75 a?os
El d¨ªa que yo alcanzaba a cumplir los 75 a?os sal¨ª al volante de mi coche rumbo al rinc¨®n cant¨¢brico de mi vacaci¨®n. Los 500 kil¨®metros con espeso tr¨¢fico fueron, de suyo, un ejercicio de concentraci¨®n mental que, a m¨ª al menos, me ayud¨® a dejar aparcados los moscardones de la rutina. En manejar el volante hay mucho de automatismo y buena parte de reflejos condicionados. Pero queda un largo espacio de tiempo para la divagaci¨®n mental del conductor. Los paisajes conocidos sirven de escenario a la ilaci¨®n de los pensamientos. De Somosierra a Lerma; del nuevo enlace de Burgos a los picachos de Pancorbo; de la cresta de Cellorigo a la calva cima del Gorbea, fueron otros tantos hitos que me acompa?aron, entrevistos, a la rumia incesante del discurrir humano.Se ha escrito que el hombre es, sustancialmente, una estructura de memoria acumulada y un sedimento de vivencias. Mi padre, que era m¨¦dico, le¨ªa con apasionado inter¨¦s los trabajos de Bergson. En cierta ocasi¨®n le o¨ª comentar a un amigo suyo: "Este jud¨ªo sutil opera en su an¨¢lisis sobre la memoria como el dedo enguantado del cirujano explora la hendidura abierta por el bistur¨ª". Un primer examen del pasado individual nos revela la inmensidad del ayer existencial cuando se contempla con la perspectiva de siete decenios transcurridos. Pero es tambi¨¦n cierto que las grabaciones son diversas en intensidad emocional y en minuciosidad descriptiva. Quiz¨¢ una teor¨ªa cu¨¢ntica habr¨ªa de reflejar con m¨¢s precisi¨®n lo que realmente es la memoria, en vez de la imagen de un flujo continuo de Indiscriminados recuerdos.
Resulta innecesario evocar los conocidos ejemplos hist¨®ricos para sostener v¨¢lidamente la tesis de la creativa lucidez de muchos hombres y mujeres al llegar a los altos niveles de la edad. "El esp¨ªritu se ve sitiado por los inevitables padeceres del cuerpo", escrib¨ªa Marcel Proust, enfermo cr¨®nico que luchaba por terminar la redaci¨®n de su inmensa rememoraci¨®n novel¨ªstica, resurrecci¨®n magistral de una ¨¦poca, una vida y un tiempo perdidos. Y es cierto que a medida que lo som¨¢tico desciende hacia la imperfecci¨®n, lo intelectual se afina en aquilatar, no s¨®lo recuerdos y experiencias, sino tambi¨¦n en hacer cotejos, juicios, valoraciones nuevas y lecturas de lo sucedido.
Se dice que los a?os conceden el beneficio de la sapiencia, entendida corno conocimiento a?adido al anglosaj¨®n trial and error, que es el habitual camino humano de buscar la verdad. Es decir, el derecho a equivocarse. La perspectiva de largo alcance confiere un determinado entendimiento de la historia vivida. Haber visto y o¨ªdo, escuchado y le¨ªdo el fragor de las luchas pol¨ªticas y sociales de m¨¢s de medio siglo de nuestra naci¨®n confiere, si no excepticismo, un buen punto de madurez, relativismo y equilibrio. Fui lector precoz de peri¨®dicos en la casa de mis padres, y el peor castigo que recib¨ªa era la prohibici¨®n de leerlos. Conoc¨ª las campa?as de Prensa de los ¨²ltimos a?os de la monarqu¨ªa constitucional; vi proclamar el estado de guerra en Bilbao en la huelga de 1917 y desembarcar los marines -la Infanter¨ªa de Marina- en la min¨²scula playa de Portugalete frente a mi casa. Recuerdo las tensas jornadas del golpe de Estado de septiembre de 1913 y un discurso del rey Alfonso XIII en el Sporting bilba¨ªno durante la dictadura dirigido a un grupo de leales din¨¢sticos liberales. De estudiante universitario me toc¨® la huelga de Sbert, que en la Escuela de Ingenieros bilba¨ªna no tuvo apenas ¨¦xito, y conoc¨ª la agitada situaci¨®n del claustro profesoral de Salamanca, en septiembre de los a?os treinta, con la sombra de Miguel de Unamuno llen¨¢ndolo todo.
