Toreo a la ver¨®nica para una antolog¨ªa
Cuando Curro Romero se abri¨® de capa para recibir al sexto y recre¨® el lance a la ver¨®nica, hubo una conmoci¨®n; el terremoto de San Francisco se ve¨ªa venir. Y cuando ci?¨® la codicia del toro casta?o en el vaporoso aleteo de la media ver¨®nica, el terremoto de San Francisco acaeci¨®. El grader¨ªo ten¨ªa una vibraci¨®n ¨¦pica, con el p¨²blico fuera de sus asientos, rompiendo se las manos de aplaudir. Curro hab¨ªa llenado una de las m¨¢s brillantes p¨¢ginas de la antolog¨ªa del toreo a la ver¨®nica.Pero a¨²n habr¨ªa m¨¢s muestras antol¨®gicas de ¨¦ste lance fundamental y cl¨¢sico, principalmente en la versi¨®n de Anto?ete, que entr¨® al quite para competir con el fara¨®n de Camas y lo hizo adelantando el percal, trayendo toreado al toro, vaciando en profundidad, y ligando con media belmontina El terremoto de San Francisco ven¨ªa de nuevo. All¨ª, dos estilos distintos de una misma suerte que por s¨ª misma es paradigina del toreo de capa. Anto?ete acentuaba los tiempos del lance, advert¨ªa urbi et orbe c¨®mo es parar-templarmandar. Curro tambi¨¦n hac¨ªa los tiempos, pero los convert¨ªa en sutileza, elevando los c¨¢nones a la categor¨ªa de arte.
Plaza de Las Ventas
15 de septiembre. Segunda de feria.Tres toros de Juan Pedro Domecq y cuarto, sobrero de Jandilla, bien presentados y encastados. Dos para rejones de S¨¢nchez Cobaleda. Anto?ete. Tres pinchazos y descabello (algunos pitos). Pinchazo hondo tendido y rueda de peones (bronca). Curro Romero. Pinchazo bajo y estocada ca¨ªda (silencio). Estocada (gran ovaci¨®n, con pitos). ?ngel Peralta, rejoneador, vuelta por su cuenta y silencio.
Hubo m¨¢s ver¨®nicas en la tard¨¦. Las de Anto?ete a su primer toro tuvieron especial hondura y torer¨ªa; y despu¨¦s las de Curro, en el quite, aroma de romero, aunque a¨²n no ser¨ªa el que habr¨ªa de traer a Madrid el terremoto de San Francisco.
Anto?ete y Curro, tras los quites al sexto, tuvieron que corresponder montera en mano a la enorme ovaci¨®n. El juanpedro casta?o- era un dije, un toro de faena, y Curro iba a hac¨¦rsela. El faen¨®n de Sevilla en la feria ¨²ltima, el de Las Ventas aquella tarde isidril que llovi¨®, eran un acontecimiento anunciado. Bajo un clamor, sali¨® -Curro a torear. Dio los primeros pases plet¨®rico de confianza e inspiraci¨®n. Apunt¨® redondos, ech¨® la muleta abajo en un recorte genial. Hab¨ªa toro, hab¨ªa torero, y el nerviosismo de la plaza hac¨ªa sentir que se estaba viviendo un momento hist¨®rico. Sin embargo Curro levant¨® la seja, mir¨® al personal a trav¨¦s de la lentilla, lo vi¨® enardecido, y debi¨® pensar que lo rentable en aquel momento era dejarlo con la miel en los labios. Porque, sin m¨¢s, cuadr¨®, meti¨® un espadazo por el hoyo de las agujas como no habr¨¢ cobrado otro igual en su vida, y tumb¨® al toro patas arriba.
La gente se qued¨® at¨®nita. Nadie pod¨ªa entender que un torero pudiera desperdiciar un triunfo tan claro. Sin embargo, a la salida estaba la explicaci¨®n: se hab¨ªa armado la pol¨¦mica, que era encendida. Curro era el sublime o el caradura, seg¨²n cada qui¨¦n. C'Alcal¨¢ arriba, segu¨ªan las disputas, los gritos y hasta los empellones, y por todo Madrid se extend¨ªa "la que hab¨ªa armado Curro" en Las Ventas. Ahora mismo, la cotizaci¨®n del torero est¨¢ por las nubes. Alguien entender¨¢ que saliendo a hombros habr¨ªa sido mayor, pero a lo mejor es as¨ª, en la discusi¨®n, donde el propio torero entiende que est¨¢ su fortuna.
Anto?ete tuvo en sus escasas facultades f¨ªsicas el peor enemigo. La maestr¨ªa que atesora le vali¨® para lancear de capa seg¨²n queda dicho, para ejecutar alg¨²n ayudado de su marca, para competir en quites con temperamento de torero grande. No es poco, si bien la casta de los toros le desbordaba. Habr¨ªa sido importante verle en otro toro, y a Curro tambi¨¦n, pues el capricho de Camas, en su primero, hab¨ªa puesto la t¨¦cnica taur¨¢maca al servicio de su integridad f¨ªsica. Pero hab¨ªa rejoneador, ?ngel Peralta, el cual no pas¨® de decoroso, y rompi¨® el ritmo de una corrida importante en la que se produjo la antolog¨ªa del toreo a la ver¨¢nica y a¨²n pudo haber m¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.