La pasion del testigo
?ngel Mar¨ªa de Lera ha sido un hombre apasionado, un luchador incansable, un testigo emocionado de las tragedias que le toc¨® vivir, y que al final termin¨® cont¨¢ndolas a su leal saber y entender. Llegado tarde al oficio de escritor, cobr¨® tal respeto y reconocimiento por ¨¦l, que dedic¨® gran parte de su vida y sus esfuerzos a ayudar a sus colegas, sobre todo a los menos favorecidos por la fortuna, de la que al menos ¨¦l logr¨® participar en gran medida. Su formaci¨®n era la de un intelectual en parte autodidacto, construida sobre las incansables lecturas de la novela realista tradicional; su rasgo peculiar, la asimilaci¨®n de las doctrinas anarcosindicalistas, en las que ancl¨® su fe juvenil y cuyo sentido moral y su idealismo profundo no le abandonar¨ªan ya jam¨¢s.Desde que lleg¨® a la fama, tras el ¨¦xito indiscutible de Las ¨²ltimas banderas, dedic¨® lo mejor de sus esfuerzos a la creaci¨®n de una seguridad social para escritores, una mutualidad, hoy ya perfectamente establecida, y a la fundaci¨®n de una corporaci¨®n que uniera a los escritores, tambi¨¦n ya plasmada en la Asociaci¨®n Colegial. ?sa es una herencia de gran envergadura, que se comprende a la perfecci¨®n por ese viejo esp¨ªritu anarcosindicalista que marcaba al mismo tiempo toda su vida, su obra literaria y sufaceta de hombre p¨²blico. Una tarea que ennobleci¨® los ¨²ltimos lustros de su vida y a la que los escritores espa?oles debemos un obligado recuerdo y el tributo de nuestro emocionado homenaje.
Sus primeros libros, con las huellas de Balzac, Gald¨®s o Baroja, le permitieron un r¨¢pido salto a la celebridad. Tras un principio at¨ªpico (Los olvidados, su primera novela, apareci¨® junto con otras dos en un volumen de una colecci¨®n para autores noveles), Los clarines del miedo, su segunda obra, lo llev¨® a una relativa fama, pues qued¨® finalista de un concurso, y pronto pas¨® al cine. Aquel libro, que mezclaba cierto folklore taurino desmitificado con un realismo social evidente, ciertos tontos existenciales y un ambiente rural bien dominado, resultaba una f¨¢bula potente y emocionada en aquellos a?os hu¨¦rfanos de historias convincentes.
Posici¨®n intransferible
Eran los tiempos del realismo social, con el que Angel Mar¨ªa de Lera conect¨®, pero desde una posici¨®n personal y bastante intransferible, sin obedecer a consigna ni partido alguno. Un drama rural potente y bien construido, La boda -que algunos consideran su mejor libro-, clausuraba esta primera etapa de formaci¨®n de un escritor cuya tard¨ªa aparici¨®n hab¨ªa decantado una extra?a madurez desde el principio.
Luego vinieron algunos libros tal vez m¨¢s artificiales (Bochorno, La trampa), muchos a?os de periodismo, donde cultiv¨® desde el art¨ªculo hasta el reportaje, y lleg¨® a dirigir suplementos literarios en la prensa hasta que dio con su primer ¨¦xito popular, que fue su d¨ªptico sobre el problema de la emigraci¨®n: Hemos perdido el sol y Tierra para morir, dos narraciones en las que Lera expon¨ªa las tribulaciones de los trabajadores espa?oles en Alemania, por una parte, y la situaci¨®n en la que quedaban los pueblos castellanos delos que hab¨ªan desertado obligadamente aquellos campesinos. Aqu¨ª dio con un tema que le hizo popular, que le oblig¨® a viajar por el extranjero o por su tierra natal castellana, de donde extrajo libros sobre la situaci¨®n de la ciencia en el mundo o la de la medicina rural en Espa?a, tributo a la memoria de su padre, que hab¨ªa sido m¨¦dico rural.
Por fin, con Las ¨²ltimas banderas obtuvo el Premio Planeta, el primero con el que este galard¨®n iniciaba la espiral competitiva de sus cuantiosas remuneraciones. Pero el ¨¦xito de venta super¨® todas las previsiones, pues era la primera novela en la que se relataban los ¨²ltimos d¨ªas de la guerra civil contemplada desde el bando republicano, el mismo en el que ?ngel Mar¨ªa de Lera hab¨ªa luchado y perdido y por el que sufri¨® una condena a muerte y la correspondiente c¨¢rcel. Fue tal el ¨¦xito, que el autor debi¨® prolongar su argumento en varios vol¨²menes m¨¢s, que se vendieron muy bien pero que no llegaron a repetir del todo la intensidad art¨ªstica de sus comienzos.
Luego vinieron los a?os de lucha sindical, la creaci¨®n de la Mutualidad de Escritores y de la Asociaci¨®n Colegial, en los duros tiempos del franquismo, pero sin abandonar su carrera literaria, pues todav¨ªa public¨® varias novelas (sobre el terrorismo, sobre temas pacifistas, o un singular producto sobre su imagen del para¨ªso), aunque ya hab¨ªa cedido un tanto la gran tensi¨®n inicial de su escritura. Ha sido la vida de un escritor de raza, de un hombre entregado a los dem¨¢s, de un testigo que extrajo de sus propias vivencias y del mundo que le rodeaba unas emocionadas lecciones que arrastraron a sus lectores.
Un escritor moral en gran medida, con la vieja ¨¦tica de los combatientes anarco sindicalistas de la historia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.