El f¨²tbol europeo derrota al b¨¦isbol americano
El f¨²tbol est¨¢ derrotando al b¨¦isbol en los Juegos Ol¨ªmpicos. Hasta la fecha, los estadios est¨¢n registrando mayores entradas en aquellos en que se disputa el soccer que en los que son esce nario del deporte nacional. El b¨¦isbol figura en esta ocasi¨®n en plan de exhibici¨®n, y los spectadores no pasan de 50.000. El r¨¦cord de p¨²blico lo ostenta en estos momentos el encuentro balomp¨¦dico Italia-Egipto, que, en Los ?ngeles, congreg¨® a 102.000 espectadores que tuvieron la ocasi¨®n de presenciar una batalla campal.
J. GARCIA CANDAU, El f¨²tbol ha sido siempre, en los Juegos, un deporte de segunda fila. Y, por distintas razones, casi un convidado de piedra. El b¨¦isbol, en Estados Unidos, es casi una locura colectiva. Aquel gran sexsymbol, estadounidense, Marilyn Monroe -cuya tumba est¨¢ pr¨®xima a la del pianista Jos¨¦ Iturbi-, la novia so?ada por miles de j¨®venes en los a?os cincuenta, acrecent¨® a¨²n m¨¢s su popularidad cuando mantuvo relaciones con el gran bateador de los Yankees de Nueva York Joe di Maggio.
El b¨¦isbol, que, como dice un amigo m¨ªo, es deporte exportado en las colonizaciones, mantiene la atenci¨®n de los norteamericanos con fervor parecido al de su f¨²tbol, un rugby muy especial en el que predomina la violencia, nota caracter¨ªstica de ciertas disciplinas practicadas en este pa¨ªs. El b¨¦isbol, que es deporte de complicado reglamento y no exento de la cuquer¨ªa de las se?as que, como los jugadores de mus, ha de utilizar el receptor, fue incluido como deporte de exhibici¨®n en los Juegos a petici¨®n del Comit¨¦ Organizador, que hizo as¨ª uso de una de sus prerrogativas.
Al b¨¦isbol han venido a jugar Canad¨¢, Italia (con jugadores nacidos en Estados Unidos),- Nicaragua, Corea del Sur, Jap¨®n, Rep¨²blica Dominicana y Taiw¨¢n, el ¨²nico equipo que participa sin bandera propia -lo hace bajo la del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional-, porque ¨¦sa fue condici¨®n impuesta por la China de Pek¨ªn para reincorporarse al olimpismo.
Un deporte marginado
El gran suceso de Los ?ngeles y ciudades colaboradoras en el montaje lo est¨¢ protagonizando el f¨²tbol, que en una naci¨®n en la que le cuesta arrancar, pese a que en 1950, en el Mundial de Brasil, derrot¨® a la mism¨ªsima Inglaterra, ha establecido el r¨¦cord de asistencia a un acontecimiento ol¨ªmpico. El, f¨²tbol fue marginado por el Comit¨¦ Organizador de tal manera que lo distribuy¨® en varios Estados de la Uni¨®n para que molestara lo menos posible. En la Uni¨®n Sovi¨¦tica sucedi¨® lo mismo pero tanto en las ciudades sede colmo en Mosc¨² se registraron las mayores entradas.
En Estados Unidos ha sucedido lo mismo, pero con el agravante de que las cifras que se han producido hasta la fecha demuestran bien a las claras que incluso aqu¨ª puede convertirse en deport¨¦ estrella. ?nicamente es previsible que le supere el atletismo, que ser¨¢, sin duda, el gran acontecimiento de Los ?ngeles. La imagen de Pel¨¦ todav¨ªa, aparece en los anuncios de los autobuses urbanos, aunque no para dar imagen a una bebida gaseosa, sino para recomendar el uso de un determinado calmante.
El propio Henry Kissinger, cuando descubri¨® la importancia que tiene en el mundo f¨²tbol se hizo a la idea de manejarlo en Norteam¨¦rica para despu¨¦s, lejos de la pol¨ªtica, dedicarse a quitarle la plaza al brasile?o Joao Havelange.
Para ver el Estados Unidos-Taiw¨¢n de b¨¦isbol acudieron al estadio de Los ?ngeles 52.J19 espectadores; al Nicaragua-Canad¨¢, 40.000, y al Corea-Jap¨®n, El Italia-Estados Unidos de f¨²tbol, disputado en Pasadena, reuni¨® a 100.000 espectadores, pero el Italia-Egipto, partido que result¨® conflictivo y en el que fueron expulsados tres egipcios, congreg¨® a 102.000 aficionados, curiosos o lo que fuesen. Pero el fen¨®meno tambi¨¦n ha sido considerable en otras ciudades. As¨ª, en San Francisco, Estados Unidos y Costa Rica contaron con 75.000 espectadores. En Annapolis (Maryland), el Yugoslavia-Canad¨¢ lo presenciaron 19.243 personas; el Camer¨²n-Irak, 18.226, y el Francia-Qatar, 30.000. En Boston, el Chile-Noruega lo vieron 25.000 personas.
M¨¢s dinero
Estas primeras cifras, que se incrementar¨¢n a medida que avance el torneo y se jueguen los partidos decisivos, han proporcionado a Joao Havelange una mayor prepotencia. Tanta que no ha negado la posibilidad de que en el futuro campeonato del mundo, a celebrar en M¨¦xico, los dep¨®sitos previos que han de realizar todos, los periodistas acreditados no sean devueltos m¨¢s que en un 50%.
Los grandes organizadores de eventos deportivos mundiales est¨¢n dispuestos a sacar dinero de donde sea. Ya no les bastan las multinacionales y los grandes dividendos que producen las transmisiones televisivas y radiof¨®nicas.
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