El certamen de Bayreuth termina con su liturgia wagneriana
Ha terminado el festival wagneriano de Bayreuth (Rep¨²blica Federal de Alemania), 1984; la ciudad queda apaciguada y tranquila, envuelta en un caluroso y soleado fin de agosto, ins¨®lito en estas tierras b¨¢varas. Pas¨® por aqu¨ª este p¨²blico alem¨¢n que asiste al Parsifal como a "su-misa-en-escena". Despu¨¦s de Los maestros cantores y El buque fantasma qued¨® un p¨²blico compacto, asiduo, ferviente, el mismo en las cuatro representaciones que componen la tetralog¨ªa El anillo del Nibelungo.
Hay quien discute el acierto de la puesta en escena de este anillo de Peter Hall, pero todos est¨¢n de acuerdo, y entre ellos los propios m¨²sicos de la orquesta, en la impecable direcci¨®n de Peter Schneider que este a?o ha sustituido al veterano sir Georg Solti quien adujo agotamiento f¨ªsico y renunci¨® a participar en el festival (ver amplia informaci¨®n de los primeros d¨ªas del certamen en la p¨¢gina 18 del ejemplar del pasado 7 de agosto). Schneider hace sonar la orquesta con toda nitidez y potencia, sin necesidad de mantener abiertas las trampillas que comunican el foso de la orquesta con el escenario; con ello se consigue una perfecta audici¨®n y la m¨²sica no apaga las voces como ocurri¨® el a?o pasado en la direcci¨®n de Solti.La puesta en escena de Peter Hall se centra en la combinaci¨®n de tecnolog¨ªa avanzada y tradici¨®n. Ser¨ªa largo analizar los pros y los contras de estas dos caras en las cuatro ¨®peras del anillo, pero salta a la vista que la combinaci¨®n no est¨¢ armonizada. Se trata de una puesta en escena fundamentalmente tradicional y naturalista. Sin embargo, la utilizaci¨®n de la famosa plataforma m¨®vil concede la posibilidad de crear espacios esc¨¦nicos pr¨¢cticamente desnudos de otras connotaciones que no procedan del drama musical all¨ª representado. Ahora bien, la impresi¨®n del espacio en donde se concentran m¨²sica y voz como un vac¨ªo atemporal, no concuerda est¨¦ticamente con la de los espacios realistas del mundo de los humanos.
En estos espacios realistas, acertados solamente en La ca¨ªda de los dioses, y muy desacertados en las ¨®peras anteriores, aparecen adem¨¢s descuidos en algunos detalles del decorado o del mobiliario. En general tampoco se procura atenci¨®n a la acci¨®n dram¨¢tica.
La obsesi¨®n de Peter Hall
Hall, al parecer, muy obsesionado en "poner agua all¨ª donde Wagner dice agua y fuego all¨ª donde dice fuego", seg¨²n.sus propias palabras, no se ha ocupado apenas de los movimientos de los actores. En una palabra, casi no ha habido retoques desde el estreno del pasado a?o. Algo del vestuario se ha modificado y se ha solucionado, eso s¨ª, el gran ruido que hac¨ªa la plataforma hidr¨¢ulica al desplazarse.Entre las voces hay que destacar la maravillosa capacidad interpretativa que se puede permitir Hildegard Behrens en el papel de Br¨¹nrihilde. El papel de Fricka ha quedado realzado en gran medida al ser interpretado, este a?o, por Hanna Scharz. Waltraute en La ca¨ªda de los dioses ha sido llevado de nuevo a la escena por laexcelente int¨¦rprete Brigitte Fassbaender. Peter Haage hace una verdadera creaci¨®n de Mime que el espectador agradece en el dif¨ªcil primer acto de Sigfrido. Siegrnund Nimsbergn ha mejorado ostensiblemente con respecto al a?o pasado y consigue, esta vez, dar la trascendencia que merece al dios Wotan.
Escasez de tenores
La escasez de tenores wagnerianos provoca no pocos conflictos. Manfred June, sin ser el perfecto Siegfried, canta muy bien, aunque en ciertos momentos manifieste cansancio; el fervor del p¨²blico no es para ¨¦l. Siegfried Jerusalem despleg¨® su preciosa voz en la encarnaci¨®n de un apasionado y enternecedor Siegmund y domin¨® mejor los agudos (punto d¨¦bil de la voz de este cantante), que en el Walter von Stolzin de Los maestros cantores. Voces como las de Hermann Becht (Alberich), Norbert Orth (Loge) o la de la deliciosa Jeannine Altmeyer (Sieglinde) completan un reparto muy importante en esta tetralog¨ªa.El programa completo de esta temporada incluye Parsifal, Los maestros cantores y El buque fantasma. Esta ¨²ltima ¨®pera se represent¨® en la famosa puesta en escena de Harry Kupfer y con la direcci¨®n musical m¨¢s que dudosa de Woldemar Nelson. La puesta en escena sigue teniendo una gran calidad y sigue siendo, a pesar de su antig¨¹edad, 1978, enormemente sugestiva. Seg¨²n Kupfer el drama de El holand¨¦s errante es una ficci¨®n de la mente enferma de Senta que en su delirio acaba tir¨¢ndose por una ventana, creyendo redimir a su amado en una muerte conjunta en el mar.
En ning¨²n momento, a pesar de esta interpretaci¨®n, queda desvirtuado el texto wagneriano, se trata simplemente de una lectura m¨¢s de las muchas que permiten las obras de Wagner. Es una buena noticia que esta producci¨®n ser¨¢ grabada para televisi¨®n y bueno ser¨ªa que tuvi¨¦ramos ocasi¨®n de verla en Espa?a antes de que el tiempo la envejezca.
Finalmente la representaci¨®n de Los maestros cantores cerr¨® el Festival el d¨ªa 29. Es este el ¨²ltimo a?o que se representan esta pieza en la producci¨®n de Wolgang Wagner ya que el a?o que viene subir¨¢ a la escena Tannhauser y, una ¨®pera que no se programa en Bayreuth desde hace 10 a?os. Wolfgang Wagner se encargar¨¢ tambi¨¦n de la puesta en escena y la direcci¨®n musical la llevar¨¢ a cabo Giuseppe Sinopoli; se rumorea que Thannhauser estar¨¢ encarnado por el ¨²nico tenor que hoy por hoy no es controvertido: Ren¨¦ Kolo. Esperemos al a?o que viene para ver si el nieto del compositor merece el premio de Warburg.
Babelia
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