Final de esc¨¢ndalo en el villa de Madrid
El Villa de Madrid acab¨® en esc¨¢ndalo. Tras los aperitivos indigestos tomados durante el partido, es decir, tarasca das subterr¨¢neas y agresiones casi a¨¦reas, el men¨² concluy¨® con la aparici¨®n en escena de un espectador, con ideas e intenciones poco claras, que, sin embargo, sali¨® mal parado del asunto ante las condiciones f¨ªsicas de los holandeses. El profesor Tierno se qued¨® sin poder entregar el trofeo a los vencedores, por que los vencedores, con buen criterio, pensaron que ya hab¨ªa sido bastante con la guerra de trincheras en el c¨¦sped para arriesgarse a cruzar las barreras enemigas que compon¨ªan las gradas que dan acceso al palco. Ganaron los holandeses del Eindhoven porque empataron a uno, y les bastaba tras su triunfo sobre el Sporting de Lisboa. Como les bast¨® jugar un tiempo, el primero, para exhibir su superioridad, antes de dejarse comer el terreno por un valiente Atl¨¦tico que, al menos, dej¨® para la esperanza sus ¨²ltimos veinte minutos.La diferencia entre f¨²tbol duro y juego sucio radica en dos cuestiones: inteligencia y f¨ªsico. Los del Eindhoven repartieron le?a cuantitativamente en id¨¦ntico grado que los rojiblancos. Pero estos lo hicieron de forma tan flagrante que sus agresiones eran cantadas varios segundos antes de que se produjeran. ?sta es una de la razones. por las que el Atl¨¦tico demostr¨® no estar capacitado para aspirar a nada serio en Europa, al margen de que su primer tiempo result¨® de una pobreza digna de preocupaci¨®n para Luis. Pereira salv¨® el resultado -excepto el pol¨¦mico gol holand¨¦s-, mientras su colega, Van Breukelen, reservaba fuerzas, posiblemente intuyendo lo que se avecinar¨ªa al final.
El Eindhoven retras¨® l¨ªneas tras el descanso, y se limit¨® a contener las voluntariosas acometidas de su rival. La entrada de M¨ªnguez, y las brillantes acciones individuales de Rubio, junto con la eterna capacidad de Hugo S¨¢nchez -el mexicano debe dar lecciones intensivas a sus compa?eros de como se responde al tobillo ante la dureza del rival-, sirvieron para compensar las lagunas de Votava, Prieto o Pedraza, y hasta la baja forma f¨ªsica de Arteche, cazado al principio, aunque ya se encarg¨®, y de que forma, de devolver el ca?onazo recibido como si de un vengador justiciero se tratase. El Atl¨¦tico cre¨® ocasiones -Land¨¢buru fall¨® una clamorosa-, y cerc¨® a su rival aunque no pudo pasar del empate.
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