El sentimiento tr¨¢gico de un poeta
La literatura checa experiment¨® un verdadero br¨ªo entre las dos guerras. Al independizarse del imperio austroh¨²ngaro en 1918, la literatura en lengua checa se pudo desarrollar por su propia cuenta, sin tener que luchar, como casi siempre en su historia contra el dominio de la cultura germana. Los prosistas checos de entreguerra, Hasek Capek, por ejemplo, son bastante conocidos y traducidos a todas las lenguas europeas, pero poca gente conoce la riqueza y variedad de la poes¨ªa checa, por razones obvias. No creo que exagere si digo que la poes¨ªa es supeior a la prosa de esta ¨¦poca: citemos Nezval, Halas, Biebl, Holan y Arubin, adem¨¢s de Seifert, entre los mejores poetas. Seifert tiene en com¨²n con muchos de ellos el sentimiento tr¨¢gico de la vida. Nacido en 1901 en el barrio pragu¨¦s Zizkov -y digamos como curiosidad que se trata del mismo barrio con su red de callejuelas parecidas a un laberinto que Kafka describe en El proceso- se introduce a la literatura a los 20 a?os. La inspiraci¨®n b¨¢sica de su primera obra po¨¦tica Ciudad en l¨¢grimas (se refiere naturalmente a Praga), es el rechazo del mal porque seg¨²n ¨¦l el mal destruye la belleza. Otra base de inspiraci¨®n es para el poema la imagen de un mundo sin miseria y sin odio: de ella crece la visi¨®n de la tierra prometida, una especie de para¨ªso. Esta visi¨®n es constante en su obra, y m¨¢s tarde toma la forma de su tierra natal. En esta primera coleci¨®n tambi¨¦n expresa su rechazo hacia la civilizaci¨®n, personificada por la ciudad de Praga. Seifert ser¨¢ fiel a este sentimiento en toda su obra, a menudo describir¨¢ las bellezas del campo, aunque, con los a?os, sabr¨¢ descubrir tambi¨¦n las mil bellezas de su ciudad natal. Y, desde el principio, no falta aqu¨ª la expresi¨®n de la emoci¨®n amorosa, en esta ¨¦poca todav¨ªa algo infantil, pero espont¨¢nea. Sus siguientes colecciones El amor lo es todo (1923) y El viaje de novios se interesan por el lado positivo del universo. El poeta dice que "todas las cosas en el mundo son bellas". En cambio en el cuarto libro El ruise?or canta mal (1926) se oye la desesperaci¨®n de su interior torturado; esta es tambi¨¦n la nota que predomina en la siguiente colecci¨®n Paloma mensaera (1929). El poeta empieza a sentir la presi¨®n del tiempo que corre, toma consciencia de la creaci¨®n y el fin. Las colecciones La manzana de tu regazo (1933) y Las manos de Venus (1933) son fruto de la verdadera madurez po¨¦tica de Seifert. En vez de la excitaci¨®n resuena la tranquilidad y las memorias, especialmente la de la madre. En el libro Primavera, adi¨®s (1937) Seifert se despide de la primavera de su vida. Pero sus versos no expresan solamente la nostalgia y la tristeza, sino que tienen una buena dosis de humor y, adem¨¢s, un nuevo tema la descripci¨®n de los paisajes de su Bohemia natal. En el libro Apagad las luces el poeta se une a la naci¨®n checa, indignada por la traici¨®n de Munich que preced¨ªa a la Segunda Guerra Mundial. En los a?os de la guerra, Seifert se refugia en el tranquilo mundo le la tradici¨®n cultural checa, sobre todo la literaria y la folkl¨®rica. En la obra El abanico de Bozena Nemcova (1940) canta la belleza y ,a tragedia del destino de esta gran autora. En los siguientes libros, Vestida de luz (1940) y El puente de piedra (1944) el poeta expresa el mismo patetismo que en la obra anterior. En El casco de tierra, Seifert da las gracias a los que han ayudado a t¨¦rminar la guerra. En La mano y la llama (1948) el poeta recuerda importantes figuras de la vida art¨ªstica checa de su ¨¦poca (Jan Neruda, Hora, S.K. Neumann, Vancura) y en Cuando sali¨® el artista pobre en el mundo (1949), donde una oda al gran pintor Checo M. Ales. El libro La mam¨¢ (1954) es una declaraci¨®n del amor. El poeta se deja llevar por la nostalgia de sus memorias de la infancia en el barrio pragu¨¦s, en la melancol¨ªa de una vida que ha desaparecido para siempre, que ha huido en el infinito. Un ambiente parecido tiene tambi¨¦n el mundo de la colecci¨®n El ni?o y las estrellas. Los ¨²ltimos libros de poes¨ªa de Seifert Un concierto en la isla, (1965), El cometa Haley, La fundici¨®n de las campanas (1967), y Toda la belleza del mundo. El s¨ªmbolo de la muerte le persigue continuamente. Especialmente Un concierto en la isla es un interesante regreso po¨¦tico en el cual elige no solo una nueva expresi¨®n en prosa r¨ªtmica, sino tambi¨¦n en el uso de las met¨¢foras tajantes en las que est¨¢n concentradas las experiencias de toda su vida.
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