Encierro involuntario

Por primera vez en mi vida pagu¨¦ 10 pesetas para hacer mis necesidades. Eran m¨¢s o menos las siete de la tarde cuando entr¨¦ en los servicios de la plaza de Palacio, en Barcelona. Un letrero se?alaba que el recinto estaba abierto desde las 8.00 horas hasta las 20.20 horas. Cuando ya me encontraba en una de las peque?as piezas, se apagaron las luces. No era un apag¨®n. A los pocos minutos, cuando sal¨ª, fui en la oscuridad hacia la puerta de la calle y ya estaba cerrada. Llam¨¦, sin ser atendido por nadie. Me dirig¨ª, desde una ventana, a un transe¨²nte, quien me confirm¨® la existencia del cartel sobre el horario. Unos minutos despu¨¦s consegu¨ª hablar con otro se?or, a quien le expliqu¨¦ mi encierro involuntario. Llamo a un guardia urbano, quien me dijo que no ten¨ªa ninguna llave para abrir la puerta y me aconsej¨® tranquilidad. Fue a avisar a los bomberos. Mucha gente que pasaba por la plaza miraba y comentaba en voz alta lo sucedido. Un buen rato despu¨¦s llegaron los bomberos. Tampoco llevaban ninguna llave, para abrir la puerta, con una barra de hierro forzaron la puerta, que finalmente cedi¨®. Llevaba una hora y media atrapado. La irresponsabilidad del encargado del recinto al efectuar su trabajo me caus¨® el perjuicio. Creo que vale la pena que pensemos en las personas a quienes prestamos nuestros servicios. Mi encierro fue lamentable.-