El libro como industria
AYER FUE inaugurado, en el Palacio, de la. Metalurgia de la Feria de Muestras de Barcelona, el II Sal¨®n Internacior al del Libro (Liber-84). Su objetivo principal es servir de punto de encuentro y de intercambios entre los profesionales del mundo del libro: editores, libreros, distribuidores, agentes literarios, bibliotecarios, expertos en ruevas tecnologias y en industrias de artes gr¨¢ficas, tanto espa?oles como de otros pa¨ªses. El sal¨®n es una bueaa muestra de la capacidad de iniciativa, del alto nivel t¨¦cnico y de la pujanza competidora de nuestro mundo editorial.El car¨¢cter de Liber-84 tal vez permita la licencia de abstraer los aspectos culturales -en el sentido tradicional del t¨¦rmino- del libro y centrar el comentario en sus dimensiones organizativas, empresariales y sectoriales. La industria editorial, a la vez transmisora de bienes culturales y productora de bienes mercantiles, tiene, que pagar un elevado precio por su imprecisa localizaci¨®n en los organigramas del Estado. Incapaz de suministrar al poder las gratificaciones de las actividades culturales relacionadas. con el espect¨¢culo y las exposiciones, tampoco puede ofrecer a los dise?adores de cuadros macroecon¨®micos la materia propia de las enso?aciones de Alvin Toffler. Ahora bien, cuando el reiterado llamamiento gubernamental a la modernizaci¨®n de las estructuras productivas y al fomento de sectores preocupados por la innovaci¨®n y la b¨²squeda de mercados exteriores se eleva casi a la categor¨ªa de moda, la industria del libro, a la que unos poderes p¨²blicos obsesionados por los cisnes de la tecnolog¨ªa de punta tratan en ocasiones como a un patito feo, ofrece ya realidades importantes (600 empresas emplean directamente a 20.000 personas, inducen decenas de miles de puestos de trabajo indirecto y exportan 40.000 millones de pesetas) y podr¨ªa desarrollar virtualidades todav¨ªa mayores en el futuro.
Los indicadores del mundo editorial espa?ol siguen mostrando, pues, un notable vigor, pero tambi¨¦n algunos preocupantes s¨ªntomas. Por vez primera en el ¨²ltimo lustro, la producci¨®n espa?ola de libros descendi¨® con relaci¨®n al a?o anterior. Ese ligero retroceso -de 30.127 t¨ªtulos en 1982 a 29.484 en 1983- tal vez registre s¨®lo la toma de conciencia por nuestros editores de una cierta inflaci¨®n de t¨ªtulos. Porque el verdadero problema del libro en nuestro pa¨ªs siguen siendo las modestas tiradas medias, fuera de los ¨¦xitos excepcionales o de las colecciones de quioscos amparadas por un fuerte soporte publicitario en televisi¨®n. Aunque Espa?a ocupe el quinto lugar del mundo occidental en la producci¨®n de t¨ªtulos, tras Estados Unidos, Jap¨®n, el Reino Unido y Alemania Federal, la aton¨ªa de la demanda p¨²blica (el consumo de las bibliotecas espa?olas es casi 20 veces menor que el de los pa¨ªses desarrollados), el mayor coste del papel nacional (amparado por barreras proteccionistas), la debilidad de los resonadores culturales de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos, la crisis de los mercados latinoamericanos y la debilidad de los mecanismos de distribuci¨®n ponen en marcha la espiral de las bajas expectativas de venta, las tiradas cautelosas, los altos costes unitarios y los precios elevados.
Algunos de los problemas con los que se enfrenta el mundo editorial en Espa?a vienen de muy lejos. As¨ª ocurre con las bibliotecas, pese a los esfuerzos de la Direcci¨®n General del Libro y a las esperanzas que suscitan los proyectos de algunas comunidades aut¨®nomas. Las dificultades exportadoras se han agravado con la crisis financiera de Am¨¦rica Latina, el mercado exterior m¨¢s importante para Espa?a. Pero mientras otros pa¨ªses europeos plantean la exportaci¨®n de libros dentro de la estrategia de una pol¨ªtica cultural. Espa?a ha subsumido desde siempre ese rengl¨®n dentro de la pol¨ªtica comercial a secas. Las transferencias a las comunidades aut¨®nomas han creado vac¨ªos de poder o esperan todav¨ªa que el dise?o de la nueva organizaci¨®n territorial del Estado quede completa. Los mecanismos de distribuci¨®n interior exigen un remozamiento, mientras que el comercio librero necesita ayudas y orientaciones para su modemizaci¨®n. Los apoyos a la creaci¨®n y las campa?as para la promoci¨®n de la lectura son, tambi¨¦n, antiguas asignaturas pendientes de los editores.
A la vieja pirater¨ªa realizada fuera de nuestras fronteras se une ahora la reprograf¨ªa ilegal de las fotocopiadoras, realizada demasiadas veces con las bendiciones o con la tolerancia de los responsables de los centros universitarios y de los colegios. La venerable legislaci¨®n de la propiedad intelectual no prev¨¦ estos supuestos ni tampoco otros casos ligados a las nuevas tecnolog¨ªas. El ingreso de Espa?a en la CEE amenaza a los editores con la aplicaci¨®n del IVA, la desaparici¨®n de las desgravaciones fiscales a la exportaci¨®n y la p¨¦rdida de los cr¨¦ditos circulantes, sin que los mecanismos de prefinanciaci¨®n sean accesibles a las peque?as empresas. Es un deber de la edici¨®n espa?ola enfrentarse con imaginaci¨®n a las viejas dificultades y a los nuevos retos de la revoluci¨®n tecnol¨®gica y la integraci¨®n europea. Pero tambi¨¦n resulta necesario que el mundo del libro, donde la industria, la cultura y la proyecci¨®n espa?ola en Latinoam¨¦rica forman un conjunto inextricable, sea objeto de una pol¨ªtica de Estado.
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