Sorpresa en el Magreb
HAY ALGO que no se puede negar al coronel Gadafi- la capacidad de sorprender. Acaba de hacerlo una vez m¨¢s con su viaje a Uxda, localidad marroqu¨ª en la que se ha entrevistado con el rey Hassan II, y de cuya entrevista ha surgido el anuncio de la pr¨®xima creaci¨®n de una uni¨®n de Estados entre Libia y Marruecos. La expresi¨®n es lo suficientemente ambigua como para que sea casi imposible imaginar en qu¨¦ pueda consistir tal uni¨®n. Son tan absolutamente dispares los dos sistemas, en un caso una monarqu¨ªa tradicional y fuerte, en el otro una jamarihya, es decir, un presunto Estado de las masas regido por comit¨¦s populares, que a lo sumo cabe concebir formas de coordinaci¨®n susceptibles de aproximar pol¨ªticas que hasta ahora han sido profundamente diferentes. De otro lado, es inevitable recordar la larga serie de uniones, confederaciones y fusiones proclamadas por iniciativa del coronel Gadafi entre Libia y diversos pa¨ªses ¨¢rabes (Egipto, Siria, Sud¨¢n, T¨²nez). Todas ellas iniciativas m¨¢s o menos solemnes, que desaparecieron no dejando tras de s¨ª m¨¢s que la huella de una nueva frustraci¨®n.Por todo ello no es exagerado hablar ahora de un viraje en la pol¨ªtica exterior del l¨ªder libio, aunque el cambio de rumbo se viera preparado por un viaje anterior de Gadafi a Rabat en julio de 1983, en el que se fragu¨® el restablecimiento de relaciones diplom¨¢ticas entre los dos pa¨ªses. Viraje tanto mayor cuanto que Marruecos es uno de los aliados m¨¢s fieles de EE UU en la regi¨®n, Libia, por su parte, es quiz¨¢ el pa¨ªs contra el cual EE UU formula acusaciones tan graves como las de que apoya al terrorismo internacional y act¨²a al servicio de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Con tales antecedentes, ?cu¨¢les pueden ser las motivaciones del acercamiento. libio-marroqu¨ª? Una primera respuesta ata?e al S¨¢hara occidental. Desde hace m¨¢s de nueve a?os, el Frente Polisario libra una guerra contra Marruecos, con fortuna decreciente, para lograr la independencia de aquel territorio. Durante estos a?os, Gadafi ha, sido su principal apoyo, al menos en el abastecimiento de armas. En los ¨²ltimos meses, sin embargo, la posici¨®n de Gadafi ha ido realizando un viraje que culmina con el acuerdo de Uxda, confirmaci¨®n de que el l¨ªder libio ha pasado a apoyar a Hassan II. Para el monarca alau¨ª, el nuevo posicionamiento libio es mucho m¨¢s que un ¨¦xito pol¨ªtico cotizable ante los partidos y la opini¨®n p¨²blica a la vista de las pr¨®ximas elecciones parlamentarias. Si bien Marruecos ha mejorado, con su l¨ªnea defensiva en torno a las zonas m¨¢s habitadas del S¨¢hara, su situaci¨®n militar, no se puede olvidar que en el plano diplom¨¢tico, sobre todo ante la OUA, su postura es de lo m¨¢s inc¨®moda: ha prometido la realizaci¨®n de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, que en el fondo contradice la tesis defendida con ah¨ªnco de la pertenencia del S¨¢hara a Marruecos; y por otra parte, en la OUA hay ya una mayor¨ªa para el reconocimiento de la Rep¨²blica ?rabe Saharaui.
