Espa?a, que paso de la depresi¨®n a la plenitud de juego, disputar¨¢ la final en la madrugada del s¨¢bado
ENVIADO ESPECIALEspa?a consigui¨®, al menos, la medalla de plata de baloncesto de los Juegos Ol¨ªmpicos de Los Angeles al vencer a Yugoslavia en un emocionante encuentro, en el que, junto a momentos de gran depresi¨®n, los jugadores espa?oles tuvieron instantes de plenitud que posibilitaron que un marcador que se hab¨ªa puesto en contra al final de la primera parte se convirtiera en el ¨¦xito m¨¢s importante alcanzado por ¨¦l baloncesto espa?ol. A las 4.00 horas de la madrugada del viernes al s¨¢bado, el partido final contra Estados Unidos, presumible vencedor posterior de Canad¨¢ no cuenta. El objetivo de alcanzar una medalla se ha cubierto con creces.
Falta de poder reboteador hasta el instante en que sali¨® a la pista Fernando Romay en sustituci¨®n de Fernando Mart¨ªn; nervios excesivos, que provocaron pases al contrario; ineficacia en el tiro, salvo en el caso de Margall, que, de cinco lanzamientos y dos tiros libres sum¨® diez puntos, y una defensa endeble, por la que se col¨® casi siempre Dalipagic, posibilita ron el triunfo parcial de cinco puntos con que Yugoslavia se fue a descanso. El equipo espa?ol acus¨® en exceso la responsabilidad. A la selecci¨®n la abotarg¨® la posibilidad de alcanzar la medalla de plata. Quiz¨¢ por esta raz¨®n jug¨® con menos ideas que nunca y cometi¨® errores infantiles impropios de un conjunto experimentado. Algunos jugadores parec¨ªan pasados; de rosca, como Corbal¨¢n, que, de: ser el hombre seguro, se hab¨ªa convertido en un base sin reflejos.
Fernando Mart¨ªn tard¨® una eternidad en coger un rebote. Tanto, que D¨ªaz Miguel no tuvo m¨¢a remedio que sustituirle para intentar sujetar a Radovanovic y Dalipagic, dos veteranos que se encontraron a sus anchas al no tener apenas oposici¨®n en las entradas a canasta. La alineaci¨®n de los dos Petrovic le proporcion¨® a Yugoslavia una mayor repentizaci¨®n en las jugadas y hasta una facilidad superior en el tiro desde los bordes de la zona.
Romay y Margall
Espa?a y Yugoslavia mantuvieron la igualdad en el marcador con alternativas que no superaban los dos puntos hasta el minuto siete Pero los balc¨¢nicos aprovecharon al fin, su coherencia para adelantarse hasta por diez. Radovanovic volvi¨® a utilizar el viejo tiro en gancho y hubo necesidad de incluir a Romay en el equipo para que comenzara a existir una defensa m¨¢s inc¨®moda para el adversario. La recogida de rebotes por parte de Romay hizo que se llegara a perder por tan s¨®lo dos puntos, aun que, finalmente, los yugoslavos alcanzaron la ventaja de cinco en e descanso.
La mejora observada en los ¨²ltimos instantes del primer per¨ªodo se hizo efectiva en el segundo, en el que en tan s¨®lo en un minuto y segundos el marcador se puso favorable a Espa?a. En el minuto seis la diferencia para nuestra selecci¨®n era ya de siete puntos. Un parcial de ocho a cero propici¨® el cambio rotundo en el panorama La eficacia de Romay en los rebotes, de los que se hizo due?o durante varios minutos, fue decisiva El pivot madridista hasta se permiti¨® el lujo de encestar de gancho. Pero fue Jos¨¦ Mar¨ªa Margall el otro hombre clave. Sus tiros desde fuera de la zona resultaron mortales para Yugoslavia. El jugador del Joventut estuvo durante un tiempo, en tal estado de gracia que consigui¨® cuanto se propuso. La mayor velocidad en el contraataque y el mejor marcaje a los yugoslavo hizo posible el milagro. Hasta Llorente fue capaz de llevarse un re bote bajo la canasta del adversario y ¨²nicamente sigui¨® faltando que Epi se decidiera m¨¢s y que Jim¨¦nez consiguiera mayor acierto en los lanzamientos.Con un marcador 55-50 favorable a Espa?a, D¨ªaz Miguel supli¨® a Llorente, Jim¨¦nez y Margall (¨¦ste se hab¨ªa cargado con cuatro personales) y dio paso a Corbal¨¢n, Fernando Mart¨ªn e Iturriaga. Con muchas precauciones en el ataque y dificultades para encontrar el hueco en la zona yugoslava, a falta de cinco minutos, con un contragolpe r¨¢pido, Iturriaga puso en el marcador una diferencia de diez puntos y, tras un rebote de Romay, se larg¨® Corbal¨¢n y aument¨® a la docena.
Los yugoslavos iniciaron una presi¨®n en toda la cancha que fue respondida por Espa?a con Corbal¨¢n y Llorente como bases. Todo consisti¨® entonces en consumir al m¨¢ximo los 30 segundos que est¨¢ permitido poseer el bal¨®n sin lanzar a canasta. A un minuto veinte segundos, la diferencia a favor de Espa?a se manten¨ªa en los diez puntos. Para acabar de amarrar sali¨® Soloz¨¢bal. Tres bases, Mart¨ªn y Romay consumieron el tiempo que quedaba, conservando la ventaja y hasta aument¨¢ndola.
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