La Iglesia en Nicaragua
Me parece bien y muy comprensible que el se?or Reagan, para defender sus m¨²ltiples intereses en Centroam¨¦rica, utilice el argumento del anticomunismo. Pero que la Iglesia, en sus representantes, a veces m¨¢ximos, haga suyo este mismo argumento significa para m¨ª dos cosas: o ingenuidad o complicidad.Pero, claro, en Nicaragua, durante casi 50 a?os de dictadura, Somoza se proclamaba anticomunista y fiel cat¨®lico de la Iglesia. Anticomunista lo entiendo, pero ?fiel cat¨®lico? ?Se puede concordar alg¨²n punto de la vida y pol¨ªtica de los Somoza con el Evangelio?
El a?o 1942 monse?or Lezcano y Ortega coron¨® en el estadio nacional a Lilliam Somoza Debayle, hija del dictador Somoza, con la corona de oro de la Virgen de la Candelaria, con toda la solemnidad del rito cat¨®lico y pronunciando emocionado la bendici¨®n del estilo.
En 1956, Rigoberto L¨®pez P¨¦rez ajustici¨® en Le¨®n al injusto Somoza Garc¨ªa. Pero la Iglesia realz¨® la calidad de este su hijo cat¨®lico enterr¨¢ndolo con honores de pr¨ªncipe de la Iglesia.
Y no quiero afirmar con esto que la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica estuviera siempre, en Nicaragua, de parte de los dictadores y la opresi¨®n. El obispo Antonio Valdivieso lleg¨® a Nicaragua en 1544. Pronto conoce y denuncia ante el rey de Espa?a las opresiones y las injusticias de que son objeto los indios. El 26 de febrero de 1550 es asesinado en la ciudad de Le¨®n por decreto de los hacendistas Contreras.
El obispo Navas (1683) sigue el mismo camino. Y nadie ignora que las primeras manifestaciones pidiendo la independencia de Espa?a fueron encabezadas por dos sacerdotes: fray Jos¨¦ Antonio Mo?ino (hijo de indios libres y primer cura nicarag¨¹ense) y el cura diocesano Tom¨¢s Ruiz.
El a?o 1811, el obispo Nicol¨¢s Garc¨ªa Jerez es nombrado gobernador de Nicaragua y act¨²a como un astuto pol¨ªtico al servicio del imperio espa?ol.
Sin embargo, por ese mismo tiempo muchos sacerdotes, en contra del obispo Nicol¨¢s y de otras autoridades eclesi¨¢sticas que se opon¨ªan a la independencia, organizaron al pueblo y asumieron el cargo de diputados durante la rebeli¨®n. As¨ª, fray Benito Miguelena, el padre Benito Soto, el padre Rafael de la Fuente, fray Salvador Barrios, etc¨¦tera.
Por ese tiempo, tambi¨¦n los papas de Roma se oponen a que los pa¨ªses latinoamericanos se independizaran de Espa?a: "Hemos recibido las funestas noticias de la deplorable situaci¨®n de estas regiones por la ciza?a de la rebeli¨®n contra nuestro amado rey de Espa?a" (Le¨®n XI, 24 de septiembre de 1824, en su enc¨ªclica Etsi iam diu).
Despu¨¦s de muchos a?os de luchas, des¨®rdenes y guerras, los conservadores llegaron en Nicaragua al poder. En 1862, el papa y el Gobierno conservador firman un concordato. Tiene 28 puntos. Algunos eran ¨¦stos:
-La religi¨®n cat¨®lica era la del Estado.
- La ense?anza de las escuelas debe ser seg¨²n la doctrina de la Iglesia.
- Los obispos tienen el derech¨® a censurar libros y peri¨®dicos.
- El Gobierno debe sostener econ¨®micamente al obispo y al seminario.
- El Gobierno podr¨¢ presentar candidatos para ser obispos.
- Los p¨¢rrocos ser¨¢n nombrados por el presidente de la Rep¨²blica.
A finales del siglo XIX, la burgues¨ªa cafetalera, liberal, luch¨® por el poder, y lo consigue en 1893 con el presidente Zelaya. Quer¨ªan reformar la sociedad nicarag¨¹ense y adem¨¢s adue?arse de tierras y jornaleros baratos para la siembra y corte de caf¨¦. Esta nueva clase liberal anula el concordato de 1862, separando a la Iglesia del Estado. Es en esos momentos de conflicto entre conservadores y liberales cuando intervienen los norteamericanos, comprando a los conservadores para derrocar a Zelaya (1909) y ocupando Nicaragua.
Frente a la intervenci¨®n yanqui hubo alzamientos populares. En Masaya combatio Benjam¨ªn Zeled¨®n. La Iglesia jer¨¢rquica (aliada de los gobiernos conservadores vendepatrias) se mantuvo siempre al margen. El obispo Pereira (9 de diciembre de 1912) no se deja arrastrar por este silencio c¨®mplice y tuvo un gesto hist¨®rico al denunciar la intervenci¨®n y la prepotencia yanqui.
