La coalici¨®n Likud busca los apoyos que le permitan conservar el poder tras su derrota m¨ªnima en las elecciones
Ni la interminable guerra de L¨ªbano ni la peor crisis econ¨®mica que padece Israel en su historia parecen haber alejado del poder a la coalici¨®n derechista Likud, aunque sus adversarios laboristas no desesperan a¨²n de poder sustituirla al frente del Ejecutivo tras las und¨¦cimas elecciones generales israel¨ªes, celebradas el pasado lunes.
Con un 32% de los sufragios y tan s¨®lo cuatro diputados menos que sus rivales laboristas, el actual primer ministro, Isaac Shamir, parece, sobre el papel, en mejores condiciones para poder formar con sus aliados potenciales, religiosos ortodoxos y extremistas de derechas, un Gobierno que goce de una corta mayor¨ªa en la nueva Kneset (parlamento) s¨ª logra la adhesi¨®n de los liberales del Yahad.A pesar de haber perdido dos esca?os, su contrincante, el Partido Laborista, que dirige Shimon Peres, puede a¨²n tambi¨¦n, con un 35,4% de los votos y 45 diputados, convertirse en el eje de un futuro Gabinete, si efect¨²a las suficientes concesiones para atraer a su ¨®rbita a algunas formaciones clericales adem¨¢s de sus acostumbrados socios centristas y liberales.
Prudente, Peres afirm¨® ayer de madrugada que "intentar¨ªa poner en pie un Gobierno". Categ¨®rico, Shamir asegur¨® que "seremos nosotros los que constituiremos el Gobierno", y ayer mismo se puso manos a la obra, manteniendo sus primeros contactos informales con los cabecillas de partido que espera convertir en sus ministros.
Acaso algunos datos de ¨²ltima hora desmientan o confirmen estas declaraciones. Los sufragios de ese 5% de los electores militares, profesionales o soldados s¨®lo acabar¨¢n de ser escrutados hoy, y sus votos, generalmente nacionalistas, con la excepci¨®n de las unidades despegadas en primera l¨ªnea, pueden a¨²n reducir el margen que separa a las dos grandes formaciones.
Gobierno inestable
Cualquiera que sea el Gobierno que logren poner en pie Shamir o Peres, su mayor¨ªa ser¨¢ tan escasa y su composici¨®n tan heterog¨¦nea, que la totalidad de los observadores le considera de antemano incapaz de enfrentarse con eficacia a los acuciantes problemas que padece el pa¨ªs y le augura una corta vida.Lejos de despejar el panorama pol¨ªtico, las elecciones lo han complicado a¨²n m¨¢s, facilitando el acceso a la Kneset de 15 partidos -seis de ellos de reciente creaci¨®n-, en vez de los 10 existentes anteriormente, y obligando a los dos grandes a formar, para gobernar, coaliciones de por lo menos siete grupos diferentes.
M¨¢s grave a¨²n, el escrutinio ha puesto de relieve una creciente polarizaci¨®n del electorado israel¨ª, que en cierta medida ha desistido de pronunciarse por el laborismo o el Likud para otorgar sus sufragios a peque?as formaciones marginales que ofrec¨ªan opciones m¨¢s perfiladas de derechas y religiosas, votadas por los jud¨ªos orientales y sefard¨ªes, o liberales y claramente de izquierdas, suscritas por los jud¨ªos askenaz¨ªes del norte de Europa o por los ¨¢rabes.
Los ultrarreligiosos (Shas, Agudat Israel y Morasha) han gando cuatro esca?os, mientras la extrema derecha (Tehiya y Kach, del rabino Kahan) incrementa en dos el n¨²mero de sus mandatos parlamentarios. Paralelamente, el progresista Movimiento por los Derechos del Ciudadano (RATZ) triplica, con tres diputados, el n¨²mero de sus esca?os, mientras los dos partidos que defienden la creaci¨®n de un Estado palestino (comunistas y la Lista Progresista por la Paz) aumentan en dos el n¨²mero de sus representantes en el Kneset gracias al electorado ¨¢rabe, que aunque acudi¨® a ¨²ltima hora a los colegios electorales, les apoy¨® en m¨¢s de un 60%.
Ante la situaci¨®n pol¨ªtica generada por las elecciones, la idea de formar un Gobierno de uni¨®n nacional hasta la convocatoria de unos pr¨®ximos comicios en oto?o, o incluso a m¨¢s largo plazo, se abre paulatinamente camino entre la direcci¨®n del Likud.
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