Un gran Brecht catal¨¢n
Brecht gana con el trasplante de su ?pera de perra gorda a la Barcelona, de 1929. Brecht suele ser una terrible trampa: ten¨ªa un genio personal y creativo, lo convirti¨® en teor¨ªa y tratado, y el af¨¢n de seguirlo como f¨®rmula ha destrozado muchas carreras de autor y de director. Entre las cosas que hizo Brecht, una de las m¨¢s importantes fue tomar el material de derribo del espect¨¢culo menor de su tiempo y construir con ¨¦l un gran edificio de teatro: mostraba esa arquitectura la condici¨®n viciosa y decadente de esos espect¨¢culos -con todo su atractivo morboso, con toda la peculiaridad de su est¨¦tica de bajas calidades-, en tanto que producto y muestra de una determinada sociedad, simult¨¢neamente con su cr¨ªtica, su an¨¢lisis, sus antecedentes y las esperanzas que entonces y a ¨¦l le parec¨ªan posibles.La inteligencia de esta versi¨®n, con texto catal¨¢n de Joan Oliver (el largamente admirado Pere Quart del verso breve y la intenci¨®n aguda) y la riqu¨ªsima direcci¨®n de Mario Gas, consiste en aportar un material de derribo de otro momento hist¨®rico y de otra cultura. Una Opera fiel a lo que escribi¨® e ide¨® Brecht ser¨ªa hoy un distinguido cosmopolitismo en el que probablemente se perder¨ªan muchas claves, aunque siguiera siendo un monumento teatral. Pero la incorporaci¨®n de los elementos de esta otra ¨¦poca revisada le da mayores dimensiones. Por eso gana con ¨¦l el propio Brecht.
Precisi¨®n sarc¨¢stica
Aparecen en la versi¨®n algunos residuos del que fue peque?o sainete; algunos rasgos del s¨®lido teatro de aficionados catal¨¢n, de la revistilla un poco procaz, la canci¨®n callejera, el cabar¨¦; de algunos personajes populares de las ramblas; el Barrio Chino en su gran momento, el hampa del puerto, los mendigos, el anarquismo y el terrorismo; el momento de la Exposici¨®n Universal, el terrible foso de Montjuic... Todo esto da a la ¨®pera unas enormes dimensiones que no podr¨ªa tener -hoy y entre nosotros- la ambientaci¨®n cl¨¢sica del Londres victoriano construido con los residuos berlineses con los que trabaj¨® Brecht.
Hay muchas cosas admirables en esta versi¨®n del Centro Dram¨¢tico de la Generalitat, adem¨¢s de la precisi¨®n sarc¨¢stica del texto y de esta idea inicial del trasplante de ¨¦poca. No la monumentalidad del decorado y de la expansi¨®n del espacio, que son relativamente secundarios, sino la multiplicidad de peque?os detalles de direcci¨®n, la incorporaci¨®n continua de peque?os sucesos esc¨¦nicos, el cuidado de cada movimiento, el dif¨ªcil equilibrio al manejar la teatralidad, el ajuste del texto de las canciones (de Feliu Formosa) a la m¨²sica, la est¨¦tica de los figurines y de los decorados constituyen una lecci¨®n de teatro.
Y la interpretaci¨®n. Constantin Romero (Mac) aparece como un actor extraordinario en el texto, en la composici¨®n del personaje, como en las inflexiones de voz en la canci¨®n; y Carme Sansa (Jenny) interpreta sus canciones con un estilo impresionante: puede resumirse en los dos un reparto muy extenso en el que se admira sobre todo la coherencia, la creaci¨®n continua de ambiente, en el que se funden mejores y peores int¨¦rpretes con un sentido muy claro de la representaci¨®n. En todo ello est¨¢ presente una direcci¨®n magistral de Mario Gas.
Naturalmente, la base de todo, la creaci¨®n inicial y continuamente sostenida, est¨¢ en Brecht, en el m¨²sico Kurt Weill y en el valor de una de las obras m¨¢s extraordinarias de nuestro siglo. Pero la importancia de este espect¨¢culo reside en c¨®mo ha sido digerido y vertido aquel texto, y en c¨®mo la proximidad de ¨¦poca y de geograf¨ªa, con todas las alusiones visuales y textuales que esto requiere, no s¨®lo no han diluido o traicionado a Brecht ni han ca¨ªdo en la trampa del brechtismo, sino que le han dado nuevas dimensiones.
Ver ficha y cr¨ªtica de Joan de Sagarra del estreno en Barcelona de Opera de tres rals (EL PA?S, 14 de abril de 1984).
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.