El aplazamiento de la cumbre de la OUA conviene sin, duda a Rabat; pero es l¨®gico que intente mientras tanto obtener nuevas bazas. En este plano, la idea libia de que hay que buscar una soluci¨®n al problema saharaui en el marco del mundo ¨¢rabe, es decir, fuera de la OUA y de la ONU, es un apoyo inestimable para Hassan. Estas circunstancias ayudan a comprender, al mismo tiempo, el porqu¨¦ de la ausencia del presidente Chadli, de Argelia, en la reuni¨®n de Uxda, a pesar de que Rabat hab¨ªa anunciado. con anterioridad su presencia. Argelia, que no ve por ahora ventaja alguna en un entendimiento con Rabat sobre el futuro del S¨¢hara, sigue apoyando al Frente Polisario, a la espera, quiz¨¢, de que se mejore la puja para que cese en ese apoyo indiscriminado. El r¨¦gimen argelino sabe que mientras sostenga a los guerrilleros del desierto el conflicto no podr¨¢ darse por concluido, por lo que su actitud es la de esperar a ver qu¨¦ ofrece Marruecos para obtener alg¨²n tipo de avenencia.
En cuanto a las razones que mueven al coronel Gadafi en sus esfuerzos de aproximaci¨®n a Marruecos, lo m¨¢s probable es que forman parte de una evoluci¨®n m¨¢s general en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica exterior. Libia se encuentra desde hace tiempo en un proceso de creciente aislamiento. El Reino Unido ha roto recientemente sus relaciones con el coronel Gadafi, despu¨¦s de los incidentes en la Embajada libia en Londres que costaron la vida a una polic¨ªa brit¨¢nica. El enfrentamiento con Francia se ha agravado a consecuencia de los acontecimientos de Chad. El radicalismo gadafista crea situaciones tensas a Tr¨ªpoli con un gran n¨²mero de pa¨ªses ¨¢rabes. Libia ha llevado a cabo una pol¨ªtica de relaciones estrechas con la URSS, y todo indica que trata de romper ahora su aislamiento con una apertura a Occidente y hacia algunos de los reg¨ªmenes m¨¢s moderados. Recientemente, el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Andreotti, fue portador, ante Ronald Reagan, de una propuesta de Gadafi de mejorar las relaciones entre Libia y EE UU. Es sintom¨¢tico que la entrevista de Uxda y el anuncio del tratado de uni¨®n con Marruecos se hayan producido casi al mismo tiempo.
Existe a todas luces una contradicci¨®n, a primera vista total, entre esta evoluci¨®n de las posiciones internacionales de Libia y la doctrina del Estado de las masas, y de la revoluci¨®n de las masas, expuesta por el coronel Gadafi. en su famoso Libro Verde; doctrina a la que ha pretendido dar incluso un alcance internacional, como la v¨ªa aut¨¦ntica susceptible de librar al mundo de sus males, v¨¦ase tanto capitalismo como comunismo. Pero la contradicci¨®n es menos profunda si se observa no tanto el lenguaje de los textos como la pr¨¢ctica pol¨ªtica en la Libia contempor¨¢nea. Lo cierto es que el coronel Gadafi, aunque haya renunciado, en la forma, a todos los cargos de car¨¢cter estatal, dispone en verdad de un poder absoluto. Ejerce una dictadura personal; y son precisamente las dictaduras de este tipo las m¨¢s propensas a realizar virajes bruscos; y las que pueden llevarlos a cabo con mayor facilidad. Porque no existen instrumentos democr¨¢ticos de control o de mediaci¨®n entre el pueblo y el jefe.
Si el tratado libio-marroqui, anunciado despu¨¦s de la entrevista de Uxda, llega a hacerse realidad aparecer¨¢ en el Magreb una nueva estructuraci¨®n de las relaciones internacionales: por un lado, el tratado de amistad y concordia entre Argelia y T¨²nez, al que luego se asoci¨® Mauritania en diciembre del a?o pasado; y por otro, el reciente tratado entre Marruecos y Libia. No es seguro que la existencia de estas dos agrupaciones sea un factor de estabilidad; ni que pueda constituir una ayuda para acercar las respectivas posiciones sobre los problemas m¨¢s candentes, como el del S¨¢hara. Libia ha alardeado siempre de que la unidad ¨¢rabe era su gran objetivo. Pero la realidad de su pol¨ªtica ha marchado m¨¢s bien en direcci¨®n contraria.
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