Consignas y talantes
Las consignas son el resumen quintaesenciado de una conciencia pol¨ªtica, y se puede hacer una historia de la conciencia cr¨ªtica del capitalismo a trav¨¦s del consignismo. Historia y descripci¨®n de alternancias de talantes, ?ser¨¢ el talante una superestructura insuficientemente estudiada, tanto en su formaci¨®n como en su interrelaci¨®n? La desorientada izquierda occidental de este fin de milenio recurre a dos consignas b¨¢sicas que no son nuevas, pero que s¨ª se pronuncian con un talante nuevo, sin duda m¨¢s cargado de premonici¨®n destructora que en otros momentos de la historia que nos ha hecho tal como somos: Por la paz y Contra el paro.Son dos consignas de crisis c¨ªclica y responden a temores profundos ante la crueldad y la irracionalidad comprobadas de un sistema: para salir de la crisis siempre queda el recurso de la guerra.
Ante el desaf¨ªo de cada crisis c¨ªclica, las viejas consignas han recobrado su funci¨®n y est¨¢n estuchadas en dramatismos equivalentes. Los gestos de Jaur¨¨s mal fotografiados o reproducidos por un cine distanciador desdramatizan el sentido de su esfuerzo, pero ah¨ª est¨¢n los muertos de la primera guerra mundial como una muestra del. fracaso de la racionalidad cr¨ªtica. Aparentemente -porque la apariencia la valoramos directamente nosotros-, nuestros gestos al pedir paz y trabajo son radicalmente serios y brindan una elecci¨®n casi final entre socialismo o barbarie. Pero no controlamos la vejez de nuestras fotograf¨ªas ni el cine del futuro, que utilizar¨¢ el filtro de la iron¨ªa para desdramatizar nuestro fracaso. Si hay supervivientes, si realmente hay supervivientes, ?les vamos a discutir el derecho a la iron¨ªa aunque seamos sus v¨ªctimas?
M¨¢s pintorescos que nosotros mismos son los disidentes de la ya antigua racionalidad de la izquierda. A la paz por el desarme y al trabajo por el pleno empleo garantizado, dijeron, decimos, diremos, imbuidos de una idea de progreso que, al parecer, tambi¨¦n est¨¢ en cuesti¨®n. No, a la paz se va por el rearme equivalente, porque el Bien y el Mal se han biplolarizado definitivamente y hay que aprovechar la primera posibilidad hist¨®rica de empate. No, el pleno empleo y los salarios indirectos garantizados por un Estado arbitral no s¨®lo son t¨¦cnicamente imposibles, sino que adem¨¢s son ¨¦ticamente nocivos, porque generan un talante de general seguridad que paraliza el impulso creativo. ?Neoliberalismo? Haberlo, haylo. Pero sobre todo empiezan a circular estas tesis entre los disidentes de la construcci¨®n de la raz¨®n -en el sentido lukacsiano de la met¨¢fora- y para explicar este cambio no hay teor¨ªa construida; si acaso alguna premonici¨®n poco generosa de Marx aventurando el cansancio hist¨®rico de la burgues¨ªa ilustrada y avanzada, exclusivamente motivada por hechos de conciencia, y sobre todo la met¨¢fora carrolliana del ir m¨¢s all¨¢ del espejo que explica, en definitiva el ¨²nico probable sentido de la llamada posmodernidad.
