La reforma sanitaria: ?¨²ltima oportunidad?
Este art¨ªculo cierra la trilog¨ªa abierta con el firmado por Pedro Pablo Mansilla, asesor del ministro de Sanidad, el pasado 25 de septiembre y seguida por Ramiro Rivera, presidente de la Organizaci¨®n M¨¦dica Colegial, el 26 de septiembre. El autor defiende que el borrador de ley de Sanidad dise?ado por el Gobierno encaja en lo que puede considerarse un modelo democr¨¢tico.
Los espa?oles vienen reclamando en los distintos medios de comunicaci¨®n y en cuantas oportunidades se les ofrece la transformaci¨®n de las estructuras de la Sanidad p¨²blica y que esa modificaci¨®n se traduzca en una mejora importante del servicio. Ello justificar¨ªa, adem¨¢s, el desorbitado costo econ¨®mico que la atenci¨®n m¨¦dica p¨²blica viene soportando.El Gobierno socialista, por su parte, ha demostrado, al menos en algunos sectores responsables del Ministerio de Sanidad y Consumo (MSC) y del Insalud, una cierta voluntad de reforma; la publicaci¨®n de los borradores del anteproyecto de la ley General de Sanidad (LGS) y de la Reforma Hospitalaria (RH), entre otros textos, as¨ª parece demostrarlo. El ministro y el subsecretario han manifestado d¨ªas atr¨¢s, en privado y en p¨²blico, su voluntad pol¨ªtica de llevar adelante, y con urgencia, la LGS.
Finalmente, los trabajadores del sector de la salud, m¨¦dicos y ATS fundamentalmente, han respondido de forma muy diversa a las reiteradas reclamaciones de los ciudadanos y a las ofertas de reforma del Gobierno socialista, votadas por m¨¢s de 10 millones de ciudadanos: los sectores corporativistas representados en y por el Colegio Oficial de M¨¦dicos (COM) y por el Colegio Oficial de ATS (COATS) han rechazado de plano, sin aportar una argumentaci¨®n cient¨ªfica, los documentos adelantados por el Gobierno; por ¨¦l contrario, los grupos m¨¦dicos y sanitarios reformistas y progresistas han apoyado, t¨¢cita o expl¨ªcitamente, la reforma sanitaria encaminada a la concreci¨®n de un determinado modelo sanitario.
Pero ?qu¨¦ caracter¨ªsticas re¨²ne el modelo gubernamental? Para empezar, y en su art¨ªculo 1, la LGS propuesta por los socialistas reconoce el derecho a la salud de todos los ciudadanos, mejor a¨²n, "el derecho a la protecci¨®n de la salud y la asistencia sanitaria de todos los espa?oles...". Las necesarias transformaciones en el sistema sanitario espa?ol "deben venir orientadas por las ideas fundamentales que se pretende informen la referida ley, tanto en cuanto al concepto integral de salud, como en lo que concierne a la integraci¨®n de las diferentes tareas sanitarias", promoviendo "la potenciaci¨®n de la participaci¨®n de la comunidad para conseguir su logro". La citada ley, en su cap¨ªtulo 5, adelanta que "la financiaci¨®n del sistema sanitario p¨²blico se llevar¨¢ a cabo inediante aportaciones de los Presupuestos Generales del Estado, de las comiunidades aut¨®nomas, de las diputaciones, ayuntamientos y otros entes territoriales competentes en materia de sanidad".
'Modelo democr¨¢tico de salud'
Un modelo p¨²blico as¨ª definido, integral en la contemplaci¨®n de la salud, integrador en cuanto a la utilizaci¨®n de todos los recursos p¨²blicos, participativo por lo que respecta a su dise?o y gesti¨®n y costeado solidariamente por todos los espa?oles, encaja perfectamente, en el plano te¨®rico, en lo que Campbell define como modelo democr¨¢tico de salud, y opuesto, por tanto, al modelo tecnocr¨¢tizo en el que el papel del ciudadano se limita a ser un receptor pasivo del servicio; un modelo que plasmar¨ªa, y as¨ª est¨¢ contemplado en la LGS, en un Servicio Nacional de Salud (SNS), "cuyo objetivo es establecer un sistema coherente, arm¨®nico y solidario"; un modelo, en fin, que se compadezca con el espacio y el tiempo en que se pretende implantar: la Espa?a democr¨¢tica y moderna de finales del siglo XX,
Sin embargo, nadie ignora las dificultades y obst¨¢culos que tal sistema encontrar¨ªa en su implantaci¨®n y desarrollo; unas, derivadas de la actitud y capacidad de maniobra de los responsables sanitarios del Gobierno, tanto en lo que respecta a su imaginaci¨®n y voluntad pol¨ªtica como en lo que ata?e a la disponibilidad de recursos; otras, inherentes a quienes prestan el servicio (los m¨¦dicos fundamentalmente, que han venido desempe?ando un papel hegem¨®nico en el sector, pero tambi¨¦n los ATS y otros trabajadores sanitarios) porque se ver¨¢n afectados, para bien o para mal, en sus intereses profesionales, laborales y econ¨®micos.
Pero el futuro del modelo p¨²blico de salud o, m¨¢s a¨²n, las caracter¨ªsticas que hayan de definirlo y animarlo depender¨¢n, en ¨²ltima instancia, d¨¦, que los espa?oles entiendan y asuman como colectivo receptor del servicio la magnitud del problema, del papel que ¨¦stos se den a s¨ª mismos en la planificaci¨®n y control del sector y de la convicci¨®n con que exijan su implantaci¨®n.
