Los dorados homosexuales de Berl¨ªn
Cr¨ªticas y excesivos problemas para una exposici¨®n que retrataba la cultura de un siglo
Eldorado: leyenda o historia. Si se busca en las gu¨ªas hist¨®ricas de la ciudad, Berl¨ªn tuvo pocos a?os antes de la primera guerra mundial un local de travestidos en la Kantstrasse, en Charlottenburg. All¨ª actu¨® Max - Waldon., -popular travestido, hoy presente en alguna que otra fotograf¨ªa vestido como gran dama, con traje de encajes y abanico. Este Berl¨ªn Eldorado fue trasladado en 1927 a la calle de Martin-Luther, en el barrio de Sch¨®neberg. Su desplazamiento trajo consigo el que aquel local de y para marginados se convirtiera en un establecimiento para ciudadanos atrevidos, dispuestos a vivir una noche de aventuras, donde de una forma elegante la cultura travestista se pon¨ªa en escena. Hoy Eldorado est¨¢ presente, aunque con otro nombre, en una calle desconocida del centro de la ciudad. Carmen, un travestido de aquellos que actuaron en Eldorado, mantiene un local, L¨¹tzower Lampe, que durante la semana da acogida a alternativos y vegetarianos y los s¨¢bados y domingos vuelve a ser escena de las frivolidades y encantos de los travestidos de ahora.Hoy, el Berl¨ªn dorado de los homosexuales, aquel gueto que les ofrec¨ªa la anonimia de la gran ciudad y la posibilidad de salir de los estrechos c¨ªrculos de la vida provinciana, se abre a la vida oficial y p¨²blica. Al Christopher Street Day, un 23 de junio de cielo cubierto y lluvias intermitentes, acudieron m¨¢s de 2.000 personas, entre ellas representantes del SPD berlin¨¦s y de la Alternative Liste. Homosexuales o no se manifestaban en contra de la discriminaci¨®n que hoy todav¨ªa sufre el homosexual. Pero esta aparente falta de prejuicios del ciudadano berfin¨¦s respecto a la que sigue siendo una minor¨ªa en su poblaci¨®n, no ha sido lograda sin dificultades.
Historia de un proyecto
Un grupo de ellos se juntaron a principios de 1982 con el fin de organizar una exposici¨®n hist¨®rica sobre el Berl¨ªn homosexual. La leyenda del Berl¨ªn dorado, de aquel Berl¨ªn para¨ªso de los homosexuales, iba a ser verificada, constatada hist¨®ricamente. El proyecto de este grupo significaba un esfuerzo m¨¢s para acercar aquella parte de la historia, frecuentemente omitida a sus ciudadanos.
Y aqu¨ª empezaron las dificultades. Primero, la instituci¨®n oficial que apoyara un proyecto semejante quedar¨ªa involucrada con una parte,de la cultura que todos permiten que se muestre y que se vea pero, por favor, no en un centro oficial, en un museo estatal, sino, mejor, en uno de esos bares donde van ellos y exclusivamente ellos. Rolf Bothe, director del Museo de Berl¨ªn, acept¨® el riesgo y puso los medios de financiaci¨®n y el espacio de exposici¨®n para que este proyecto pudiera llegar a realizarse. Y el proyecto de esta exposici¨®n no ha quedado sin historia.
Cuando en diciembre de 1982, por medio de una nota oficial en la Prensa, se hac¨ªa p¨²blica la noticia y se ped¨ªa la colaboraci¨®n de los ciudadanos para la recogida de material y literatura sobre el tema, se vio que en esta ciudad el ser o no ser homosexual era m¨¢s de una cuesti¨®n de entender el placer. Poco despu¨¦s de ser hecha p¨²blica la noticia, numerosos miembros de la Asociaci¨®n de Fomento del Museo de Berl¨ªn la abandonaron. Llamadas an¨®nimas, amenazas y referencias alusivas a la "criminalidad" y "perversi¨®n" de los homosexuales tra¨ªan al recuerdo tiempos que se cre¨ªan pasados y olvidados. Con la intenci¨®n de tomar distancia respecto a los hechos ocurridos y de llegar a reunir m¨¢s medios para su financiaci¨®n, la direcci¨®n del Museo de Berl¨ªn decidi¨® aplazar la exposici¨®n hasta el a?o 1984. El proyecto inicial se vio ampliado y al primitivo grupo de cinco homosexuales masculinos se le uni¨® otro formado por 10 lesbianas.
Al final, despu¨¦s de todo tipo de obst¨¢culos y resistencias, la exposici¨®n qued¨® inaugurada el d¨ªa 26 de junio y, aunque en un principio se le concediera s¨®lo una parte de la planta baja del edificio, la exposici¨®n dominaba en s¨ª todo el museo. A cualquier lugar que se quisiera acceder, aunque llegara el visitante con la intenci¨®n de tomar s¨®lo nota de oficiales, princesas y reyes prusianos, ten¨ªa que pasar obligatoriamente a trav¨¦s de Eldorado.
