Un pacifismo 'no alineado'

" Hasta el a?o pr¨®ximo en Amsterdam, donde los misoles a¨²n no han podido llegar". La frase de cierre con que Mient Jan Faber, secretario general del IKV holand¨¦s, clausur¨® la III Convenci¨®n de la END (European Nuclear Disarmament), celebrada en Perusa, dice bastante acerca del estado de salud del movimiento pacifista europeo. Dice, en primer lugar, que, a pesar de la derrota que supone el inicio de la instalaci¨®n de los euromisiles para una campa?a que naci¨® precisamente con el fin de evitarlo, la END no s¨®lo ha pasado el Rubic¨®n que supon¨ªa su primera convenci¨®n tras ese cambio brutal de situaci¨®n, sino que se enfrenta a la siguiente en la perspectiva de que tal derrota es bastante parcial y que a¨²n no se ha dicho la ¨²ltima palabra. Porque existe la posibilidad del efecto bumer¨¢n: Mary Kaldor comentaba que la actividad pacifista se est¨¢ multiplicando en aquellas regiones de Europa donde ha comenzado el despliegue de los misiles norteamericanos de alcance medio.En todo caso, el cambio de situaci¨®n ha modificado profundamente la END. Una modificaci¨®n que ven¨ªa apuntada en los tres objetivos de la tercera convenci¨®n: readaptaci¨®n de la estrategia, estudio de la seguridad en el Mediterr¨¢neo y extensi¨®n del di¨¢logo, especialmente hacia el Este y el Sur. Es decir, la END est¨¢ pasando de ser un frente de movimientos exclusivamente centrados en el problema del desarme nuclear europeo, a hacer una campana que quiere mantener esa prioridad, persi¨®n que acompa?an a este tipo de cambios, y que se han manifestado en esta convenci¨®n.

En Perusa, el pacifismo ha comenzado a extenderse pol¨ªticamente. Primero, por la propia Italia, donde la Prensa acusaba el impacto y, a pesar de un Gobierno bastante refractario, el presidente de la Rep¨²blica, Sandro Pertini, saludaba calurosamente su apertura.

La ocupaci¨®n de Europa

Pero sobre todo se 'est¨¢ extendiendo- en su propia orientaci¨®n. Ahora, la instalaci¨®n de los euromisiles se ve como el ¨²ltimo paso de la ocupaci¨®n de Europa. De una Europa que desde el acuerdo de Yalta est¨¢ repartida entre dos superpotencias que la ocupan militarmente, con armas nucleares y convencionales, sin que pueda vislumbrarse en el horizonte ning¨²n camino de retorno. Y los misiles comienzan a verse como armas que apuntan, m¨¢s que al bloque contrario, a la autonom¨ªa pol¨ªtica de Europa.

Pero esta perspectiva m¨¢s amplia contiene una exigencia inmediata: el trabajo com¨²n con los pacifistas del otro lado de Europa.

En este sentido, la tercera convenci¨®n ven¨ªa precedida de la discusi¨®n entre el grupo checo Carta 77 y el historiador brit¨¢nico E. P. Thompson (traducida en el n¨²mero 3 de Tiempo de Paz) y que ha tenido gran influencia en el encuentro de Perusa: del texto de Thompson -que estuvo en la ciudad umbra- procede la idea de ampliar la visi¨®n pol¨ªtica del desarme nuclear europeo, as¨ª como la de coincidir en este trabajo con el pacifismo del Este.

Ahora bien, esa coincidencia se ha manifestado de una forma explosiva en la tercera convenci¨®n. La historia empieza desde que acaba la segunda en Berl¨ªn, y comienza con una pregunta: ?se invita o no a los comit¨¦s oficiales por la paz de los pa¨ªses del Este? Naturalm¨¦nte, son participantes de hecho todos aquellos grupos independientes que se han sumado al llamamiento de -END. Pero precisamente han sido estos grupos no oficiales u opositores los que mostraron al comit¨¦ de enlace de la END su inter¨¦s por la participaci¨®n de los comit¨¦s oficiales. Es decir, se muestran interesados en(representados por personas que vivan all¨ª o en Occidente) y los comit¨¦s oficiales. Finalmente, cuando se invit¨® a estos ¨²ltimos se les adv irtieron dos cosas: a) no ser¨ªan aceptadas sus peticiones de incorporaci¨®n a la organizaci¨®n de la convenci¨®n ni de subir a la mesa en la sesi¨®n de clausura (la convenci¨®n es de END y no es una convenci¨®n mixta), y b) habr¨ªa fuertes cr¨ªticas -que el comit¨¦ de enlace no est¨¢, dispuesto'a silenciar- si los grupos independientes no pueden asistir a Perusa.

Cuando comenz¨® la convenci¨®n se sab¨ªa que de los 59 previstos s¨®lo llegar¨ªan del Este cuatro h¨²ngaros y dos alemanes'orientales reci¨¦n salidos (que no podr¨¢n regresar). Por lo que en los d¨ªas siguientes se dar¨ªan dos fen¨®menos paralelos: de un lado, una lluvia de manifestaciones, encartelamientos, etc¨¦tera, que pondr¨ªan al borde del abandono a los comit¨¦s oficiales, y del otro, una discusi¨®n entre ¨¦stos y los ciudadanos del Este presentes en Perusa (que no eran pocos). Es decir, se inaugura en Europa algo raro y completamente nuevo.

Paralelamente, se discute acerca de las relaciones con los movimientos no alineados y de liberaci¨®n nacional del Hemisferio Sur. Y as¨ª se ensancha un pacifismo que sostiene a sus partenaires en el Este y mira atentamente hacia el Sur buscando puntos de apoyo comunes. Sin que por ello ceda un mil¨ªmetro en su resistencia a la instalaci¨®n de nuevas armas nucleares o al fortalecimiento de los bloques militares. En suma, un pacifismo celosamente aut¨®nomo y no alineado.