Los 35 a?os de la nueva China
LA CELEBRACI?N del 35 aniversario de la toma del poder en China por el partido comunista no ha sidosimplemente un acto ritual con generosa participaci¨®n de figunintes. Por el contrario, pone de relieve una serie de c:unbios, que han madurado en un proceso complejo desde la liquidaci¨®n de la revoluci¨®n cultural. La muerte de Mao Zedong facilit¨® en gran medida el cambio. La celebraci¨®n de ayer quiere probar que China ha logrado recuperar, tras numerosos vaivenes, una estabilidad sustancial en su direcci¨®n pol¨ªtica. Un equipo relativamente nuevo se ha hecho con el poder; si bien, al lado de hombres menos veteranos, como el secretario general del partido y el jefe del Gobierno, la clave de b¨®veda es a¨²n el octogenario Deng Xiaoping, compa?ero de Mao desde la Larga Marcha de los a?os treinta, hoy impulsor de una modernizaci¨®n que est¨¢ poniendo en entred¨ªcho muchos de los dogmas de la ¨¦poca revolucionaria. Sin embargo, la preocupaci¨®n central que ha presidido los discursos y actos del aniversario ha sido la necesidad apremiante de acelerar el desarrollo econ¨®mico. Deng ha reiterado el ambicioso objetivo de cuadruplicar para el a?o 2000 la producci¨®n industrial y agr¨ªcola. Pero ser¨ªa absurdo cerrar los ojos ante las enormes dificultades que frenan, e impiden en muchos casos, el progreso rcon¨®mico, del pa¨ªs: la ¨ªnfima base de partida, el cirecimiento de la poblaci¨®n, lo anacr¨®nico del equipo productivo. A la vez, es indiscutible que el Gobierno chino act¨²a con audacia enterrando viejas concepciones, promoviendo diversas formas de est¨ªmulo individual, de iniciativa privada. En particular, la apertura al exterior ha dado lugar a importantes inversiones de capital ex tranjero. Pero esa voluntad de modernizaci¨®n choca con inmensas resistencias, con la fuerza de la inercia y de lo antiguo.
La participaci¨®n del Ej¨¦rcito en el desfile del aniversario ha sido una de las novedades de la jornada, a diferencia de lo habitual en a?os anteriores; un ej¨¦rcito relativamente puesto al d¨ªa que, como si quisiera desprenderse de los viejos modos, empieza por renovar su indumentaria y, significativamente, hace ostentaci¨®n de la variante china de los modernos misiles intercontinentales. Es sintom¨¢tico que Deng Xiaoping, que no ocupa la primera jerarqu¨ªa ni en el partido ni en el Estado, haya asumido la m¨¢xima responsabilidad militar en todo el proceso de liquidaci¨®n de la revoluci¨®n cultural. Recordemos que el Ej¨¦rcito se emple¨® a fondo en aquel fallido intento de renovaci¨®n ideol¨®gica y sali¨® de ella pr¨¢cticamente destrozado. A Deng ha correspondido la tarea de reconstruir ese Ej¨¦rcito, evitando la ruptura entre los veteranos de la ¨¦poca revolucionaria y la imprescindible incorporaci¨®n de nuevas generaciones, capaces de manejar las ¨²ltimas tecnolog¨ªas militares.
El reciente acuerdo con el Reino Unido sobre el retorno de Hong Kong a la soberan¨ªa china reviste sumo inter¨¦s indica claramente una supeditaci¨®n del factor ideol¨®gico al inter¨¦s nacional o de Estado. Que Hong Kong siga siendo capitalista se considera algo positivo; lo importante es que sea chino. Dos sistemas, un pa¨ªs: es una f¨®rmula que Beijing propugna como base para resolver el retorno de Taiwan a China. Esa f¨®rmula ayuda a comprender la radicalidad del proceso vivido en los ¨²ltimos a?os. En 1949, la revoluci¨®n china aparec¨ªa como la extensi¨®n de una causa mundial encabezada por la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Hoy la nueva China es una realidad propia, enfrentada con la URSS en cuestiones fundamentales, que afirma su papel independiente en la vida intemacional. EE UU pudo creer que China era una carta en su estrategia antisovi¨¦tica. Mosc¨² ha abrigado ilusiones de recuperar a China para su campo socialista. Las cosas no van ni por uno ni por otro camino. Quiz¨¢ el camino m¨¢s significativo quela emprendido China es, antes bien, la mejora de sus relaciones, econ¨®micas y pol¨ªticas, con Jap¨®n.
China representa, por su poblaci¨®n, una cuarta parte de la humanidad. Est¨¢ viviendo una experiencia original y compleja, con sus luces y sus sombras, del tr¨¢nsito de una sociedad b¨¢sicamente rural a la era posindustrial. Encasillar esa experiencia en una definici¨®n cl¨¢sica ser¨ªa probablemente vano. Pero no cabe duda que su resultado marcar¨¢, de una u otra forma, el mundo del siglo XXI.
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