Un espacio partido en dos
La exposici¨®n que se presentaba al p¨²blico estaba dividida en dos partes: una masculina y otra femenina. En conjunto, y a pesar de esta divisi¨®n ¨®ptica de espacios, la exposici¨®n respond¨ªa a un mismo concepto, a una misma alternativa: reconstruir la historia de hombres y mujeres que en su vida cotidiana y con sus manifestaciones art¨ªsticas dieron forma a 100 a?os de historia y (sub)cultura homosexual y crearon as¨ª la leyenda, el mito del Berl¨ªn dorado. Aunque los organizadores hayan querido poner el acento sobre el car¨¢cter normal de 100 a?os de historia y vida cotidiana (Alltagskultur), tuvieron que recurrir para su documentaci¨®n a las manifestaciones extraordinarias de artistas, publicistas, escritores, actividades, no con el fin de propagar con ello una est¨¦tica o un arte homosexual, sino con la intenci¨®n de que estas piezas de museo, estas producciones art¨ªsticas, integradas generalmente en contextos muy diferentes, documentaran la historia de este pasado tan especial. En la exposici¨®n, los 100 a?os de historia homosexual masculina han podido ser documentados en todas sus facetas. En el aspecto jur¨ªdico y social, la historia homosexual masculina ha estado atravesada por la expresi¨®n jur¨ªdica de una ley que conlleva la discriminaci¨®n social y la persecuci¨®n del homosexual. Esta ley alcanza su expresi¨®n m¨¢s rigurosa en los a?os del nacionalsocialismo, y en la misma forma se seguir¨¢ aplicando sin interrupci¨®n en la era Adenauer hasta el a?o 1969. Un importante apartado ocup¨® en la exposici¨®n la documentaci¨®n del Comit¨¦ Cient¨ªfico Humanitario (Wissenshaftich-humanit?rem Kom¨ªtee), de Magnus Hirschfeld.
Las publicaciones de este comit¨¦ trataban de demostrar la existencia de un tercer sexo. Un intento que no era, en definitiva, sino una disculpa biol¨®gica para explicar la realidad de un comportamiento. ?stos, como otros escritos de Magnus Hirschfeld, fueron arrojados demostrativamente por los nazis al fuego en la quema de libros de 1933.
Pero as¨ª como la historia social de esta minor¨ªa fue la documentaci¨®n de 100 a?os de opresi¨®n y discriminaci¨®n, constituye su vida cultural y art¨ªstica uno de los momentos m¨¢s ricos y polifac¨¦ticos que haya vivido la cultura homosexual en esta ciudad. En el per¨ªodo entre 1918 y 1933 la (sub)cultura homosexual impregn¨® todas las facetas de la cultura oficial y no hubo ning¨²n artista que, viviendo en esta ciudad, no tomara nota de ella. Christian Schad recoge en algunos de sus dibujos a pluma momentos de la vida homosexual en la gran ciudad. En aquellos a?os aparacen novelas como la de Klaus Mann El baile piadoso (Der fromme Tanz), o la del escritor Sagittas Libros del amor sin nombre (B¨¹cher der namenlosen Liebe), que tomaban como tema de fondo esta misma problem¨¢tica. Magnus Hirschf¨¦ld rueda la pel¨ªcula Diferente a los dem¨¢s (Anders als die andern), ilustraci¨®n del abanico de posibilidades y actividades que ofrec¨ªa la vida cultural homosexual en esta ciudad.
En la esfera privada y en su estilo de vida los homosexuales masculinos muestran en ese mismo per¨ªodo una preferencia por los tipos ideales del arte y la mitolog¨ªa greco-romana. Los efebos sicillanos del bar¨®n Wilhelm von Gloeden, desnudos sobre las rocas y en poses de dioses hel¨¦nicos, o las estatuillas de Apolo o Ganimedes invad¨ªan los espacios interiores y les daban un acento ex¨®tico y picante.
Mientras que el siglo de homosexualidad masculina ha podido ser documentado en todas sus facetas, tanto p¨²blicas como privadas, el espacio dedicado al tema de la homosexualidad femenina se ha concentrado en mostrar la salida de la mujer a la vida p¨²blica y en documentar la lucha por la igualdad de derechos y la emancipaci¨®n femenina. Si en un principio las mujeres lesbianas no pose¨ªan rasgos propios que las definieran, fue en la Rep¨²blica de Weimar cuando tomairon cuerpo formas de vida preferentemente lesbianas. Revistas como Gar?onne o Die Freundin y clubes para mujeres como Violetta o Erato ponen de manifiesto un estilo de vida y una estrategia pol¨ªtica propia de las mujeres homosexuales. Los dibujos de la pintora Ren¨¦e Sintenis y las acuarelas de Jearine Mammen reflejan ambientes sobrios y fr¨ªos donde mujeres de indumentaria y actitudes masculinas se divierten jugando al p¨®quer o los naipes, o leyendo libros o revistas.
Lo que la exposici¨®n, por falta de espacio, no pudo mostrar al p¨²blico ha sido recogido en el cat¨¢logo. Casi 200 p¨¢ginas en las que, de forma cr¨ªtica y detallada, se analizan estos 100 a?os de historia.
En un principio, la exposici¨®n iba a ser trasladada a otras ciudades alemanas. M¨²nich, Hamburgo y Nuremberg eran las etapas marcadas en este recorrido itinerante. Incluso Par¨ªs mostr¨® inter¨¦s por ella. Hoy, la exposici¨®n ha cerrado sus puertas y nadie sabe el futuro que le espera. Lo que s¨ª es cierto es que, a pesar de haber contado con un presupuesto reducido, de las dificultades de espacio y de la negativa de muchos museos de facilitar parte de su obra para la exposici¨®n, por ella han pasado m¨¢s de 45.000 visitantes y de ella ha surgido un nuevo proyecto: una exposici¨®n en la que se ponga de manifiesto la historia homosexual en las diferentes metr¨®polis europeas y las conexiones hist¨®ricas que pudo haber entre ellas.
Babelia
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