"Enga?¨¦ a Hitler porque era el enemigo implacable de la libertad"
RAFAEL FRAGUAS En el duro, dual y feroz mundo del espionaje triunfar es casi impensable. Sobrevivir, imposible Juan Pujol Garc¨ªa triunf¨® entonces. Hoy, tanto tiempo despu¨¦s ha sobrevivido.
Pregunta. ?C¨®mo lo hizo?
Respuesta. Constru¨ª una red de agentes, completamente inventada, que trabajaba a mis ¨®rdenes desde el interior del Reino Unido y pasaba informaci¨®n al servicio secreto alem¨¢n. Mi red tenla 17 agentes -lleg¨® a tener 20 en total- y estaba compuesta por secretarias de ministerios, empleados, administrativos. Todos imaginarios. Incluso llegu¨¦ a contar con un piloto. Sus denominaciones, en c¨®digo, eran la V y un n¨²mero. Mediante esta red, poco a poco, en un laborioso esfuerzo logramos conseguir la confianza del servicio secreto alem¨¢n. Una vez lograda, las condiciones para intoxicarlo estaban dadas, y eso fue lo que hicimos.
Fui el ¨²nico no anglosaj¨®n, por supuesto el ¨²nico espa?ol tambi¨¦n, que estaba al tanto del desembarco aliado en las playas normandas. Seis meses antes de aquel 6 de junio de 1944 fui informado de ello, y a partir de entonces comenzamos a preparar febrilmente un plan para hacer viable el desembarco enga?ando a Hitler hasta confundirlo del todo. Yo contaba con el apoyo del servicio secreto brit¨¢nico, para el que trabajaba por voluntad propia pese a que en dos ocasiones rechaz¨® mi oferta de incorporarme a sus filas desde el interior mismo del servicio secreto alem¨¢n".
Juan Pujol, en ocasiones, esboza una sonrisa pintada de malicia infantil y luego r¨ªe abiertamente. Con su acento catal¨¢n aderezado por una mirada viva, cargada de luz, es capaz de confundir una fecha hist¨®rica, pero puede recordar a la perfecci¨®n un detalle nimio.
"El plan era el siguiente. Mi red ten¨ªa que suministrar con antelaci¨®n a Hitler la informaci¨®n siguiente: el desembarco aliado se producir¨¢ por Pas de Calais, en la costa francesa m¨¢s pr¨®xima al Reino Unido, e ir¨¢ precedido de un amago de desembarco por Normand¨ªa que ser¨¢ una maniobra de diversi¨®n con cierto empaque. A m¨ª se me encomend¨® trasmitir a Berl¨ªn esta informaci¨®n, f¨ªjese bien, seis horas, seis, antes de iniciarse el desembarco de Normand¨ªa".
'Era la ¨²nica forma de que Hitler tragara el anzuelo'
P. Pero era muy arriesgado....
R. Claro que lo era, pero no pod¨ªa ser de otro modo. Era la ¨²nica forma de que Hitler tragara el anzuelo, destripar el desembarc¨® de Normand¨ªa antes y decirle que el de verdad ser¨ªa despu¨¦s. De tal modo que los alemanes, convencidos de que el desembarco de verdad ser¨ªa por Pas de Calais, y pese a estar informados previamente del de Normand¨ªa, no reforzaron las guarniciones de las playas normandas y concentraron sus tropas en Calais, donde, naturalmente, nunca habr¨ªa desembarco alguno.
P. ?C¨®mo no se dieron cuenta de la trampa que usted les hab¨ªa tendido?
R. Porque la historia que les hab¨ªamos contado era veros¨ªmil. Al no reforzar militarmente las defensas de Normand¨ªa y desarrollarse por las playas normandas el verdadero desembarco, los alemanes perdieron unas horas decisivas que ya nunca, pese a su tenaz resistencia, lograron recuperar. Horas despu¨¦s de iniciado, los brit¨¢nicos y los norteamericanos lograron consolidar varias cabezas de playa de las cuales resultaba ya imposible desalojarles. El tiempo precioso que los alemanes desperdiciaron les fue fatal. La suerte estaba echada para ellos. ?sa fue mi peque?a contribuci¨®n a la historia del siglo XX.
Juan Pujol Garc¨ªa experimenta un momento de plenitud, pero al poco la tristeza inunda su rostro. "Si viera usted qu¨¦ pena que me di¨® cuando esta primavera v¨ª por primera vez en las playas normandas las enormes ristras de cruces de los que all¨ª cayeron, la amargura y el coraje de no haber podido salvar tambi¨¦n a aqu¨¦llos...".
P. Sin embargo ... usted salv¨® a muchos m¨¢s.
R. Ah, s¨ª, eso s¨ª, dice apagando un sollozo a medio hacer, mientras mira al suelo con rubor. ?Usted se imagina que no hubi¨¦ramos conseguido enga?ar a Hitler, ...la cantidad de vidas humanas de aliados y tambi¨¦n de alemanes que la continuaci¨®n de la guerra se habr¨ªa llevado por delante?. Hubiera sido espantoso, pero lo logramos", afirma con un orgullo indescriptible.
En su rostro ha reaparecido la sonrisa. "Mire", agrega con inter¨¦s, "pues aquello no acab¨® all¨ª. A los servicios secretos alemanes les hice todav¨ªa algo m¨¢s de pupa y volv¨ª a tomarles el pelo". No puede contener la risa, que luego restringe. de golpe.
