Una propuesta para el V Centenario
La celebraci¨®n del V Centenario del Descubrimiento de Am¨¦rica deber¨ªa ser motivo, seg¨²n el autor del art¨ªculo, para que las instituciones espa?olas realizaran un desagravio alas poblaciones ind¨ªgenas del continente americano y repararan materialmente los males y perjuicios producidos por la conquista con unas ayudas espec¨ªficas dedicadas a atender a la poblaci¨®n ind¨ªgena de Latinoam¨¦rica, casi siempre la m¨¢s pobre y marginada.
Tengo una simple propuesta para ayudar a conmemorar, en un ambiente de justicia y verdad, el V Centenario del Descubrimiento de Am¨¦rica: Que inviten al palacio Real de Madrid a los descendientes de los aztecas que quedan en la Tarahumara de M¨¦xico; a los mayas del Pet¨¦n, en Guatemala; a los caribes del Dari¨¦n; a los aimaras de los Andes, herederos directos del gran imperio incaico; a los araucanos del sur de Chile. (En buena justicia, las personalidades espa?olas tendr¨ªan que ir a visitar a los ind¨ªgenas en sus aldeas, pero esto no ser¨ªa operativo.)Que el Rey de Espa?a, en cuyo nombre se conquistaron las tierras de los ind¨ªgenas; el jefe del Estado Mayor, en representaci¨®n de todos los ej¨¦rcitos que guerrearon contra los naturales; el cardenal arzobispo de Toledo, como primado de una Iglesia que bendijo la gran aventura, aunque tambi¨¦n a veces la critic¨®; el rector de la Universidad de Salamanca, donde se discuti¨® si los ind¨ªgenas ten¨ªan un alma racional susceptible de recibir los Santos Sacramentos; el presidente del Tribunal Supremo, como cabeza visible de un sistema de justicia etnoc¨¦ntrico y frecuentemente venal, pidan perd¨®n a los ind¨ªgenas americanos presentes por las crueldades, las injusticias, la explotaci¨®n; en fin, por todas las calamidades que a sus ancestros infligieron los reyes, capitanes, obispos, jueces, comerciantes y aventureros espa?oles de la ¨¦poca.
Que desagravien en los ind¨ªgenas presentes a las v¨ªctimas de la gran gesta que se celebra, con un desagravio humilde y sin ret¨®rica, sabiendo que nada que hagamos hoy puede borrar el mal que hicimos en siglos pasados. Un perd¨®n pronunciado p¨²blicamente para compensar la palabrer¨ªa mentirosa y la infundada superioridad con que nos hemos dirigido siempre a los latinoamericanos, particularmente en nuestro trato con sus habitantes m¨¢s primitivos.
La propuesta no implica confesar que la conquista de Am¨¦rica s¨®lo gener¨® crueldad y afrentas para los ind¨ªgenas. La conquista tuvo su lado positivo, que, por lo dem¨¢s, las celebraciones del V Centenario no dejar¨¢n de resaltar. Pero no podemos reducir estas celebraciones a contemplar y cantar loas a lo bueno.
Las personas de mi generaci¨®n hemos cre¨ªdo durante mucho tiempo que la colonizaci¨®n espa?ola fue diferente de la brit¨¢nica, holandesa, francesa, etc¨¦tera, porque respet¨® mucho mejor a las poblaciones ind¨ªgenas que encontr¨® a su paso. Cualquiera que haya sido la crueldad comparativa de los pa¨ªses colonizadores, la verdad es que el sistema colonial espa?ol en Am¨¦rica busc¨® a las poblaciones ind¨ªgenas no para llevarlas a la cultura europea y evangelizarlas, sino, ante todo, para quitarles los metales preciosos y obligarles a trabajar en las minas de oro y plata. La cristianizaci¨®n vino despu¨¦s; en parte, como un factor de sometimiento a la Corona espa?ola; en parte, como consecuencia de una fe estrecha y batalladora que llevaba hasta las ¨²ltimas consecuencias el extra Ecclesiam nulla salus (fuera de la Iglesia no hay salvaci¨®n).
Cat¨¢strofe demogr¨¢fica
La cat¨¢strofe demogr¨¢fica que sufrieron las poblaciones ind¨ªgenas de Am¨¦rica en el siglo XVI, por la que se redujo el n¨²mero de nativos a la quinta parte del que encontraron los conquistadores (*), es una prueba irrefutable, y que no puede desecharse como un invento de la leyenda negra, de las m¨²ltiples perturbaciones y da?os que la presencia de los conquistadores causaron en la Am¨¦rica nativa.
Si se ha reparado oficialmente -desde el cerro de los ?ngeles- la persona hist¨®rica de Jes¨²s de Nazaret por las afrentas que otros hombres le hicieron; si los alemanes de hoy han tratado de m¨²ltiples maneras de reparar en los jud¨ªos de Israel las crueldades de antepasados a antepasados, no ser¨ªa tan inusitado que los representantes del Estado espa?ol, albaceas de una herencia hist¨®rica llena de glorias y de responsabilidades, repararan de una manera sencilla y poco costosa, pero rica en significado, a los pueblos ind¨ªgenas de Am¨¦rica por el mal que se les hizo. En Canad¨¢, la Iglesia ha pedido perd¨®n a las minor¨ªas ind¨ªgenas porque en el pasado las consider¨® razas inferiores.
Este gesto de justicia y humildad deber¨ªa ir acompa?ado por una reparaci¨®n material, por una promesa en firme del Estado espa?ol de dedicar una parte de la ayuda al desarrollo a mejorar las condiciones de vida de la poblaci¨®n ind¨ªgena de Latinoam¨¦rica, que es generalmente la m¨¢s pobre y marginada.
* Seg¨²n los c¨¢lculos de ?ngel Rosenblat (La poblaci¨®n indigena y el mestizaje en Am¨¦rica, Buenos Aires, 1954), refinados por Nicol¨¢s S¨¢nchez Albornoz (La poblaci¨®n de Am¨¦rica Latina desde los tiempos precolombinos al a?o 2000, Alianza Universal, Madrid, 1976).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.