Las l¨¢grimas del regreso
Se esperaba a Li Ning o al norteamericano Vidmar. Incluso al segundo chino, Tong Fei. Pero contra los jueces y los fallos de los rivales, discretamente, sin notarse apenas, fue escalando posiciones despu¨¦s de una gran actuaci¨®n el primer d¨ªa, y se impuso con la regularidad que le caracteriza. El japon¨¦s Gushiken, siempre m¨¢s eficaz que brillante, alcanz¨® un t¨ªtulo ol¨ªmpico en el que otros eran los favoritos.Jap¨®n, que ha tenido en su historia grandes gimnastas y domin¨® este deporte hasta hace unos 15 a?os, se ha reencontrado a s¨ª mismo en este peque?o gran gimnasta, digno sucesor de los Endo, Yamashita y dem¨¢s nombres legendarios. Gushiken es como una reposici¨®n de la vieja gran guardia nipona. Es el regreso al pasado.
Las l¨¢grimas asomaban a sus ojos ya en el ¨²ltimo banco de los ejercicios de suelo. Las bajas puntuaciones de Li Ning en paralelas y de Vidmar en salto le permitieron ponerse en cabeza con la barra fija en el pen¨²ltimo aparato.
Despu¨¦s, en el podio, nadie hasta ahora en los Juegos Ol¨ªmpicos ha representado como ¨¦l la emoci¨®n y el sentido de ganar una medalla de oro. Simplemente, suced¨ªa que, adem¨¢s del premio al trabajo callado y constante, ten¨ªa detr¨¢s toda la historia de su pa¨ªs en un deporte que ¨¦l hab¨ªa vuelto a llevar a la cumbre. Gushiken, el obrero aplicado, sin pertenecer a la explosi¨®n china ni a la promovida escuela norteamericana en su propia casa, cerr¨® tres veces los ojos para sostener sus l¨¢grimas. Gushiken fue subcampe¨®n mundial el a?o pasado en Budapest. Ahora se ha aprovechado tambi¨¦n de la ausencia de Dimitri Belozertchev, el sovi¨¦tico perfecto, que asombr¨® y gan¨® a todos en la, capital h¨²ngara. Pero Gushiken, en sus l¨¢grimas, no ten¨ªa sitio para ¨¦l.
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