Los hombres pasivos
Es una nueva generaci¨®n de hombres, ni muy j¨®venes ni muy viejos, treinta?eros de suficiente biograf¨ªa a las espaldas como para haberse equivocado abundantemente en el pasado, como para haber aprendido. Pero por lo que se ve ha sido un aprendizaje insuficiente.Son cari?osos, y t¨ªmidos, y amables. Pero sobre todo son pasivos. Se sienten inc¨®modos dentro del c¨®digo de conducta masculino, pero no saben qu¨¦ otro traje han de vestirse. Por eso, por puro espanto a equivocarse, por temor a ser tachados de machistas, prefieren sumirse en un profundo paral¨ªs y no actuar, en el convencimiento de que quien no se mueve no se estrella. Craso error.
Viven una vida sentimental de catatonia, y de lo dubitativo hacen un arte. Jam¨¢s ser¨¢n los primeros en abrazar a una chica, en insinuar alg¨²n avance, en asumir el riesgo delicioso de aventurar un beso. Se limitan a permanecer ah¨ª, parpadeantes y muy quietos, a la espera de. que la mujer de turno se lance decididamente sobre ellos. Tan inseguros est¨¢n de qui¨¦nes son que creen que las hembras somos personas segur¨ªsimas. Un error a¨²n mas grave que el anterior, porque todos arrastramos nuestro equipaje endemoniado.
Se conforman con ser perennes objetos de conquista, o aun ni eso. Nunca dir¨¢n que te quieren o cualquier otra mentira necesaria. Se abandonan, tr¨¦mulos y lacios, en un fatal inmovilismo. Son un peso muerto que hay que empujar continuamente. Mantener una relaci¨®n con ellos es como mantener una relaci¨®n con el vac¨ªo. Fernando M¨¦ndez Leite lo explic¨® muy bien en su l¨²cida pel¨ªcula El hombre de moda.
Est¨¢ de moda, s¨ª, este hombre nuevo de gloriosas cualidades vegetales. Abominan del t¨®pico viril, de la groser¨ªa cazadora de los machos, pero se han pasado en masa al otro extremo, al melindre de la doncella de f¨¢bula, de la t¨®pica solterita mortecina. O sea, a un comportamiento m¨¢s bien memo.
Digo yo que con un poco de coraje, de sensatez y empe?o, a lo mejor hasta podr¨ªamos encontrar un mucho m¨¢s excitante punto intermedio.
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