Una cuesti¨®n vital debe quedar despejada en el inmediato futuro -este oto?o, si es que se quiere aprobar la LGS en la presente legislatura-: la voluntad del Gobierno para llevar a cabo la reforma sanitaria en los t¨¦rminos globales enunciados en el borrador del anteproyecto; y esta decisi¨®n, de ser afirmativa, enlazar¨ªa inmediatamente con otros factores b¨¢sicos: la disponibilidad de recursos materiales y humanos y llos apoyos y rechazos sociales que la ley va a encontrar.
Globalmente considerado, un sistema p¨²blico de salud es m¨¢s equitativo y accesible en las prestaciones, m¨¢s cient¨ªfico en sus planteamientos y resultados y de menor costo econ¨®mico que un sistema liberal, como ha quedado demostrado al comparar los sistemas ingl¨¦s y norteamericano, en favor del primero; pero es indudable que transformar el actual sistema sufragado en forma de salario diferido por la fuerza de trabajo en otro costeado con fondos de las distintas entidades estatales exije un gran esfuerzo econ¨®mico inicial. Es responsabilidad moral del Gobierno socialista calificar como prioritario el sector de la salud dot¨¢ndolo de los recursos econ¨®micos indispensables para la urgente puesta en marcha de la reforma.
Por fortuna, disponemos de los recursos humanos necesarios tanto en cantidad como en calidad, y para comprobarlo basta con contrastar las cifras de paro m¨¦dico y sanitario, con abundancia de graduados j¨®venes, muchos de ellos ya perfectamente formados en sus respectivas disciplinas, aguardando un puesto de trabajo en el sistema p¨²blico.
Concepto cremat¨ªstico
La LGS, cuya ¨²ltima redacci¨®n acaba de publicarse, no est¨¢ encontrando apoyo alguno en la Organizaci¨®n M¨¦dica Colegial (OMC); muy al contrario, el presidente de dicha organizaci¨®n ha expresado, de manera reiterada su oposici¨®n frontal al citado proyecto. Argumenta, por ejemplo, que la libre elecci¨®n de m¨¦dico y centro, y no s¨®lo en el servicio p¨²blico, sino tambi¨¦n en el privado y en la asistencia colectiva de entidades de seguro, todo ello con cargo a la Seguridad Social, es la pieza angular de la reforma sanitaria; lo cual no es m¨¢s que una pura contradicci¨®n, puesto que por definici¨®n lo privado no puede ser incluido en lo p¨²blico; pero en esta postura no subyace m¨¢s que un concepto ideol¨®gico y cremat¨ªstico del hecho m¨¦dico; los espa?oles saben que la salud no es una mercanc¨ªa, algo que se compra y se vende, y entienden que m¨¢s importante que la elecci¨®n libre de m¨¦dico y centro -y todos estamos a favor de la libertad de elecci¨®n, pero admitiendo, en el caso de la salud, una serie de limitaciones inevitables de tipo geogr¨¢fico, econ¨®mico, etc¨¦tera- es que el ciudadano pueda confiar en el sistema p¨²blico de salud, saber que existen los mecanismos de control indispensables para su buen funcionamiento y que ¨¦l es parte integrante de esos mismos mecanismos. Pero es que tampoco el Consejo General de Colegios M¨¦dicos representa el sentir de todos los facultativos, como se ha evidenciado en las recientes elecciones para la renovaci¨®n de las juntas directivas de tres colegios provinciales. El colectivo m¨¦dico aparece claramente fragmentado en distintas posturas a la hora de interpretar el hecho san¨ªtario; en Madrid concretamente -donde el presidente del consejo tom¨® partido p¨²blicamente por uno de los cuatro candidatos, un hecho sin precedentes de transgresi¨®n deontol¨®gica- ¨¦ste no obtuvo ni siquiera el 50% de los votos; esas mismas elecciones pusieron de manifiesto que alrededor del 30% de los m¨¦dicos espa?oles est¨¢ a favor de un modelo sanitario democr¨¢tico y en contra de las propuestas colegiales; este hecho, unido a las expectativas de la gran mayor¨ªa de los espa?oles expresadas por medio del voto, es el que debe pesar en la decisi¨®n del Gobierno a la hora de llevar adelante su proyecto sanitario.El subsecretario de Sanidad y Consumo ha afirmado recientemente que hay que tener en cuenta que la ley de Sanidad en s¨ª misma no es la reforma, pero a?adi¨® que "sin la ley ser¨ªa imposible ¨¦sta" y que de llevar a cabo la reforma sin el apoyo estructural de la ley la sanidad del pa¨ªs se romperia en el marco de un sistema meramente voluntarista. Yo dir¨ªa m¨¢s: la ley de Sanidad no s¨®lo es necesaria, sino tambi¨¦n urgente. S¨®lo en este contexto puede entenderse que el presidente del Consejo General de Colegio M¨¦dicos haya insistido reiteradamente en negociar el proyecto de ley "al m¨¢s alto nivel" con el ministro del ramo; su prop¨®sito es doble y evidente: o conseguir que el sector privado de la salud contin¨²e parasitando al p¨²blico, y para ello no hay. necesidad de ley alguna; o, en su defecto, retrasar la entrada del texto en el Consejo de Ministros y en el Parlamento, evitando as¨ª que la ley pueda ser aprobada en la actual legislatura. Estar¨ªamos, en tal caso, ante una ley sin futuro.
es m¨¦dico y presidente de la Asociaci¨®n para la Defensa de la Sanidad P¨²blica de Madrid.
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