Victoria 'incre¨ªble" del modesto Metz en Barcelona
Josep Llu¨ªs N¨²?ez, presidente del Barcelona, dec¨ªa con voz entrecortada: "El f¨²tbol hay que tom¨¢rselo en serio". La cara de Nicolau Casaus, vicepresidente barcelonista, era la cl¨¢sica de un funeral y de su tradicional puro no quedaba nada S¨®lo Carlo Molinari, presidente del Metz no pod¨ªa contener la alegr¨ªa. La frase "incre¨ªble, incre¨ªble", se repet¨ªa hasta la saciedad en las gradas del Camp Nou. E incre¨ªble fue el espect¨¢culo presenciado por tan s¨®lo 24.000 espectadores. El resto de los aficionados lo vivi¨® desde la radio, con indiferencia primero y con angustia despu¨¦s.Nadie le escuch¨®. Era la voz que clamaba en el desierto. Pero Terry Venables lo advirti¨®: "No hay que confiarse". Parec¨ªa el cl¨¢sico estribillo de todos los entrenadores, no el consejo paternal de alguien que no confla en las fuerzas de sus pupilos. Y tuvo raz¨®n. Ahora, comienzan las lamentaciones; y no s¨®lo las deportivas, porque, econ¨®micamente, el Bar?a se ha ido de la Recopa habiendo recaudado 16 millones de pesetas. Menos mal que el gerente barcelonista, Ant¨®n Parera, acert¨® al establecer el partido como de pago y no de libre entrada.
No puede decirse que se lo tomaran a cachondeo, pero saltaron al c¨¦sped del Camp Noti sin la mentalizaci¨®n precisa para afrontar el partido. No s¨®lo el Bar?a, sino tambi¨¦n el Metz. Por eso el espect¨¢culo result¨® deplorable durante la primera media hora.
Los disc¨ªpulos de Venables se emborracharon de bal¨®n. Schuster les daba las copas y ellos las apuraban hasta el final en una bacanal de errores futbol¨ªsticos que hubiera puesto los pelos de punta al menos exigente de los aficionados. Para colmo, Carrasco marc¨® el primer gol y aquello llevaba camino de ser jauja.
El Metz, hasta entonces con una defensa apa?adita, un centro del campo luchador y una delantera desatendida, pero peligrosa, se encontr¨® con un regalo de Julio Alberto y el amistoso saludo de Amador Kurbos marc¨® el gol del empate. "Bueno, no pasa nada", se comentaba en las gradas. En un abrir y cerrar de ojos lleg¨® el segundo gol franc¨¦s, en el que colabor¨® S¨¢nchez con una jugada desgraciada. Comenzaba el principio del fin para el Bar?a. Kurbos, fue el verdugo.
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