Una versi¨®n desconcertante de Mozart
La flauta m¨¢gica, de Emmanuel Schikaneder y W. A. Mozart.Traducci¨®n catalana de Carme Serrallonga. Int¨¦rpretes: Jordi Bosch, N¨²ria Cano, Irnma Colomer, Teresa Estrada, Esther Formosa, Oriol Genis, Llu¨ªs Homar, Bl¨¢i Llopis, Jaume Malloft¨¦, ?scar Mas, Rosa Nicol¨¢s, Anioni Sevilla y Emma Vilarasau. Espacio esc¨¦nico, vestuario y direcci¨®n: Fabi¨¤ Puigserver.
Teatre Lliure, Barcelona 18 de octubre.
Apenas transcurridas 24 horas del estreno de La flauta en el Lliure, el desconcierto que me produjo su programaci¨®n no s¨®lo no ha desaparecido, sino que se ha acrecentado a la vista de los resultados. Cuando el Lliure programa La flauta sabe perfectamente el riesgo que corre, lo sabe y lo asume. "No es lo mismo hacer un Offenbach (La bella Elena) que un Mozart", me dec¨ªa Puigserver pocos d¨ªas antes del estreno. Claro est¨¢ que el Lliure no va a representar un Mozart tal y como ¨¦ste se ofrece en Salzburgo o en otra importante f¨¢brica oper¨ªstica. Pero tampoco va a limitarse a representar el texto de Schikaneder -o, mejor, de "la firma Schikaneder", como bien dice Georges de Saint-Foix, pues por lo visto son varios los autores del libreto- No; lo que el Lliure lleva entre manos es la representaci¨®n de La flauta en casi su integridad -se habr¨¢n suprimido unas ocho o nueve escenas-, por unos actores que cantan, unas mejor que otros, y un conjunto musical formado por tres teclados y tres instrumentos nobles. lo nunca visto. De ah¨ª mi desconcierto. A lo que probablemente Puigerver me responder¨ªa: "Tranquilo, chico. Que el escenario es una huerta muy especial en la que las olmos no s¨®lo dan peras, sino alg¨²n que otro suculento melocot¨®n". Y hasta puede que alg¨²n tomate.A pesar de que en el programa nos largan dos textos cantando las excelencias mas¨®nicas de la obra Puigserver apuesta por el cuento filos¨®fico, servido en la forma de cuento popular, de un Marchen, el cual a su vez se viste de ?pera c¨®mica: un Singspiel. Esta apuesta da un fruto positivo. Potenciando la pareja Tamino l Papageno frente a la tradicional oposici¨®n Sarastro l Reina de la Noche, el espect¨¢culo cobra un nuevo frescor. En el montaje de Fabi Puigerver el lado f¨¦erique, vinculado al mundo de la infancia, y el lado farsesco de La flauta, se destacan de manera admirable, y algunas de las mejores escenas del espect¨¢culo arrancan precisamente de ese voluntario punto de partida de Puigserver. Junto a este acierto, para m¨ª el ¨²nico que podr¨ªa justificar la programaci¨®n de este Mozart algunas serias objeciones.
En primer lugar, el tratamiento dado a La reina de la roche. Su aparici¨®n, en el primer acto, es ambigua. Mozart mantiene la ambig¨¹edad. Pero en la interpretaci¨®n de Imma Colomer esta ambig¨¹edad desaparece y La reina de la nit se convierte en la madrastra de Blancanieves.
Otra objeci¨®n. La se?ora Serrallonga traduce el final del d¨²o Mann und Weib, el d¨²o de Pamina y Papageno, por "Marido-mujer, mujer marido-, santo v¨ªnculo, nudo bendecido". Me parece que esa moralizante exaltaci¨®n del amor conyugal resulta un tanto precipitada y se contradice con el esp¨ªritu y la letra del texto, que no va tan lejos, o si se quiere, va mucho m¨¢s lejos, pues presenta un amor mucho m¨¢s elevado pr¨®ximo al de los trovadores, o del roman courtois.
Otra objeci¨®n, y ¨¦sta grave. Se suprime totalmente el aria de Pamina. ?Por qu¨¦? Por su dificultad interpretativa. Claro est¨¢ que no perjudica la comprensi¨®n, el seguimiento de la historia. Pero eso no me basta. La flauta, la de Mozart, es algo m¨¢s que una historia. Y esa aria, en la tonalidad sol menor -y los mozartianos ya saben lo que anuncia esa tonalidad-, al suprimirse, se convierte en un s¨®lido argumento, a mi entender, contra la validez -a pesar de la m¨¢gica huerta- del proyecto del Lliure: hacer un Mozart.
La igualdad
Por ¨²ltimo, est¨¢ el tema capital de la iniciaci¨®n de Pamina. Si algo hay de revolucionario en La flauta, y que va incluso en contra de las ideas mas¨®nicas de la ¨¦poca, super¨¢ndolas, es la iniciaci¨®n de Pamina en un plano de estricta igualdad con Tamino. No se trata de la iniciaci¨®n reservada a las mujeres en las logias denominadas "de adopci¨®n". Se trata, ni m¨¢s ni menos, de la igualdad del hombre y de la mujer (Mann und Weib) en la pareja, en el amor. Esta es la gran aportaci¨®n de La flauta, y de Mozart. Pues bien, esa idea capital de La flauta, en el montaje de Puigserver se queda en eso, en un happy end. Con lo que gana (?) el M?rchen y pierde Mozart. Curioso, desconcertante resultado.
Pienso que el Lliure es bien libre, valga la redundancia, de montar lo que le plazca, pero, am¨¦n de que Mozart no es Offenbach, pienso que esa Flauta no corresponde con esa obra, "una de las piezas m¨¢s importantes de la l¨ªrica y de la cultura occidental", de que habla Puigserver en el programa.
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