Duarte y la guerrilla abordaron en La Palma la posibilidad de establecer una tregua militar
La posibilidad de establecer una tregua militar entre el Ej¨¦rcito y la guerrilla se abord¨® de pasada en el encuentro de La Palma, sin que ninguna de las partes planteara el alto el fuego como una condici¨®n para seguir dialogando. Todos coincidieron en se?alarlo como un objetivo a medio plazo, ya que a¨²n no est¨¢n dadas las condiciones.
Para avanzar en este sentido, encargaron a la comisi¨®n mixta el cometido de humanizar la guerra, concepto que puede incluir desde el cumplimiento de la convenci¨®n de Ginebra en materia de prisioneros hasta el cese de los bombardeos a la poblaci¨®n civil y el sabotaje contra la econom¨ªa. Duarte explic¨® en el palacio presidencial que "no pod¨ªamos resolver en horas una guerra de causas tan profundas". El comandante Ferm¨¢n Cienfuegos dir¨ªa, por su parte, en una conferencia de prensa celebrada durante la madrugada del martes en el campamento guerrillero de Miramundo, que "no ha habido consenso" en esta materia.En las declaraciones efectuadas por ambos lados destaca un tono general de respeto al adversario, sin las descalificaciones mutuas que fueron costumbre hasta hace s¨®lo unos d¨ªas. Cienfuegos describi¨® el ambiente de la entrevista como "sereno y respetuoso por ambas partes", que buscaron con ello la continuidad del di¨¢logo.
En un juego limpio inusual, el presidente mencion¨® por dos veces una frase que el comandante Cienfuegos hab¨ªa usado en la reuni¨®n: "Hay un consenso nacional de que nos estamos desangrando entre hermanos salvadore?os y de que es necesario el di¨¢logo para alcanzar la paz". El dirigente democristiano agreg¨® que con esa frase hab¨ªa descrito exactamente la situaci¨®n que vive el pa¨ªs.
Las dos partes han reconocido, sin embargo, que el di¨¢logo est¨¢ en sus inicios y que ser¨¢ un proceso largo y complicado.
Cienfuegos y el comandante Facundo Guardado no ocultaron que, si hab¨ªa tenido lugar la entrevista con el Gobierno en un plano de igualdad y sin deponer las armas, fue precisamente por la fuerza militar que ha adquirido el Frente Farabundo Mart¨ªn de Liberaci¨®n Nacional (FMLN). Es l¨®gico, por tanto, que en los pr¨®ximos meses los dos bandos, lejos de desarmarse, contin¨²en acumulando fuerzas para llegar a la mesa negociadora con ventaja.
A juicio de la izquierda salvadore?a, la pr¨®xima etapa del di¨¢logo debe estar encaminada a humanizar la guerra. Los insurgentes, han pedido formalmente que cesen los bombardeos sobre los civiles, el acoso a la poblaci¨®n que vive en ¨¢reas de disputa y el uso de armas especialmente destructivas. El Gobierno plantea a cambio una renuncia al sabotaje contra las cosechas y al transporte p¨²blico.
La reuni¨®n dio comienzo con la lectura, por parte de Duarte, del documento que conten¨ªa su "oferta de paz". Dur¨® unos 15 minutos y a continuaci¨®n entreg¨® un ejemplar de la Constituci¨®n a cada representante de la izquierda. Con esto quer¨ªa subrayar que todo el di¨¢logo debe enmarcarse dentro de los l¨ªmites constitucionales. En otro caso, el propio Duarte podr¨ªa verse sometido en la Asamblea, en la que su partido es minoritario, a un juicio pol¨ªtico.
Duarte explic¨® que con ello no est¨¢ pidiendo a la izquierda que est¨¦ de acuerdo con todos los art¨ªculos de la Carta Magna y, que ni ¨¦l mismo lo estaba con la limitaci¨®n de 250 hect¨¢reas impuesta a la expropiaci¨®n de tierras para la reforma agraria.
En l¨ªneas generales, el presidente dijo a la guerrilla que la situaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs ha cambiado desde 1979, cuando ellos se fueron a la monta?a, y que el r¨¦gimen democr¨¢tico ha abierto cauces para todas las expresiones pol¨ªticas.
Guillermo Ungo le contest¨® por espacio de una hora y el comandante Cienfuegos lo hizo durante 40 minutos, sin que ninguno de ellos presentara propuestas por escrito.
Ungo defendi¨® b¨¢sicamente la tesis de que la situaci¨®n pol¨ªtica no ha cambiado en esencia y que por eso es necesaria una negociaci¨®n en profundidad. Ninguno de los dos plante¨® como exigencia para un acuerdo la formaci¨®n de un Gobierno provisional en el que tenga cabida la izquierda.
Las dos fuerzas contendientes convinieron en todo momento en que no pod¨ªan abandonar la reuni¨®n sin el acuerdo de continuar el di¨¢logo, y sobre este punto se alcanz¨® un r¨¢pido acuerdo, ya que estaba contenido en la oferta de Duarte y en los planteamientos de la oposici¨®n. En sus respectivas conferencias de prensa han reconocido que hay un sector minoritario de extrema derecha opuesto al di¨¢logo. Duarte fue enf¨¢tico: "No les tengo miedo", dijo, refiri¨¦ndose a los escuadrones de la muerte que le han amenazado. "Voy a perseguirlos, porque en este pa¨ªs debe acabar la violencia". Cienfuegos se?al¨® que es necesario "derrotar pol¨ªticamente" a los sectores olig¨¢rquicos refugiados ahora en la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que hist¨®ricamente se han opuesto a las reformas y ahora al di¨¢logo.
La cr¨ªtica m¨¢s consistente que los comandantes guerrilleros hicieron a Duarte fue por su incapacidad para controlar la represi¨®n. Para la izquierda, el logro principal es que, por primera vez, el Gobierno reconoce t¨¢citamente, a trav¨¦s de este di¨¢logo, la existencia real de dos ej¨¦rcitos. Duarte se mostr¨® contundente: "No hay, ni puede haber, ninguna legitimaci¨®n de la guerrilla como un segundo ej¨¦rcito. La Constituci¨®n es clara en esto. Yo he ido a hablar con ellos como un esfuerzo para la paz, pero eso no supone ning¨²n reconocimiento formal". ?ste ser¨¢ el gran nudo de la negociaci¨®n una vez que se supere la etapa inicial. El comandante Cienfuegos declar¨® que "la realidad es que hay dos ej¨¦rcitos y dos poderes. El problema est¨¢ en saber si ellos quieren convertirse verdaderamente en un ej¨¦rcito nacional o siguen como un ej¨¦rcito contrainsurgente, t¨ªtere del imperialismo".
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