Estancada la realidad en el espejo, estancados nosotros mismos en el espejo, m¨¢s all¨¢ de esas aguas fr¨ªas y pulimentadas se adquiere la ingravidez hist¨®rica. Los hay que atraviesan el espejo con antiguos lastres dial¨¦cticos e idiom¨¢ticos, de los que se van desprendiendo a medida que se imbuyen de levitaci¨®n. Son los que durante alg¨²n tiempo a¨²n forcejean al antiguo uso aduciendo que el problema consiste en una mala aplicaci¨®n de las ideas a la realidad, en una mala apropiaci¨®n o aprehensi¨®n de la realidad. Pero poco a poco le encuen-
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tran el gusto a la idea de la autonom¨ªa de las ideas y de una van a otra o a otras, desde una maravillosa facultad de movimientos, por una atm¨®sfera sin centros de gravedad. Del Pershing como mal necesario se puede llegar al Pershing como falo Jehov¨¢ o como Pershing de fogueo en cualquier rinc¨®n de, living gal¨¢ctico. De asumir la Tecnolog¨ªa como un motor de la Historia que sustituye a la carrozona lucha de clases se puede derivar a la apolog¨ªa de una alineaci¨®n de nuevo tipo, dictada por el determinismo tecnol¨®gico, que har¨¢ posible la selecci¨®n de la vida y eliminar¨¢ para siempre la ansiedad por encontrarle un sentido humano a lo hist¨®rico. Desde el otro lado del espejo, incluso ideas tan hist¨®ricamente vers¨¢tiles como igualdad, libertad y fraternidad -?no se ven como anacr¨®nicos estuches para insuficientes parcelas de verdad? Al fin y al cabo, la igualdad ?para qu¨¦?, comprobada la necesidad t¨¦cnica del grado y la diferenciaci¨®n, la libertad ?para qu¨¦?, racionalizados definitivamente lo posible y lo imposible. Y en cuanto a la fraternidad, ?no ha sido un impulso moral inventado por los in¨²tiles o por los superdotados con mala conciencia?
A esta toma de posici¨®n la habr¨ªamos llamado en otro tiempo neofascismo, a pesar de que nosotros mismos sol¨ªamos decir que la historia no se repite. Pero ahora vemos c¨®mo, a la manera de una mancha de aceite, sin duda alguna de colza, se va extendiendo por capas intelectuales con los aceros templados en, duras luchas contra el fascismo. Es cierto que, radicalmente, ninguna ¨¦tica presente se autojustifica por una ¨¦tica pasada. Pero pocas veces nos movemos en las profundidades de las ra¨ªces, y sobre el terreno, ese nuevo racionalismo, legitimado por los l¨ªmites de lo posible y, por tanto, de lo necesario, se aparece a los gentiles avalado por el curriculum ¨¦tico de sus portadores. Al beb¨¦ foca nunca se le ocurre pensar que una ecologista lleve un abrigo de piel de beb¨¦ foca, y cuando descubre que lo lleva, siempre tiende a creer que alg¨²n motivo ecol¨®gico habr¨¢ para la aparente contradicci¨®n.
Y lo hay. La traves¨ªa del espejo es una huida hacia adelante para no asumir la impotencia que refleja. Consignas elementales como Por la paz y Contra el paro son en realidad denuncias radicales del fracaso de un sistema, y al hablar de un sistema le incluyo su afirmaci¨®n y su negaci¨®n. Y al quedar denunciado ese fracaso se precisa una reorientaci¨®n de la estrategia de la transformaci¨®n, para la cual ni la izquierda residente ni la disidente est¨¢n ni te¨®rica ni instrumentalmente preparadas. Frente al aventurerismo de los que asumen la nueva propuesta de progreso predeterminado por lo que es posible dado lo realmente existente, dos viejas consignas subliman objetivos y verdades de fondo que merecen una nueva teorizaci¨®n. A partir del replanteamiento te¨®rico de dos elementales verdades de combate se puede llegar a la ¨²ltima causa del mal de este fin de milenio, falsamente superado por una instalaci¨®n en la inseguridad como ¨²nica madriguera donde no cabe el error.
Y es que erradicar el paro reclama cambiar la faz de la tierra y de la luna y dar paso a una nueva cultura del trabajo que sintetice los reinos de la libertad y de la necesidad. Y conseguir la paz significa una estructura mundial de intersolidaridades que invoca la destrucci¨®n del orden econ¨®mico y pol¨ªtico hoy existente. Es decir, que el asunto va para largo, entre otras cosas porque la conciencia cr¨ªtica se disgrega y niega tres veces cada noche, antes de que cante el gallo, devaluadas militancias del esp¨ªritu. Es un talante que paraliza los m¨²sculos del pensar lo que no se lleva, a?adida la sospecha de que ninguna fe avala lo que alg¨²n d¨ªa se llevar¨¢.
Descre¨ªdos militantes. Por finos ha llegado la gran oportunidad. Dejad los dogmas de disuasi¨®n mutua y la Santa Tecnolog¨ªa Trinitaria en manos de la nueva reacci¨®n y haced vuestras las po¨¦ticas consignas contra el paro y por la paz desde la convicci¨®n de que sois los valedores de una eterna modernidad.
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