El castillo de Escornalbou

Sus or¨ªgenes son inciertos y pertenecen a la leyenda. Tanto es as¨ª que alg¨²n historiador quiso darle m¨¢s de 4.000 a?os de antig¨¹edad, y a un m¨ªtico e inexistente rey de nombre Brigo la responsabilidad de su construcci¨®n. Lo cierto es que debi¨® ser un primitivo asentamiento ¨ªbero, luego romano, y, durante siglos y alternativamente, dominio y fortaleza de moros y cristianos. Todos sus ocupantes modificaron y reconstruyeron el castillo, a?adi¨¦ndole recintos, torres y un convento. Resisti¨® guerras y epidemias, incluso la ocupaci¨®n de las tropas de Felipe V en la guerra de Sucesi¨®n. El siglo pasado, a resultas de la Desamortizaci¨®n, lo vio convertirse progresivamente en ruinas hasta que en 1911, ya en manos del historiador Eduardo de Toda y G¨¹ell, fue de nuevo restaurado y acondicionado como biblioteca y vivienda.Situado en la cima de La Mola, en las estribaciones de los montes del Priorato, Escornalbou es uno de los castillos m¨¢s hermosos que conozco. Robles, pinos y encinas rodeados de arbustos apretados cubren las laderas, empinad¨ªsimas, de apariencia inaccesible, de la monta?a en que se levanta. El guarda que me ense?¨® el octubre pasado con cari?o y detalle todas las dependencias, biblioteca incluida, me habl¨® de que en la actualidad el castillo pertenec¨ªa a un an¨®nimo banco y que iba a pasar en fechas pr¨®ximas a la diputaci¨®n. Arriba, con el Baix Camp de Tarragona a sus pies, las monta?as a sus espaldas, parece imposible pensar que Escornalbou pertenezca a nadie m¨¢s que a s¨ª mismo; a ese pico cortado de golpe, de vegetaci¨®n cerrada; a un cielo que se percibe cercano, a esa naturaleza caprichosa que form¨® la perfecta pir¨¢mide rojiza que remata.