Le escribo en relaci¨®n
con el lamentable art¨ªculo Un dram¨¢tico paralelismo con Manolete, firmado por William Lyon (EL PAIS de 28 de septiembre de 1984). En dicho art¨ªculo se vierten frases absolutamente desprestigiosas para la ciudad de Linares. Y digo bien: Linares es una gran ciudad, y no pueblerina, como se afirma por el se?or Lyon.En el a?o 1947, fecha de la tragedia de Manolete, Linares, a pesar de la penuria general que exist¨ªa en el pa¨ªs, era una poblaci¨®n privilegiada en muchos aspectos. As¨ª, ten¨ªa un hospital, el de los Marqueses de Linares, que para la ¨¦poca y circunstancias sociales era sin¨®nimo de prestigio. Por entonces, pocas capitales de provincia ten¨ªan un centro hospitalario m¨ªnimamente comparable con aqu¨¦l.
En concordancia con la ciudad, la plaza de toros era, y sigue siendo, de segunda categor¨ªa y, como excepci¨®n de casi toda; las poblaciones que no son capitales de provincia, manten¨ªa una gran raigambre en sus festejos taurinos. De esta forma, la famosa conida de la feria de San Agust¨ªn de 1947 estaba integrada por relevantes figuras del toreo y magn¨ªficos toros, pertenecientes a la m¨ªtica ganader¨ªa de Miura, los cuales no se lidiar¨ªan en ninguna "plaza de denominaci¨®n pueblerina".
Que desgraciadamente la ruleta de la vida deparase a Manolete su fatal desenlace no puede significar la descalificaci¨®n de Linares, que siempre ha sido s¨ªmbolo de trabajo y auge.
Los toros, como s¨ªmbolo m¨¢gico y ritual de las gentes de esta Pen¨ªnsula Ib¨¦rica, "son alg¨² tremendamente tr¨¢gico" (Unamuno), y hay veces, como con Manolete y muy recientemente con Paquirri, en que la muerte en el ruedo da un aldabonazo en el subconsciente colectivo.
Hay que criticar las carencias y pre cariedades sanitarias, pero confundir eso con el desprestigio simplista de una gran ciudad, y en aquella Espa?a de los a?os cuarenta, es todo un abismo.-
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