tengo tiempo para ello. Estar en el colegio todo el d¨ªa y luego, de seis a nueve de la noche, ir a clase es imposible. Yo vivo en Aluche, y la clase la tengo en Atocha. Si hay solfeo salgo m¨¢s tarde. Cuando vuelvo, a lo mejor no me duermo hasta la una o las dos de la madrugada. Supone muchos sacrificios, y no podr¨¦ seguir estudiando mucho m¨¢s".
Manuel Reyes Maya, de 10 a?os, baila desde los seis. "Me dedico a esto porque me encanta mucho bailar", explica con desparpajo. "Mi primo, mi hermano y mi t¨ªo" (es sobrino de Mario Maya) "tambi¨¦n bailan. He hecho cuarto de EGB y bailo ocho horas al d¨ªa. Voy a los estudios de Amor de Dios, y a m¨ª me divierte todo. Y no crea que es imposible bailar y estudiar", termina ante un gesto de incredulidad de Mario Barba.,
Tanto Manuel como Mario inician ahora una carrera hacia el v¨¦rtigo en la que, como dice Mar¨ªa de ?vila, se les va a exigir la entrega del cuerpo y del esp¨ªritu.
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