He presenciado la izada de la bandera tricolor republicana en la fachada del ayuntamiento de mi pueblo a las siete de la ma?ana del 14 de abril entre un reducido grupo de vecinos, socialistas en su mayor¨ªa, a los acordes del Himno de Riego. Y tom¨¦ parte activa en las campa?as electorales de la Rep¨²blica como candidato mon¨¢rquico independiente pensando un remoto futuro institucional al que me llevaba mi convicci¨®n ¨ªntima de que era conveniente para el porvenir nacional y que, en esos a?os, semejaba a muchos nostalgia desventajosa o utop¨ªa irrealizable.
Los a?os confieren serenidad, apagan las prisas juveniles y las de la madurez, redondean el perfil de la personalidad y hacen que al estar se sume el ser. "Estar estando", explicaba como motivo de su vida un amrinero retirado que miraba por las tardes al Cant¨¢brico desde el espig¨®n del puerto ondarr¨¦s. Quiz¨¢ hubiese divertido a Zubiri tal comentario. Brotan en esa singladura vital aficiones que yac¨ªan dormidas cuando en la superficie se agitaban ambiciones del devenir individual. Vocaciones tard¨ªas. Hobbys. Do it yourself Todo un mundo de facultades inobservadas florecen en el estadio supremo de la vida. Si la mejor definici¨®n de la cultura de la ¨¦poca moderna consiste en saber despertar en cada hombre y en cada mujer las mejores cualidades de su esp¨ªritu, es evidente que ese prop¨®sito de enriquecimiento interior se ha convertido en una extendida y fecunda tendencia cultural entre nosotros.
Declaro no haber tenido nunca una mayor curiosidad intelectual como la que siento ante la era hist¨®rica en la que entramos. Las modificaciones del comportamiento del hombre y de sus h¨¢bitos bajo las nuevas coordenadas de la sociedad informatizada tecno-electr¨®nica me llenan de inter¨¦s. No comparto el temor de los nost¨¢lgicos ni el llanto anticipado de las Casandras agoreras. Por vez primera, el hombre acomete una dr¨¢stica revoluci¨®n cient¨ªfico-t¨¦cnica en que la materia instrumental es la inteligencia, la cognici¨®n humana. Las consecuencias van a ser -son ya- de perturbadora profundidad, como lo ser¨¢n, en otro orden de cosas, las que corresponden a la nueva y arrolladora perspectiva de la biotecnolog¨ªa.
El hombre y la mujer ver¨¢n supervalorados su protagonismo en esta nueva etapa de su larga aventura hist¨®rica. Para los espa?oles se ofrecer¨¢n oportunidades excepcionales en ese per¨ªodo. Nuestro pa¨ªs est¨¢ lleno de inteligencias extraordinarias que se pierden en el anonimato, en la rutina o en el malogro por falta de est¨ªmulos, de medios o de posibilidades. Cuanto se haga para utilizarlos en rendimiento pleno ser¨¢ decisivo para el rumbo de nuestro futuro nacional.
?Veremos una gradual integraci¨®n de los pueblos de la Europa occidental en los a?os pr¨®ximos? Mi criterio es afirmativo, y desear¨ªa que Espa?a se incorporase a ese proceso aportando un c¨²mulo de ideas renovadoras. No todo va a ser -con ser muy importante- disputar de frutas, pescados y verduras. Me emociona tambi¨¦n pensar que nuestra lengua castellana seguir¨¢ avanzando imparablemente en el uso universal como una de las grandes lenguas de cultura de Europa, juntamente con el ingl¨¦s. Hacia el a?o 2000, los c¨®nclaves y concilios del Vaticano tendr¨¢n mayor¨ªa de part¨ªcipes iberohablantes. Pido a la Providencia que me deje presenciarlo por los perfeccionados v¨ªdeos de esa ¨¦poca.
Nada ayuda tanto a mirar hacia adelante como haber recorrido un largo camino que se queda atr¨¢s. Planifico mis tareas sin l¨ªmites ni salvedades. Quiero utilizar mi capacidad de trabajo cotidiano a plenitud. La vida es el supremo bien de este mundo, repet¨ªa uno de los personajes creados por mi paisano, el novelista Juan Antonio de Zunzunegui. La vida es una larga toma de conciencia, seg¨²n Jean Guitton. O, seg¨²n otros, un di¨¢logo consigo mismo. En el fondo de esa conversaci¨®n resuena un eco que viene del m¨¢s all¨¢.
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