Locos por la libertad
El Gobierno socialista tiene paralizada la reforma de la asistencia psiqui¨¢trica que inici¨® la izquierda bajo el franquismo
Los psiquiatras no lo incluyen en su nota de protesta. A fin de cuentas es una revelaci¨®n sangrante de las muchas que se han puesto en evidencia cada vez que ocurre una disputa pol¨ªtica en una provincia. A Virtudes no se la ha ense?ado como una loca de escaparate. En realidad lo que se quer¨ªa mostrar eran las condiciones vejatorias en las que viven locos como Virtudes, para que un ayuntamiento abandonara ese manicomio y lo sustituyera por otro m¨¢s moderno, un hotel propiedad de un concejal.Siempre que en Espa?a se ha sabido de locos ha sido cuando los psiquiatras han sido relevados de sus puestos, cuando ha habido un cambio de titulares al frente de un ayuntamiento o una diputaci¨®n provincial y cuando se han enfrentado grupos de distinto signo pol¨ªtico. Sucedi¨® con las huelgas de los MIR, durante el mandato de UCD, y ahora en las provincias en las que los partidos pol¨ªticos se reparten el poder local y regional.
Salvo el caso aislado de Asturias, ninguna comunidad aut¨®noma, y menos el Estado, ha afrontado la reforma de los manicomios espa?oles. En este pa¨ªs que fue, por herencia de la civilizaci¨®n ¨¢rabe, pionero del mundo cristiano en atender a los enfermos mentales, la asistencia psiqui¨¢trica contin¨²a en manos de la beneficencia, exactamente igual que en el siglo XV, cuando se fundaron los primeros manicomios de Europa.
De los 118 manicomios abiertos en Espa?a, 50 pertenecen a entidades particulares que atienden a 5.219 camas; 37, con 22.910 camas, a las diputaciones provinciales; 20, a congregaciones religiosas -en su mayor¨ªa a los hermanos de San Juan de Dios-; ocho, a la Direcci¨®n General de Sanidad; dos dependen de ayuntamientos, y uno corresponde al Ministerio de Justicia.
Asilos de ancianos
Esta dispersidad es uno de los factores que m¨¢s dificultan el abordaje de una reforma global de la asistencia psiqui¨¢trica en Espa?a. Una asistencia que se enfrenta a m¨¢s de 45.000 supuestos locos cuya permanencia en los manicomios se desglosa as¨ª: un 12,2% co rresponde a ingresos en el ¨²ltimo a?o, y el 52% lleva recluido m¨¢s de 30 a?os. Es decir, m¨¢s del 66% de la poblaci¨®n recluida tiene m¨¢s de 50 a?os de edad. Estos datos evi dencian que los manicomios son, por encima de todo, asilos de an cianos que reciben la calificaci¨®n de locos por la ¨²nica raz¨®n de ser pobres y no tener ning¨²n familiar que los asista. No se dispone de datos referidos a la asistencia psiqui¨¢trica privada, pero el hecho de que ¨¦sta no sea gratuita facilita que los tiempos de internamiento no sean tan prolongados como en los centros p¨²blicos.
Aunque la subsistencia de la mayor¨ªa de los centros pgiqui¨¢tricos depende de las diputaciones -invierten un tercio de su presupuesto global en la asistencia ben¨¦fica, a la que est¨¢n acogidos los mamicomios-, no todos son propiedad de los organismos provinc¨ªales. La mayor¨ªa est¨¢n ubicados en viejos edificios procedentes de la desamortizaci¨®n eclesi¨¢stica del siglo pasado. Los regentan asociaciones religiosas a quienes las diputaciones transfieren una cuot¨¢ de unas 1.000 pesetas por. cada asilado. En opini¨®n de los psiqu¨ªaIras, las cuotas constituyen otro de los factores que contribuyen a la estancia excesivamente prolongada de los enfermos en los manicomios; cuanto m¨¢s tiempo permenezc¨¢n, independientemente de su estado mental, tanto m¨¢s se percibir¨¢ la asignaci¨®n p¨²blica. La condici¨®n asilar de los manicomios viene reforzada tambi¨¦n por el reducido n¨²mero de especialistas destinados en cada manicomio. La mayor¨ªa de ellos son macroasilos con capacidad para.unas 1.000 camas, cifra que los expertos consideran absolutamente inadecuada para una asistencia racional a los supuestos pacientes. La circunstancia del manicomio de Gerona, que hasta hace unos meses contaba con un director m¨¦dico y cuatro residentes para atender a m¨¢s de 800 internos, revela los l¨ªmites en los que se sit¨²a la locura en Espa?a.
En hospitales como los de Ja¨¦n, Sevilla, M¨¢laga, Oviedo, Valladolid, Albacete o Huelva se llevaron a cabo t¨ªmidos intentos por modificar esa situaci¨®n al grito de "?Salta la tapia". Psiquiatras como el director actual de la salud mental asturiana, Jos¨¦ Garc¨ªa Gonz¨¢lez, y el director de La Candellada, V¨ªctor Aparicio; Manuel Gonz¨¢lez Ch¨¢vez y Enrique Gonz¨¢lez Duro, que trabajaron en Andaluc¨ªa; Luis Cabrero, en Catalu?a, y tantos otros antiguos militantes en partidos situados a la izquierda del PSOE, fueron apartados de la direcci¨®n de sus centros cuando la izquierda accedi¨® al poder de la Administraci¨®n local. En los casos de Gonz¨¢lez Duro y Cabrero, ambos de reconocido prestigio, se ha llegado a privarles de empleo.
Salvo el caso de Asturias, donde los recelos pol¨ªticos se han soslayado en beneficio de una pol¨ªtica sanitaria coherente, el resto del pa¨ªs registra programas aislados sin coordinaci¨®n. En Madrid se da el caso de que el ayuntamiento ha puesto por su cuenta hasta tres psiquiatras en una casa de socorro, el mismo n¨²mero de especialistas asignado a la unidad de asistencia mental de un hospital como el Ram¨®n y Cajal. Una comisi¨®n ministerial para la reforma psiqui¨¢trica, creada hace un a?o, no se ha reunido una sola vez desde que se constituy¨®. Todos los proyectos de reforma iniciados durante el franquismo y con la UCD se encuentran paralizados, a la espera siempre de la aprobaci¨®n de la ley de Sanidad, cuyo art¨ªculo 23 contempla la salud mental dentro del sistema sanitario general. Una espera harto prolongada que desde el Ministerio de Sanidad aseguran no pasar¨¢ del pr¨®ximo mes de septiembre.
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