La secci¨®n informativa ofrece t¨ªtulos de mayor inter¨¦s que los exhibidos en competici¨®n
El festival empieza a animarse. Para hoy est¨¢n previstas las proyecciones de pel¨ªculas de Marco Ferreri, Jacques Rivette y Otar loseliani, todas en competici¨®n. Por la informativa desfilar¨¢ esa Historia interminable, de Wolfang Petersen, que dice detestar Michael Ende, autor de la novela hom¨®nima. Por las terrazas del Excelsior, sede del certamen, resuena la voz de Ben Gazzara, se bambolea la oronda figura de Sergio Leone, se pasean centelleantes los ojos violeta de Charlotte Rampling o se oye a Lelouch asegurando estar presto a reencarnarse, sin precisar si como cineasta.
Mientras la secci¨®n oficial a concurso sigue manteni¨¦ndose en un tono de marcada aton¨ªa, la secci¨®n informativa nos ha proporcionado el primer gran filme del festival: Streets of fire, de Walter Hill. Con la falsa ingenuidad y el sentido del espect¨¢culo que caracteriza el mejor cine americano contempor¨¢neo, Hill nos sumerge en un mundo imaginario, en un ¨¦rase una vez que transcurre en un planeta rock, en ciudades en las que los ¨²nicos pobladores son adeptos al rockabilly, al heavy o a versiones mas sofisticadas del ritmo que Presley impuso internacionalmente. Ellos y la polic¨ªa son los habitantes de un mundo en el que reina la violencia, la m¨²sica y el color, en Una s¨ªntesis entre el universo rockero y elementos mitol¨®gicos de g¨¦neros tan tipificados como el western, la serie negra o el peplum.El argumento es muy sencillo: una banda de motoristas, adictos al cuero negro, y al rock duro, secuestran a una cantante de ¨¦xito para abusar de sus gorgoritos y favores. ?se es el momento elegido para que el h¨¦roe haga acto de presencia y salve a su antigua novia de las garras de los violentos mel¨®manos.
Esta trama sacada de un comic se revela suficiente para que el director despliegue una gran inventiva visual, para que el humor y las citas cultas se den la mano sin el menor chirrido, y el espect¨¢culo resultante sea un inteligente divertimento. Alguno de los personajes, como el interpretado por Amy Madigan, que encarna a la colaboradora del protagonista, chica para todo, de ingenio acerado y punos poderosos, que se mantiene inalterable ante los atractivos f¨ªsicos de su duro colega, deja en mantillas a los inventados por los guionistas-computadora de un Spielberg. Si en muchas de las mejores pel¨ªculas norteamericanas actuales no falta virtuosismo y elegancia en la puesta en escena, m¨¢s extra?o es hallar que esos m¨¦ritos queden complementados por unos buenos di¨¢logos, de ¨¦sos que dejan al rival sin r¨¦plica posible. Streets of fire lo logra hasta convertirse en una peque?a obra maestra en su especialidad.
La amenaza italiana
El empe?o veneciano en promocionar una cinematograf¨ªa que necesita de continuas sesiones de di¨¢lisis para poder sobrevivir ha dado sus primeros y magros frutos. Uno scandalo per bene, de Pasquale Festa Campanile, es algo as¨ª como una macedonia de conserva, con su pizquita de todo convenientemente almibarada. El gui¨®n, de Suso Cecchi d'Amico, es mucho mejor que la realizaci¨®n. Basado en un hecho real, su historia es la de un hombre desaparecido durante 12 a?os, al que se daba por muerto, en el transcurso de la primera guerra mundial, y no es as¨ª, y cuando reaparece lo hace en un estado que los m¨¦dicos pronto identifican como de amnesia profunda. Su esposa, que al principio no le reconoce, descubre despu¨¦s las ventajas de este nuevo marido, que no sabe si es el aut¨¦ntico, pero s¨ª que tiene virtudes de s¨¢tiro de las que carec¨ªa anteriormente.El segundo fruto de la cosecha italiana, tambi¨¦n desustanciado y falto de sabor, es Noi tre, de Pupi Avati. Si el ¨¦xito teatral Amadeus convierte la muerte de Mozart en el eje de una comedia de misterio, Pupi Avati, en vez de interesarse por avanzar hip¨®tesis respecto a la identidad del asesino, prefiere centrar su mirada en la adolescencia del compositor. El punto de partida estriba en averiguar por qu¨¦ Mozart se equivoc¨® en el examen que a los 14 a?os tuvo que rendir sobre la t¨¦cnica del contrapunto. Aunque consiguiera el aprobado, el manuscrito mozartiano fue objeto de importantes correcciones por parte de su protector, que no quer¨ªa ver truncada la carrera del genio. Seg¨²n Avati, los errores de Mozart fueron voluntarios, inspirados por el amor y su descubrimiento de lo que pod¨ªa ser la vida cuando ¨¦sta no consist¨ªa en pasarse horas y horas frente a los teclados.
Avati hace un cine acad¨¦mico, bello, que se quiere po¨¦tico y sensible, pero en realidad es relamido, vac¨ªo y falso. Al margen de que su concepci¨®n de la historia es de las que llevan a especular sobre la influencia de la nariz de Cleopatra en la ca¨ªda del imperio romano, lo m¨¢s sorprendente es que este director merezca tanta atenci¨®n, cuando no pasa de ser un artesano con buen gusto, fascinado por historias y gestos que, como su cine, habr¨ªa que adjetivar como al ba?o Mar¨ªa.
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