"El cas¨® es que despu¨¦s de que el desembarco de Normand¨ªa se consolid¨®, como era de esperar, los alemanes me pidieron cuentas de la informaci¨®n que les hab¨ªa dado. Yo, muy tranquilo, les di una explicaci¨®n coherente: el desembarco por Normand¨ªa era inicialmente una maniobra de diversi¨®n, pero el ¨¦xito de su propio curso hizo que el alto mando aliado decidiera convertirlo, sobre la marcha, en el desembarco principal y ¨²nico, al igual que la incompleta resistencia de los alemanes hallada all¨ª por parte de los aliados.
P. ?Y los alemanes creyeron esa historia?
R. ?C¨®mo que si la creyeron!. Totalmente. Era una explicaci¨®n plausible. Hombre, lo creyeron tan a pies juntillas que cuando termin¨® la guerra yo acud¨ª a Madrid a visitarles y consegu¨ª del servicio secreto alem¨¢n 25.000 pesetas, entonces una peque?a fortuna, para ocultarme y huir a Am¨¦rica Latina.
P. No es posible.
R. Tan posible como que ahora estoy aqu¨ª con Usted.
P. ?Le pidieron luego algo a cambio?
R. No. Todo hab¨ªa acabado para ellos. Cada cual busc¨® como pudo la mejor fuga. Muchos viajaron a Am¨¦rica del Sur y han,vivido all¨ª hasta ahora.
'Decid¨ª empezar una nueva vida en Suram¨¦rica'
P. ?Por qu¨¦ raz¨®n ha permanecido Usted oculto durante 40 a?os desde entonces?
R. Bueno, lo que hab¨ªa que hacer fue hecho y yo decid¨ª empezar de nuevo otra vida. Se me ha asegurado que la mayor parte de mis jefes nazis ha muerto. Al terminar la contienda fui condecorado como Miembro del Imperio Brit¨¢nico en una ceremonia secreta. Con Tommy Harris, el jefe de la secci¨®n ib¨¦rica del servicio brit¨¢-
"Enga?¨¦ a Hitler porque era el enemigo implacable de la libertad"
nico de contraespionaje, emprend¨ª un viaje a Am¨¦rica, desde Canad¨¢ hasta el Sur, pasando por Estados Unidos.Recuerdo que en una ocasi¨®n, en Washington, comimos con el jefe de la CIA (entonces a¨²n Organizaci¨®n de Seguridad OSS) Allen Dulles, hermano de Foster Dulles.
P. Pero ?los americanos le conoc¨ªan?
R. Allen Dulles s¨ª sab¨ªa de mis andadas. Quer¨ªa conocerme.
P. De Tommy Harris se dijo que pod¨ªa haber sido el quinto hombre del grupo de esp¨ªas introducido en el servicio secreto brit¨¢nico que trabajaba para la Uni¨®n Sovi¨¦tica, con Harold Kim Philby a la cabeza.
R. Mire, eso no era posible. No lo creo en absoluto. Tommy Harris era mi amigo. Me lo habr¨ªa dicho. ?l no era comunista. Sencillamente, era muy amigo de Kim Philby y ¨¦ste le enga?¨®.
P. Pero lo mismo que le pas¨® a Harris con Philby podr¨ªa haberle pasado a usted con Harris....
R. Mire, Tommy era un amigo de verdad, adem¨¢s de ser un caballero. ?l me quer¨ªa y siempre me guard¨® un afecto profundo. Conoc¨ªa Espa?a mejor que nosotros, hablaba un espa?ol perfecto y era posiblemente el mejor conocedor de Francisco de Goya de todos los cr¨ªticos que haya habido en el mundo. Yo, despu¨¦s de la guerra, lo v¨ª en Mallorca, en su casa. A?os despu¨¦s, ¨¦l era el ¨²nico que sab¨ªa que yo me hab¨ªa ocultado en Venezuela. Pero ¨¦l muri¨® en un accidente de autom¨®vil cuando conduc¨ªa su propio coche. Su mujer, que viajaba con ¨¦l, sali¨® despedida unos 20 metros y se salv¨®.
P. Se?or Pujol, ?por qu¨¦ lo hizo? ?Qu¨¦ motivos le llevaron a enga?ar a los nazis de aquella manera?
R. Lo hice por mi padre.
Las l¨¢grimas acuden a sus ojos abruptamente, tra¨ªdas por una emoci¨®n que le abrasa.
"Cuando ¨¦ramos peque?os mi hermano y yo, mi padre nos educ¨® en un clima de libertad, de tolerancia y de amor a los dem¨¢s. El nazismo era el enemigo implacable de toda aquella bondad que hab¨ªamos aprendido de labios de mi padre, del amor de mi madre".
"Por eso lo hice. Tantos asesinatos, tantas muertes, tanta inhumanidad. Yo no soy jud¨ªo, pero lo que los nazis les hicieron era una monstruosidad tan gigantesca que era preciso no ahorrar el esfuerzo de acabar con ello a cualquier precio....
Uno no puede establecer bien a qu¨¦ se debe, pero Juan Pujol consigue hacer fluir una corriente de simpat¨ªa, sesgada solo por la duda de si uno no ser¨¢, tambi¨¦n, objeto de su enga?o. Su personalidad, a caballo entre la zancadilla y la haza?a, entre el maquiavelismo a la espa?ola y la gloria, posee una rara dignidad ancestralmente guardada como un tesoro. Junto con un pu?ado de contraesp¨ªas y esp¨ªas que no sobrevivieron, la figura de Juan Pujol Garc¨ªa, que tiene la laboriosidad de un tendero catal¨¢n y la grandeza de un hombre libre, forma parte de la historia del siglo XX.
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