Ant¨®n Larrauri, entre la vanguardia y lo popular
Un acierto m¨¢s de la Fundaci¨®n Principado de Asturias: el encargo de una obra de importancia a un compositor de tan relevantes m¨¦ritos como el bilba¨ªno Ant¨®n Larrauri para su estreno en el acto de entrega por los Reyes de Espa?a de los premios del presente a?o. Larrauri (1932) goza desde sus primeras partituras de un prestigio que con frecuencia se torna popularidad, de modo acusad¨ªsimo en la formidable Espatadanza, para coro y orquesta, de 1972. Se ve¨ªan aqu¨ª las posibilidades de una nueva utilizaci¨®n del folklore dentro de la est¨¦tica y a trav¨¦s del lenguaje contempor¨¢neo.Pero las sirenas de Ulises son para los compositores los aires de canci¨®n y danza, la herencia tradicional que guardan los cancioneros de los distintos pa¨ªses y regiones naturales. Desde ellos, sus rastreadores. y compiladores parecen legar al futuro su unamuniano "Di t¨² qu¨¦ ha sido". Ant¨®n Larrauri, al calor de un movimiento coral que jam¨¢s declin¨® en Euskadi, trabaj¨® mucho m¨¢s directamente melod¨ªas y ritmos al modo de sus antecesores -Guridi, Garbizu, Olaizola, Soroz¨¢bal, Esnaola, etc¨¦tera-, aunque dada su fuerte personalidad no repet¨ªa lo hecho por otros. Gust¨® en todo momento de mostrar sus huellas de identidad o las dejaba en cuanto compon¨ªa de modo espont¨¢neo, irrenunciable. Una p¨¢gina coral de 1974, Zan tiretur, es el m¨¢s acabado exponente de un vasquismo a lo Larrauri. A su lado, otras creaciones, por su mismo destino a la ocasi¨®n y funcionalidad de cada proyecto, reculaban est¨¦ticamente. Nada m¨¢s l¨ªcito que un compositor utilice diversos teclados y registros, seg¨²n el qu¨¦, el c¨®mo y el para qu¨¦ de lo que quiere expresar.
En esta l¨ªnea se sit¨²a la Foguera (trova del llar), sobre temas populares asturianos procedentes de los cancioneros de Torner e Hidalgo o bien de la tradici¨®n oral. La excelente versi¨®n del coro de la fundaci¨®n, que dirige y cuida Sabas Calvillo, los miembros del grupo folkl¨®rico Tsumarinos y la Orquesta Sinf¨®nica de Asturias, todos dirigidos por V¨ªctor Pablo P¨¦rez, explicaron con claridad en qu¨¦ consiste la ¨²ltima aportaci¨®n de Larrauri.
Foguera, por sus dimensiones y su disposici¨®n, es obra grande, y en ella, a pesar de las escapadas actualistas de Larrauri, domina una est¨¦tica muy anterior en su popularismo a cualquier Falla, pero, sobre todo, al Retablo o al Concerto. Larrauri, enormemente listo, nos advierte que "al margen de mi est¨¦tica actual, en esta obra he seguido tan s¨®lo directrices tradicionales". Ah¨ª est¨¢ lo sustancial de Foguera, sin que llegue a modificarlo tal o cual f¨®rmula o licencia, por decirlo con palabras del compositor. En realidad asistimos a la explotaci¨®n de un manojo de temas tradicionales, bien tratados vocal y orquestalmente; explotados, incluso, con la inteligencia segura de quien conoce al p¨²blico: de ah¨ª el aparatoso y heterof¨®nico final. Sin embargo, cuando aparecieron muy brevemente s¨ªntomas del vasquismo de vanguardia en Foguera, la memoria se fue tras Zan tiretur o tras la Espatadanza. La admiraci¨®n y la confianza que desde el comienzo de su carrera siento por Larrauri y su obra me obliga a ser claro: su Foguera me parece una obra de circunstancias. Lo menos que se preguntar¨ªan quienes recibieron un d¨ªa el enorme impacto de anteriores partituras es por qu¨¦ Larrauri se ha convertido al conservadurismo.
Es m¨¢s, Larrauri no puede permitirse el lujo de tirar su talento por la ventana y que, como en otros casos de la historia musical espa?ola, haya que decir pasado el tiempo que fueron sus primeras obras las mejores. Ni debe ceder un ¨¢pice en materia de principios est¨¦ticos. En composici¨®n, en creaci¨®n art¨ªstica en general, trabajar por encargo no suele ni puede suponer hacerlo de encargo. M¨¢s si la petici¨®n es tan liberal como la de la Fundaci¨®n Principado de Asturias. En m¨²sica, las posturas neoconservadoras no son agradecidas, ni siquiera muy aplaudidas, por los que, en principio, se creen conservadores. La realidad de los tiempos vence la resistencia de los apriorismos. La calidad de factura, evidente en Foguera, invita al aplauso, y no le falt¨® ni mucho menos en el teatro Campoamor. Sin embargo, todos esperamos la incitante sorpresa de nuevos trabajos de Larrauri.
Babelia
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