La negociaci¨®n
Deia( ... ) ?Existe una aut¨¦ntica voluntad negociadora dando a la palabra negociaci¨®n su contenido m¨¢s riguroso? o, por el contrario, ?es un gesto vac¨ªo, realizado para tranquilizar al Gobierno franc¨¦s y as¨ª contrapesar su pol¨ªtica de extradiciones? ?O esta oferta es s¨®lo un globo sonda para detectar las reacciones de determinados sectores espa?oles, reacios al tema negociador?Parece d¨ªficil dar una respuesta exacta a estas preguntas; s¨®lo el ministro Barrionuevo, protagonista de este hecho, conoce la sinceridad o el enga?o de la oferta. Desde Euskadi, sin embargo, existe le impresi¨®n dominante, y nosotros participamos de ella, de un claro escepticismo.
Y esta actitud esc¨¦ptica surg¨ªa a las pocas horas de la publicaci¨®n de la noticia, cuando algunos l¨ªderes socialistas, como Benegas, comenzaban a echar el agua de las matizaciones al vino de la oferta inicial. M¨¢s tarde, el mismo Barrionuevo puntualizaba tanto el tema, que el posible valor inicial de la oferta negociadora quedaba en una vulgar y t¨®pica repetici¨®n de anteriores intervenciones suyas. Pr¨¢cticamente, pues, no exist¨ªa ning¨²n elemento nuevo importante en la posici¨®n del Gobierno socialista respecto al tema de la violencia en Euskadi y todo parec¨ªa quedar reducido a una operaci¨®n de imagen del Ministerio del Interior o, peor todav¨ªa, un dar marcha atr¨¢s de la posici¨®n inicial publicada por EL PAIS. ( ... )
Aun en el hipot¨¦tico caso de que la actual ETA fuera aniquilada, y sin olvidar en ning¨²n momento el sangriento coste de los posibles coletazos finales de los comandos terroristas, la frustraci¨®n pol¨ªtica de miles de vascos ser¨¢ un permanente caldo de cultivo para la aparici¨®n de nuevas generaciones de j¨®venes violentos, mucho m¨¢s radicales e incontrolados que los actuales. ?sta es una hip¨®tesis que no deseamos, pero que ciertamente puede darse.
Claro que, para qu¨¦ la negociaci¨®n llegue a un feliz t¨¦rmino, en primer lugar deber¨¢ ser leal y sin enga?os. El pueblo vasco es dialogante y pacifista por su tradicional humanismo, por su psicolog¨ªa pac¨ªfica y porque tiene conciencia de sus propias limitaciones geogr¨¢ficas. Sin embargo, cuando ha aceptado una negociaci¨®n y posteriormente ha sido enga?ado, su actitud ha sido mucho m¨¢s dura y rebelde. ?sta es una lecci¨®n que ning¨²n Gobierno espa?ol debe olvidar.
En el actual caso concreto, adem¨¢s, la negociaci¨®n deber¨¢ incluir como una de las partes en el di¨¢logo a las instituciones vascas. Desde fuera de Euskadi ya se ha escrito que marginar al nacionalismo supondr¨ªa un grave error pol¨ªtico. El tema de la violencia es lo suficientemente grave como para que el PSOE abandone toda tentaci¨®n de protagonismo exclusivo y siente tambi¨¦n en la mesa negociadora a los leg¨ªtimos representantes del pueblo vasco, que son sus instituciones.
Cuando reflexionamos sobre la necesidad de la negociaci¨®n, no olvidarnos en ning¨²n momento que, existen dentro del aparato del Estado espa?ol sectores minoritarios y poderosos muy reacios a la idea de negociar. Sabemos que es una de las dificultades objetivas que,, aqu¨ª y ahora, tiene que sortear el PSOE para conseguir la pacificaci¨®n de este pa¨ªs. Pero demasiadas veces son los propios dirigentes socialistas quienes, por sus declaraciones triunfalistas, arrogantes y belicosas, est¨¢n alimentando las ilusiones aniquiladoras de esos sectores reaccionarios. En el fondo, muchos tememos que algunos l¨ªderes socialistas coincidan en su talante autoritario y centralista con esos poderes f¨¢cticos: aunque, por otra parte, desde su responsabilidad del poder tienen la necesidad de poner fin, de una vez por todas, a este dram¨¢tico pulso del Estado con las organizaciones armadas.
Con todas las reservas y matizaciones que imponen la distancia geogr¨¢fica y, sobre todo, las diferencias pol¨ªticas, sociales, culturales y econ¨®micas entre el Estado espa?ol y Colombia, ?por qu¨¦ Felipe Gonz¨¢lez no aplica la misma imaginaci¨®n y coraje en el tema de ETAm que su amigo el presidente colombiano, al que tanto ha elogiado en su actitud con las guerrillas? Tambi¨¦n all¨ª exist¨ªan graves y grandes dificultades, entre ellas la presi¨®n de los poderes f¨¢cticos, y, sin embargo, se ha entrado en el camino del di¨¢logo y la reconciliaci¨®n.
, 25 de agosto.
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