La jerarqu¨ªa en la dictadura
?Qu¨¦ hizo la jerarqu¨ªa durante la tiran¨ªa de los Somoza?
Dos a?os antes del triunfo de la revoluci¨®n sandinista, las relaciones del actual arzobispo de Managua, monse?or Obando, con el dictador eran excelentes. Tengo como significativo recuerdo hist¨®rico una foto donde el arzobispo abraza efusivamente al dictador. ?Y con qui¨¦n estaba la mayor parte del clero? Tengo tambi¨¦n un ejemplar de La Prensa, ¨²nico peri¨®dico existente en la dictadura, donde en el a?o 1977 aparecen m¨¢s de 50 fotos de sacerdotes diciendo misa en sus respectivas iglesias por la pronta recuperaci¨®n de la salud de Somoza.
En la insurrecci¨®n contra Somoza hubo, en la fase final, coincidencia y suma de todas las fuerzas para luchar contra ¨¦l. Pero de una y otra manera, con una y otra intenci¨®n. Las fuerzas conservadoras y burguesas fueron antisomocistas porque vieron llegar el momento de arrebatarle el poder a Somoza, pero no por presentar un modelo de sociedad alternativo donde los part¨ªcipes y los ganadores fueran la mayor¨ªa; es decir, los m¨¢s pobres. Por lo cual, arraigado el triunfo popular revolucionario, y comprobado que la revoluci¨®n era efectiva y consecuente con sus promesas, las clases pudientes se mostraron progresiva y l¨®gicamente antirrevolucionarias, cada vez m¨¢s antipueblo.
Actualmente son muchos los hechos que confirman el alejamiento progresivo de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica de la revoluci¨®n nicarag¨¹ense y su aproximaci¨®n, a la clase m¨¢s pudiente.
Ya es sintom¨¢tico que el arzobispo norteamericano O'Conner (almirante naval jubilado y ex responsable de los capellanes militares del Ej¨¦rcito de EE UU), despu¨¦s de la reuni¨®n que el 18 de abril tuvo con el se?or Reagan, dijera que a pesar de todo lo que Reagan les hab¨ªa dicho, los obispos norteamericanos no hab¨ªan variado su postura de oposici¨®n a la pol¨ªtica norteamericana hacia Nicaragua.
En 1967 sube al poder Anastasio Somoza Debayle. Con ¨¦l aumenta la represi¨®n, los abusos, la crueldad. Para ese entonces, el FSLN (fundado justo en el a?o en que empez¨® el Concilio Vaticano II) ya organizaba la rebeld¨ªa del pueblo cada vez m¨¢s oprimido por los Somoza.
En esa organizaci¨®n iban a estar presentes desde el principio muchos cristianos, laicos y sacerdotes, que combatir¨ªan la dictadura.
La experiencia de una nueva iglesia, que nac¨ªa del pueblo pobre, anunciaba con palabras y obras la posibilidad de una sociedad m¨¢s justa.
Por primera vez en la historia se daba una participaci¨®n tan amplia de cristianos en puestos de responsabilidad en un Gobierno revolucionario: desde ministros, dirigentes de cooperativas, l¨ªderes de organizaciones populares hasta bases organizadas en las distintas tareas de reconstrucci¨®n.
"Vivimos hoy en nuestro pa¨ªs una ocasi¨®n excepcional de testimoniar y anunciar el Reino de Dios...
Nunca como ahora en la situaci¨®n de Nicaragua ha sido tan urgente ratificar convencidamente la opci¨®n preferencial por los pobres...
Pensamos que una cosa es el hecho din¨¢mico de la lucha de clases, que debe llevar a unajusta transformaci¨®n de las estructuras, y otra el odio de clases...
Con las mayor¨ªas nicarag¨¹enses, lo que pretendemos es un proceso que camine firmemente hacia una sociedad plena y aut¨¦nticamente nicarag¨¹ense, no capitalista, ni dependiente, ni totalitaria".
(Documento de los obispos de Nicaragua. 17 de noviembre de 1979).
La historia habr¨¢ de aclararnos por qu¨¦ esta declaraci¨®n ha quedado, por parte de la mayor¨ªa de los obispos nicarag¨¹enses, en vac¨ªa e ir¨®nica promesa. Y habr¨¢ de explicarnos lo que de responsabilidad ha tenido en el bloqueo y posible frustraci¨®n de la revoluci¨®n sandinista.
En todo caso, como a obispos, el pueblo les hace esta pregunta: ?ustedes son obispos, anunciadores del Evangelio, o pol¨ªticos, servidores de un proyecto imperialista?
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