Distancia
Si se da por sabido que los empresarios norteamericanos son particularmente sagaces para captar negocios, no ha de asombrar que hayan puesto su vista en los diab¨¦ticos. Cada diab¨¦tico gasta unos 70 d¨®lares (unas 12.000 pesetas) al mes en productos requeridos por su enfermedad, y en Estados Unidos existen siete millones de personas con ese diagn¨®stico, m¨¢s otros cinco millones sin ¨¦l. La respuesta a esta demanda potencial ha sido The Diabetic Store, un supermercado inaugurado en Washington, donde estos pacientes pueden hallar todas las provisiones.Este asunto, pues, parece claro. Sin embargo, ?c¨®mo hacer para explotar comercialmente una patolog¨ªa social como es la de los ni?os desaparecidos o asesinados? ?Qu¨¦ clase de operaci¨®n podr¨ªa asociar esta emoci¨®n ciudadana con la econom¨ªa?. Los almacenes Sears y la CPI Corp., una empresa. de fotograf¨ªas al instante, han encontrado el modo: en adelante los papeles de envolver, que utilice la CPI en los locales Sears llevar¨¢n, en cada Estado, estampadas fotos de los ni?os all¨ª desaparecidos.
Los promotores de esta idea, que proyectan extenderla a todos los Estados, razonan, en cooperaci¨®n con el Centro Nacional pata Ni?os Perdidos y Explotados, de la siguiente manera: si los clientes m¨¢s habituales de los servicios fotogr¨¢ficos en los grandes almacenes son padres, ?qu¨¦ mejor fuente de informaci¨®n y colaboraci¨®n puede pedirse? Efectivamente, con este m¨¦todo una asociaci¨®n social como la dedicada a encontrar ni?os desaparecidos puede haber encontrado as¨ª un auxilio que cuesta en fase experimental 100.000 d¨®lares (17 millones de pesetas). Pero, a la vez, CPI y Sears tienen ya un signo enternecedor que probablemente no pasar¨¢ inadvertido en la elecci¨®n del cliente.
Finalmente, tampoco falta el dato personalizado. John Walsh, consejero del Centro Nacional para Ni?os Perdidos y Explotados y parte del grupo que present¨® el programa, es padre de un ni?o secuestrado y asesinado en 1981 mientras la madre se distra¨ªa comprando en unos almacenes Sears.
A veces, en Europa, al hablar de los modos de producci¨®n capitalista se deber¨ªa apreciar la finura de las grandes distancias.
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