Las negociaciones del 'grupo de Contadora' entran en v¨ªa muerta
Las negociaciones del grupo de Contadora han entrado en v¨ªa muerta tras conocerse ayer las conclusiones de la conferencia que desde el s¨¢bado pasado reun¨ªa en Panam¨¢ a representantes de las canciller¨ªas de los pa¨ªses del ¨¢rea centroamericana. Seg¨²n la agenda, delesta reuni¨®n deb¨ªa surgir el texto casi definitivo de un tratado de paz, pero los debates pusieron de manifiesto diferencias al parecer insalvables entre los cinco Gobiernos de la regi¨®n. El control de armamentos y la regulaci¨®n de los procesos electorales han sido los escollos que han separado a Nicaragua de sus vecinos de la zona.
A medida que el proceso de di¨¢logo se aproxima a su fase final, las discrepancias se vuelven m¨¢s consistentes e irrenunciables. As¨ª lo ha admitido el ministro venezolano de Relaciones Exteriores, Isidro Morales Paul, que no vacil¨® en calificar de dif¨ªcil la situaci¨®n actual. El vicecanciller mexicano, Ricardo Valero, declar¨®, por su parte, que los Gobiernos centroamericanos han presentado recomendaciones de muy dif¨ªcil conciliaci¨®n.
El comunicado final emitido por la Canciller¨ªa paname?a resulta sintom¨¢tico, al admitir que el proceso de consultas "permiti¨® identificar con mayor precisi¨®n las diferencias que a¨²n subsisten, principalmente en materia pol¨ªtica y control de armamentos". En la terminolog¨ªa del grupo de Contadora esto equivale a reconocer que la reuni¨®n fue un desastre, ya que cada Gobierno se mantuvo en sus trece sin aceptar ninguna v¨ªa de consenso.
Los representantes de Costa Rica, El Salvador y Honduras, que han constituido una especie de bloque en el curso de estas negociaciones, propusieron una supervisi¨®n internacional de todos los procesos electorales de Centroam¨¦rica, refiri¨¦ndose muy directamente a las elecciones nicarag¨¹enses del 4 de noviembre.
Control de armamentos
V¨ªctor Hugo Tinoco, vicecanciller nicarag¨¹ense, advirti¨® que la regulaci¨®n electoral es materia de soberan¨ªa y que el Gobierno sandinista no est¨¢ dispuesto a admitir intromisiones for¨¢neas. Precisamente la no injerencia de unos pa¨ªses en los asuntos internos de otros es una cuesti¨®n que, a su juicio, deber¨ªa quedar claramente delimitada en el tratado de paz.La segunda manzana de la discordia es el control de armamentos. Managua entiende que mientras Washington no renuncie a sus planes de agresi¨®n tiene perfecto derecho a rearmarse y a utilizar los asesores militares extranjeros que estime necesarios, lo que contraviene una de las principales premisas del grupo de Contadora, la b¨²squeda de una soluci¨®n para la zona: fuera de toda injerencia externa.
A la hora de la verdad, empieza a demostrarse que sin EE UU no es posible ning¨²n acuerdo operativo en Centroam¨¦rica. Managua ha podido comprobar directamente, en las conversaciones bilaterales que viene sosteniendo en Manzanillo (M¨¦xico) con una delegaci¨®n norteamericana, que Washington no tiene intenciones de alterar su pol¨ªtica en la regi¨®n mientras los sandinistas persistan en llevar a cabo su propio proyecto pol¨ªtico, considerado por la Administraci¨®n Reagan como marxista.
Ante esta perspectiva, cualquier acuerdo en el marco de Contadora se convertir¨ªa para el Gobierno sandinista en papel mojado, ya que no quedar¨ªa asegurada su supervivencia. De ah¨ª que Managua insista en su rearme, bajo una filosof¨ªa que a Fidel Castro le ha permitido sobrevivir durante 25 a?os a s¨®lo 100 millas de Florida: elevar tanto el costo de una intervenci¨®n directa norteamericana que el Gobierno de turno termine por considerarla inviable.
Todos los protagonistas de la negociaci¨®n reconocen que el proceso no puede prolongarse indefinidamente. Ya hay un documento de intenciones, un acta de objetivos y un proyecto de tratado. Si no se alcanza un acuerdo r¨¢pido, Contadora puede convertirse en una de tantas burocracias internacionales inoperantes.
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