La Puebla, cante en la cumbre

La Puebla de Cazalla acredit¨® una vez m¨¢s que cada a?o organiza uno de los festivales flamencos m¨¢s exigentes y de mayor nivel art¨ªstico de los que se vienen dando en Andaluc¨ªa. El de este a?o fue realmente excepcional.En general o¨ªmos un cante muy bueno, acompa?ado por tres guitarras gitanas tan ricas de inspiraci¨®n dentro de su diversidad de estilos como las de Enrique de Melchor, Juan Habichuela y Pedro Pe?a. Guitarras id¨®neas para el cante, para el ejercicio y la conducci¨®n de ese di¨¢logo con la voz.

Y si hablamos de voces, hay que descubrirse. Lamento que la amplia n¨®mina de cantaores me impida dedicar a cada uno el espacio que merecer¨ªa. S¨®lo, pues algunas ideas, aquello que me impresion¨® de manera m¨¢s terminante. Rafael Romero, en su l¨ªnea habitual de magisterio fiel a las ra¨ªces, con la ca?a y la siguiriya del Planeta, en primer t¨¦rmino. Chaquet¨®n, en su enorme malague?a del Mellizo, una brillante serie por alegr¨ªas, y la sole¨¢ de C¨¢diz, que quiz¨¢ el p¨²blico no apreci¨® en todo su valor.

Jos¨¦ Menese, en su pueblo, me dio la impresi¨®n de que quiso arrancarse la espina del a?o pasado en que protagoniz¨® una noche triste que todav¨ªa se recuerda. Y fue ese cantaor sin l¨ªmites que suele ser cuando canta como ¨¦l sabe hacerlo. Se sent¨®, dijo la primer copla por peteneras y ya ten¨ªa al p¨²blico en pie.

Otro pueblano, Diego Clavel, 'triunf¨® asimismo en su peculiar estilo de cante. Personalmente me parece que Diego se est¨¢ equivocando. Confiando en sus extraordinarias facultades, que le permiten colocar la voz arriba y aguantarla de manera impresionante, barroquiza excesivamente su cante, en un casi permanente grito pelado que a veces le impide matizar como ¨¦l sabe matizar. Aunque arrebate al p¨²blico, Diego no debe dejarse enga?ar por ese f¨¢cil ¨¦xito; ¨¦l puede cantar con mucha mayor calidad.

El Mono de Jerez hizo tambi¨¦n su n¨²mero imprescindible de cante / baile por buler¨ªas, que se recibe con mucho agrado. Y otro pueblano, Miguel Vargas, tuvo quiz¨¢ la actuaci¨®n m¨¢s equilibrada de la noche. Miguel es un cantaor ejemplar de perfecto entendimiento de lo que el cante debe ser. Ni se desmelena ni se queda corto: cada tercio tiene su comp¨¢s, su enjundia, su verdad flamenca.

Fernanda de Utrera no lleg¨® al escalofr¨ªo de Mor¨¢n, pero dej¨® constancia de su pur¨ªsima queja jonda hasta en el fandango. En cambio, su hermana Bernarda se qued¨® malamente en el cupl¨¦. Jos¨¦ de la Tomasa, por fin, brill¨® con fuerza y rigor por levante, por sole¨¢ y por fandangos. En el baile, de la Familia Fern¨¢ndez se luci¨® Conchi Vargas.

Una fastuosa ronda de ton¨¢s y martinetes, impecablemente cantada por Vargas, Chaquet¨®n, Romero, Tomasa, Menese y Clavel, puso broche de oro a una noche verdaderamente grande.